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 viernes, 26 de octubre de 2007  
La lluvia no logró apagar la euforia del justicialismo

Rodolfo Montes / La Capital

Un temporal andaba rondando. Golpeó fuerte a primera hora de la tarde. Se llevó un pedazo de techo del escenario de unos 20 metros de boca. Luego, con el acto confirmado, la llegada de Cristina Fernández y del presidente Néstor Kirchner al playón del Mercado Central de Buenos Aires, en pleno Matanza, bastión histórico del peronismo, la lluvia aportó una pizca de condimento al acto: el peronismo, se sabe, tiene corazón plebeyo, y nada mejor que desafiar la adversidad de una tormenta de primavera.

   La candidata subió al escenario dispuesta a jugar con la lluvia. Lució un vistoso conjunto de pollera y saco color crudo, repartió sonrisas generosas y hasta amagó un pasito de baile pedido por la hinchada. De la mano de Néstor, también exultante, recorrió el escenario con mirada puesta en la multitud, y agradeció, mientras llevaba su mano al corazón. Eso sí, no pudo disimular cierta incomodidad que le provocaban las gotas sobre su peinado, que amenazaban con hacerlo desvanecer. En pocos minutos, la lluvia cesó, y el peinado de Cristina se mantuvo indemne.

   Cuando Leonardo Fabio fue invitado a subir al escenario, y saludó a las 15 mil personas que ocupaban el sector central del gigantesco playón del mercado, arrancó la marcha peronista desde la propia gente. Nadie se la quiso perder: Cristina, Néstor, Daniel Scioli, Felipe Solá, Alberto Balestrini, y hasta Julio Cobos, se acercan al borde del escenario para acompañar a los militantes. Los dueños de casa, Balestrini y el intendente Fernando Espinoza la cantaron a vos en cuello, el resto acompañó con palmas y sonrisas.

   Justamente, el jefe comunal de un municipio con 775 mil votantes ( 75 mil más que la ciudad de Rosario) abrió el acto con un discurso peronista cerrado, muy lejos del discurso de la Concertación Plural, eje político que guía al proyecto kirchnerista.

   Tranquilo, algo modesto, el acto de cierre de campaña del Frente para la Victoria se consumió en poco más de una hora. No faltaron los bombos, los redoblantes, ni centenares de banderas con identificaciones territoriales. Aunque ya no dominan la pasión, la masividad, ni la desmesura peronista de otros tiempos políticos, sin embargo, sólo el peronismo, con su estética y con su folclore, se animó a cerrar está campaña electoral con un acto masivo, y bajo la lluvia.
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