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 domingo, 07 de octubre de 2007  
Rusia intenta volver a los tiempos del Sputnik
Moscú apuesta a protagonizar la carrera espacial, como cuando lanzó el primer satélite

Ulf Mauder / DPA

Moscú. — Occidente estaba conmocionado cuando hace 50 años las señales del Sputnik 1 desde el espacio se pudieron captar con simples radios. Este primer satélite artificial, que fue lanzado desde el complejo espacial soviético en Baikonur (Kazajstán), no sólo marcó, aquel 4 de octubre de 1957, como el inicio de la era de la astronáutica. También fue el punto de partida para una carrera por la supremacía en el espacio, en la que la Unión Soviética aventajó durante largo tiempo a Estados Unidos. Tras un largo tiempo sin grandes éxitos, Rusia quiere ahora recuperar el liderazgo con una estación lunar propia y una misión a Marte.

“Sputnik”, que significa “acompañante” o “compañero de viaje”, tenía 58 centímetros de diámetro y un peso de 84 kilos. Su lanzamiento puso en marcha desarrollos científicos y tecnológicos, como por ejemplo la comunicación satelital.

Una réplica liviana.  Cuando a comienzos de 1958 los estadounidenses pusieron en órbita su primer satélite, el Explorer 1, el entonces líder de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, se burló de la “toronja”, de sólo 16,2 centímetros de diámetro y 13,7 kilos de peso. El líder comunista reconoció el efecto propagandístico de los lanzamientos y envió poco después —para el 40 aniversario de la revolución bolchevique— a la perra Laika al espacio, a bordo del Sputnik 2, de 500 kilos.

Para el aniversario del Sputnik 1, la industria astronáutica rusa, tras el caos y el escaso presupuesto en los años 90, se muestra nuevamente fuerte. En unos 20 años, Rusia planea establecer en la Luna una estación donde puedan habitar seres humanos, y en 30 años, vuelos tripulados a Marte, según asegura el director de la autoridad espacial rusa, Anatoli Perminov.

Su programa también prevé la construcción de un nuevo centro espacial en el Extremo Oriente y una estación espacial. “Será algo totalmente diferente a la ISS”, la ya existente Estación Espacial Internacional, anunció Perminov.

Hacia el 2011, el sistema de navegación satelital ruso Glonass deberá “superar al estadounidense GPS”, escribió recientemente el diario del Kremlin, Rossijskaja Gaseta, citando al vicejefe de gobierno Serguei Ivanov. Un objetivo ambicioso, visto que el GPS es hoy una realidad mientras el Glonass recién da sus primeros pasos. El sistema no es menos importante que la posesión de armas nucleares o de fuentes de energía. “Hay que acelerar ahora”, insta Ivanov a los ingenieros dedicados al desarrollo espacial.

Contaminación. En tanto, hay científicos que están preocupados por la creciente cantidad de basura espacial. Millones de piezas, restos de cohetes, fragmentos de naves espaciales que explotaron, así como basura cotidiana de los astronautas, ponen en riesgo a naves y cosmonautas sufran heridas, debido a que las piezas adquieren una velocidad que supera varias veces la de una bala.

Cincuenta años después del lanzamiento del “Sputnik 1”, cientos de satélites orbitan la Tierra a alturas entre los 80 y los 36.000 kilómetros. Envían datos meteorológicos para los pronósticos del tiempo, registran cambios sobre la Tierra: desde una erupción de un volcán hasta huracanes, así como también la destrucción de bosques y selvas. Y ellos miden el derretimiento de hielo en las regiones polares, como consecuencia del cambio climático.

Datos escasos.  En cambio, los datos científicos que se obtuvieron del primer vuelo de un satélite fueron bien escasos. El Sputnik 1, provisto con tres antenas, transmitió datos sobre la densidad de la atmósfera y temperaturas. Con una velocidad de 8.000 metros por segundo, viajó a una altura de 939 kilómetros sobre la superficie de la Tierra hasta que se agotaron sus baterías químicas y la brillante bola de aluminio se desintegró el 4 de enero de 1958 en la atmósfera terrestre.


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Serguei Kruschev, hijo del líder soviético, observa una réplica del Sputnik.



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