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 domingo, 30 de septiembre de 2007  
El ataque a tiros que precedió a la ejecución

El sábado 9 de junio pasado Fabián Llinares trabajaba en la farmacia que desde 1999 tenía con su esposa Clara en la esquina de Alem y Garay. A las 9 de la mañana de aquel día la mujer se fue del negocio para hacer algunos trámites relacionados con la actividad comercial de la pareja y Fabián se quedó solo. En ese momento llegó en bicicleta un joven de unos 18 años que ingresó al local. A los pocos minutos se escuchó una detonación y el muchacho salió de vuelo. Llinares recibió un impacto calibre 9 milímetros que le entró por el brazo izquierdo, le atravesó la zona intercostal y le fracturó el antebrazo derecho. En su recorrido por el cuerpo, la bala le afectó el hígado y un pulmón.

   Llinares alcanzó a salir de la farmacia detrás del delincuente. Se tomaba el abdomen y perdía mucha sangre. Los vecinos dieron el alerta a la policía y rápidamente arribó al lugar una ambulancia que llevó al profesional al Heca. Perdió dos litros de sangre y estuvo varios días en terapia intensiva bajo asistencia de un respirador mecánico. En tanto, en la farmacia no quedaron indicios de lucha o resistencia y tampoco de que el hecho haya sido un robo, aunque las vecinas de la zona hayan dicho que era la quinta vez que el comercio era asaltado.



Vaina servida. Fuentes de la seccional 16ª que actuaron en aquel episodio indicaron entonces a La Capital que el arma utilizada por el delincuente fue una pistola calibre 9 milímetros, a juzgar por la vaina servida que quedó en el piso de la farmacia, entre el mostrador y la puerta.

   Y los vecinos de Llinares manifestaron que el farmacéutico “en una época puso un policía adicional y después un vigilador privado, pero le faltó colocar rejas delante del mostrador” para que no lo asalten. Por entonces, nadie sabía las presuntas actividades paralelas que se realizaban detrás de ese mostrador.

   Por la investigación del episodio, Llinares alcanzó a declarar ante los pesquisas de la Brigada de Homicidios que el atacante había sido un menor que no pudo reconocer en ninguno de los álbumes fotográficos que le exhibiero. Sin embargo, un chico de 16 años fue demorado por su presunta vinculación al hecho, aunque días después fue liberado por falta de pruebas.


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