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 domingo, 30 de septiembre de 2007  
Primera C
Argentino perdió ante Lamadrid, que venía último

Javier Parenti / Ovación

Aquellos fueron tres puntazos arrebatados al líder. Estos tres se esfumaron increíblemente ante el último. Una diferencia tan notoria que sólo se explica con dos consideraciones: la paridad en la categoría es total y con poquito se puede ganar. Argentino no fue el mismo en las dos presentaciones y esa diferencia quedó establecida en los resultados. Esta vez no se concentró en su objetivo, se perdió rápido en el camino que quiso transitar y cuando pareció encontrar su norte quedó preso de sus limitaciones.

Claro, llegaba el colista Lamadrid y el salaíto venía de vencer a Luján, parecía imposible no volver a festejar. Más en el Olaeta. Pero...

Cómo imaginar que la visita saliera a golpear de arranque. Y menos mal _para Argentino, obvio_, que no tuvo la sintonía fina para marcar la diferencia. A los 4’ salvó Canessa y a los 10’ el travesaño devolvió el primer cabezazo de Gardarián.

Y como Lamadrid no apretó seguido pareció que algo podía cambiar. Pero el dueño de casa no armó una jugada para creer. Tranquilo, entonces, el equipo que venía de bien abajo pegó un gran salto. El del cabezazo de emboquillada de Gardarián, entrando cómodo por el medio de la defensa y sin pisar el área.

Iban 44’ y la cifra no aumentó porque Santiago Fernández hizo la de Dios y tapó el remate de un solitario Lezcano en una jugada casi calcada a la anterior.

Recuperarse en el entretiempo era la idea para cambiar, sólo que Lamadrid demoró sólo veinticinco segundos en dejar claro que estaba en un buen día. Pero el palo derecho y las manos de Fernández no le dejaron gritar el segundo a Pichirilli.

Entonces, Raggio mandó a la cancha a Sebastián Fernández. En un par de jugadas mostró habilidad, entusiasmó un poquito y contagió intenciones para ir hacia el equilibrio.

Argentino lo consiguió a los 60’, cuando Fagiani abrió para que Magallán desbordara y enviara el centro al segundo palo, justo por dónde aparecía Juan Sánchez para sorprender con un cabezazo esperanzador.

Pero... otra vez un pero. Dos minutos pasaron para que una pelota parada derrumbe la ilusión salaíta. Y el disparador fue otra vez el nueve visitante, Gardarián, el que apretó el gatillo.

Con el 2 a 1, Lamadrid reforzó el bloqueo defensivo y dejó al descubierto que al salaíto le falta poder ofensivo. Es que los dirigidos por Raggio quisieron, fueron, insistieron y no llegaron. Encima, casi pierden peor, de no ser por Canessa que volvió a salvar casi en la línea una contra de Lezcano.

Y fue derrota. Durísima. Tan opuesta a la alegría de siete días atrás. Es que Argentino todavía no está armado, tiene demasiado por crecer y a esto lo irá pagando con derrotas y triunfos en cualquier momento. Por eso, esta vez quedó preso de sus limitaciones.
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