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 domingo, 01 de abril de 2007  
saberes que es necesario transmitir y sostener

Marcela Valdata

La crisis mundial de la década del 30 afectó gravemente la economía regional chaqueña, sobre todo la actividad forestal-taninera y la producción del algodón. En la década del 50 comienza el período de relocalización de las zonas rurales a las urbanas (...).

En el año 1983 llegó un gran número de aborígenes y se instalaron en el Barrio Empalme Graneros (zona noroeste de la ciudad de Rosario) sobre terrenos aledaños a las vías del ex-ferrocarril Mitre y Belgrano. El barrio Los Pumas tiene asentamientos aborígenes y criollo en el mismo espacio comparten centros de salud, vecinales, comedores, etc.

En 1992, debido al crecimiento de los asentamientos irregulares, la Municipalidad de Rosario, más precisamente la Secretaría de la Vivienda, construyó un barrio denominado “Barrio Toba de calle Roullión”, ubicado en la zona oeste, vecino a Villa Banana y límite con el campo. Si bien este barrio fue producto del esfuerzo de las gestiones realizadas por los miembros de la comunidad ante los funcionarios públicos, la lucha continúa, hoy se encuentran gestionando el título de propiedad de las viviendas, hecho que fue prometido en el momento de la entrega y teniendo que esperar diez años de posesión.

La construcción de este barrio fue objeto de múltiples controversias. Por un lado cuando comenzó la planificación en términos estructurales-edilicios, se convocó a un grupo de antropólogos para que contribuyeran a este diseño. En ningún momento la Secretaría de la Vivienda consultó a los interesados sobre la cuestión, consecuencia de esto fue que una vez finalizada la obra, ninguno de los aborígenes quería habitar la vivienda debido a que la casa tenía construido el baño en su interior. Motivo por el cual hubo que modificar la construcción (precaria por cierto) para que la pudiesen habitar. Las casas son pequeñas (una o dos habitaciones), no tienen espacios de tierra sino que se les ha realizado un mejorado de cemento en el patio, y carecen de plantaciones arbóreas. Hoy están todas modificadas, les han levantado el piso dejando los patios de tierra, les realizaron mejoras incorporando habitaciones, ya que las familias visitantes del interior son frecuentes y son muy pocos los no-Tobas que habitan el barrio.

El Estado y la sociedad dominante no pudo —ni aún hoy puede— pensar en que esta población castigada de antaño tiene su sistema de representaciones, y que como tal debe ser respetado. Cuando se realizan las interpretaciones —sea con el grado de racionalidad que sea— nunca es bajo la mirada de ese Otro distinto a ego; mientras no se pueda superar la barrera de pensarlo como “inferior o ignorante” y respetar sus propios códigos de identidad, será difícil incorporarlos como parte integrante de la sociedad. Proponemos entonces, brindarles las herramientas que ellos consideran necesarias para la construcción de un archivo cultural, ya que una cultura implica mucho más que una vivienda, un espacio para la cura (al que no siempre acceden) y un plato de comida. Estos grupos tienen saberes, saberes culturales, que es necesario transmitirlos y sostenerlos en la sociedad y en el tiempo. Para ello hace falta un espacio en el que sea posible el protagonismo de los pueblos originarios, qom en el caso que nos ocupa.
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Vocero. Ruperta Pérez es coordinadora del área de Lengua en la biblioteca.

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