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 domingo, 04 de marzo de 2007  
[Arte]
En estado de emergencia
El Macro presenta a nuevos artistas en una muestra que quiere innovar también en su realización

Por Irina Garbatzky

De un artista emergente puede decirse varias cosas: tanto que desde el margen se eleva al centro como que desde su descentramiento realiza su aporte lumínico. Decir emergencia implica mencionar una travesía, desde un espacio periférico hacia un espacio de legitimación. Sin embargo, aunque las tradicionales historias (del arte, de la literatura) se afanen por establecer filiaciones y patriarcados, y con ello filicidios, parricidios, conquistas y demoliciones, otras narrativas contemplarían no las constantes sino las variaciones: la dispersión de eventos que pueblan un determinado tiempo y espacio. De este modo, podría pensarse al arte emergente no como el movimiento ascendente de lo que se encontraba sumergido, sino como una caída: catálisis de búsquedas y experiencias que gravitan en el aire.

La muestra “Macro emerge (a laburar manga de inútiles)” presentará un proyecto extraordinario en esencia, no sólo porque durante dos meses se expondrá la obra de una serie de artistas “emergentes”, sino porque se resolverá con gente abocada a su tarea como por primera vez, experimentalmente: “Emerge implica no sólo los artistas que van a exponer sino que las propuestas curatoriales, la gráfica, la comunicación y todas las áreas asociadas al evento estén a cargo de gente que todavía no está establecida en sus respectivos ámbitos y/o profesiones”, señala Roberto Echen, el curador general del Macro.

El museo, entonces, como edificio legitimador, se pone al límite de su caída. La muestra se propone como habilitadora de preguntas que desestabilizan el lugar del artista, de la vida cotidiana y de la institución arte.

“Macro emerge” se subdivide en diferentes muestras: “Emerge Bellas Artes. Menú del día: camalotes en el Macro”, “Tiempo perdido”, de Juan Manuel Hernández; “Proyecto Esqueleto”, de Virginia Negri; “Proyecto línea”, de Lucrecia Lionti, y “Un proyecto especial”, de Cynthia Kampelmacher. Paralela a la del artista como invención y composición de una serie, también la tarea del curador se propone como “emergente”. Así, Mario Delugo, docente de Bellas Artes, convocó a artistas que fueron sus estudiantes y “emerge” como curador de la primera muestra, mientras Adrián Villar Rojas propone la obra de Juan Manuel Hernández como un trabajo de escenificación. “La muestra va a estar acompañada por un fanzine hecho por mí que resume el diario de su vida”, señala.

Un río posmoderno
En la imagen artificial del río, la naturaleza-camalote es un sapito de poliuretano en la pared fotografiada. Creemos que el río estaba cerca; y está acá, sólo que los camalotes que llegan a Rosario son más plásticos que litoraleños: la Gonzalo Casadidio muestra “Menú del día: camalotes en el Macro” parece decir que nos atraviesa un río de posmodernidad.

Emerge Bellas Artes no se trata de una muestra de la escuela de Bellas Artes en sí, sino que lleva ese nombre en referencia a un espacio de convergencia. “Me pregunto si emergente implica nuevo. Si no lo es, ¿qué hay de nuevo? Este menú de seis no resultó fácil”, señala Delugo, quien reunió a Laura Bonifassi, Alejandra Noguera, Gonzalo Casadidio, Evangelina Cipriani, Diego Blasco y Ángela Ríos. Sus obras acentúan la esencia de la forma, el modo en que ella nos consiste; los camalotes que atraviesan la superficie muestran los modos de la cobertura.

Así, Evangelina Cipriani expone en pintura e instalación la idea del regalo, las guirnaldas y la envoltura. Laura Bonifassi también se orienta en ese sentido. Su muestra “Divas en Franela” juega con el glamour del ama de casa, utilizando imágenes de divas hollywoodenses devenidas estampas en trapos de franela y que van acompañadas por un vestido, hecho con materiales de limpieza doméstica.

El tópico de la oscuridad que reside en la belleza moderna vuelve en Diego Blasco, que titula: “Music: la belleza es casual”, una muestra en la que emplazará figuras armadas con discos compactos y auriculares. “La idea de tan espantosa figura salió de la televisión”, refiere Blasco, y en particular de un programa de decoración.

Siguiendo el tono de ironía, “Sortija”, de Ángela Ríos, es una obra hecha en resina, collage, fibras y pigmentos que inquiere acerca de los vínculos humanos basados en la forma del juego, cuyas reglas son el premio, el atractivo y el arte de atrapar. Gonzalo Casadidio y Alejandra Noguera apuntan hacia otra vertiente de este litoral de artificio. Casadidio, con su “Historia de un sapo bravo, aquel verano de angustia y soledad en calle Laprida”, realiza un relato breve con fotos en las que utiliza un sapito, insertándolo en diferentes lugares cotidianos. “Las fotos aparecieron como parte de un juego al que sometí al sapo. Exhibirlo, esconderlo, guarecerlo, cebarle un mate”, señala. Por su parte, Noguera realiza tomas fotográficas desde el interior del galpón donde se guarda el alimento de un ave: “un lugar donde la mirada es otra, allí (en el campo) son aves pero podrían no serlo”, afirma.

Las muestras individuales pertenecen a artistas cuya obra posee un recorrido mayor. Juan Manuel Hernández expondrá dos óleos sobre murales de pintura aguada, que consisten en tiras de papel pegadas sobre la pared. “Lo del mural empezó casi como un chiste entre el empapelado arts & craft y las pegatinas callejeras skater-derivadas aunque ya tomó consistencia”, dice.

El motivo se desvía de la figura humana y se centra en la vegetación. El recurso a las plantas como metáfora del ser vivo, su ramificación y sus vinculaciones también es utilizado por Virginia Negri en su “Proyecto Esqueleto”, con el que intervendrá diversos lugares del museo. Se trata de la instalación de plantas que reproduce por esquejes, recordando el modo en que proliferan, se influyen y se cruzan los vínculos humanos.

Lucrecia Lionti plantea una obra que es una acción: “Proyecto línea” consiste en borrar una línea horizontal que previamente dibuja con lápiz sobre la pared. Por último, la exposición de Cynthia Kampelmacher, una artista de importante recorrido, sólo resulta “emergente” debido al espacio insólito para su montaje: los huecos en las paredes de la administración, de donde “emergen” residuos de papelería.

Puede decirse que “Macro emerge” no sólo establece un recorte del campo artístico actual, sino que además revela la formulación de un arte cada vez más orientado hacia la acción y la diversidad de soportes. Como si en los últimos tiempos un estado de permanente aparición y emergencia fuera la verdadera constante.


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