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 domingo, 04 de marzo de 2007  
[Primera persona] Diana Maffía
"Si tengo que elegir prefiero a Kirchner antes que a Cristina"
Filósofa y feminista, Diana Maffía dice que la senadora ejerce el poder como una patriarca

Por Lisy Smiles / La Capital

A Diana Maffía se la escucha como una mujer absolutamente convencida del significado de cada una de las palabras que utiliza. Su énfasis al hablar deja entrever que la discusión es su método preferido. Esa que demuestra un aprendizaje constante. Doctora en filosofía, directora académica del Instituto Hannah Arendt y feminista, sostiene que las mujeres deben apropiarse del lenguaje, que está masculinizado. "Si no es así piensen en los significados de las palabras zorro y zorra, hombre público y mujer pública", advierte.

En su opinión, intentar modificar los usos del lenguaje o prestar atención a los significados para que un enunciado resulte inclusivo y no exclusivo no es una cuestión meramente simbólica. Intervenir sobre las palabras es poner en práctica una concepción, es hacer política de género.

Pendiente de que en la agenda pública se incluyan los derechos sexuales y reproductivos, se enoja ante la posición de la senadora Cristina Fernández que en Francia negó apoyo a la despenalización del aborto porque "el peronismo no es abortista" . "Y encima agregó que ella no es feminista porque es femenina", recordó Maffía para concluir que la primera dama acumula poder como "una patriarca" y por eso si tuviera que elegir entre ella y Kirchner como candidatos dijo que "lo preferiría a él"

Maffía dictó ayer un seminario taller sobre "Políticas del lenguaje", organizado por el Sindicato de Prensa de Rosario ante la proximidad del Día Internacional de la Mujer. Y en diálogo con Señales abordó algunos de los temas clave en la problemática de género.

—¿Por qué sotenés que el lenguaje está masculinizado?

—El lenguaje invisibiliza a ciertos sujetos, particularmente a las mujeres. Por un lado representa algo y por el otro, lo reproduce y por lo tanto, lo refuerza. Lo que representa es que los varones son considerados como un ejemplo de la humanidad, como universal, mientras que las mujeres somos consideradas una parte de la humanidad. Si decís "todos los hombres", sabés que todos los varones están incluidos y podés suponer que eso además es un universal, aunque no lo sepas muy bien. Pero nunca sabés si las mujeres estamos incluidas o no. En realidad, el esfuerzo de la teoría feminista es construir un lenguaje que no sea sexista. También hay ejemplos en la semántica. Hay términos que en masculino tienen un significado y en femenino, un sentido degradado. Un hombre ligero es un hombre rápido, mientras que una mujer ligera es una mujer que tiene una sexualidad fácil. El zorro es un animal pero una zorra es una mujer con una sexualidad fácil. También se da en el plano pragmático. Hace poco salió en la Ciudad de Buenos Aires una nota en el diario La Nación diciendo que no todos los partidos habían anunciado sus candidatos a jefe de Gobierno y entonces estaban las fotitos de los que sí habían sido designados y una silueta por supuesto de varón en los candidatos que todavía no habían sido designados. Cuando los varones leen eso, en ellos está la posibilidad de entrar en ese perfil. Cuando las mujeres leemos eso, se oculta el hecho de que tenemos legalmente la posibilidad de entrar en ese perfil.

—¿Es posible construir un lenguaje femenino?

—Hay que buscar mecanismos que nos permitan comunicarnos, que permitan la inclusión, en eso se enmarcan el uso de la arroba, la barra o la x para incluir lo femenino o para no cargar sobre una identidad sexual determinada. Entiendo que estas intervenciones incomodan, pero esa incomodidad debe ser tomada como una intervención política, incomoda porque el lenguaje omite; sino omitiera no incomodaría tanto la lectura, interrumpe el modo en que te deslizás en ese lenguaje masculino. El lenguaje no sólo expresa sino que construye el modo en que organizás la percepción del mundo. Cuando aprendés un lenguaje masculinizado, construís el mundo de una manera masculinizada, y tus percepciones van a estar limitadas por esa capacidad del lenguaje. Por lo tanto lo que hay que hacer es, a la vez,  generar una afirmación en las percepciones femeninas del mundo y construir un lenguaje que vaya expresando esa afirmación de una percepción diferente del mundo.

—Entonces, ¿cómo sería la toma del Palacio de Invierno?

—(Risas) Yo soy bastante pacífica, y además no tomaría sólo un palacio. Queremos todo. Vamos por todo.

—Podría ser la toma de la Real Academia de la Lengua Española...

-Bueno, justamente hace un tiempo en Rosario, yo dije que ese era un lugar emblemático de la preservación del lenguaje en términos masculinos.

—Algunos dicen que la opción feminista limita la lucha.

—Casi todos los varones les dicen a las mujeres feministas que no sólo la opción feminista limita la lucha, sino que siempre es inoportuna, que distrae, que es una cuestión menor. Y esto produjo un desgranamiento en los partidos de izquierda donde las mujeres han ido organizando facciones feministas apartándose de las líneas centrales de los partidos. Y creo que eso es algo sobre lo que deben reflexionar quienes ocupan lugares en la toma de decisión, porque de otra manera se van a quedar con la mitad de la gente.

—¿Cuál es tu opinión sobre la política de derechos sexuales y reproductivos del gobierno nacional?

—Me parece esquizofrénica porque simultáneamente se dan aspectos a favor y en contra. Y eso ocurre porque el gobierno pretende satisfacer a sectores que no son conciliables. Por un lado tenés al ministro de Educación diciendo que habrá educación sexual y por el otro, el mismo ministro negocia para que la Iglesia pueda tener sus reglamentos, en los cuales se exige a los padres que acepten que sus hijos puedan ser echados si ellos se separan, algo que es inconstitucional. Y encima el Estado subsidia esos colegios religiosos que son inconstitucionales. Es un disparate. Tenés por un lado la ley de salud reproductiva, y a obispos que piden a los médicos que desobedezcan la ley, porque primero está el derecho natural de la Iglesia Católica y no son denunciados por llamar al delito. Por eso es inevitable pensar en Cristina de Kirchner en Francia cuando respondió que no está a favor de la despenalización del aborto "porque el peronismo no es abortista", y que ella no es feminista "sino femenina". Y hablamos de alguien que preside la comisión de Constitucionales en el Senado nacional. Ahí no tenemos un patriarca, menos una matriarca, en todo caso será una patriarca. Creo que es mucho más patriarcal que él. Si me preguntan como feminista quién prefiero que gane en una elección, o quien podría tener más sensibilidad para una agenda feminista, yo diría que él.

—¿Entonces los derechos humanos son más una política nominal que real?

—Creo que hay una política real de derechos humanos pero es absolutamente reducida y muy resonante, sobre todo pensada para vender una imagen en el exterior. No hay una preocupación por los derechos humanos actuales. Recordemos: desaparición de personas, criminalización de la protesta social, desocupación, hambre, judicialización de los dirigentes de movimientos populares. Hay montones de crímenes que al gobierno no lo preocupan. Me pueden decir que bajó la pobreza. Sí, pero aumentó la concetración de la riqueza con lo que es una política destinada a que los pobres no protesten mientras los ricos acumulan. No sé si no es más perverso eso, el disimulo, que lo que hacía (Carlos) Menem que decía abiertamente: "Acá estamos los que venimos acumulando riqueza. Somos los que usamos corbata Versace, nos pueden reconocer enseguida por los colores".


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"La política del gobierno en derechos sexuales es esquizofrénica".

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