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 domingo, 04 de marzo de 2007  
La verdad en boca de una prostituta

Julio Villalonga

El actual Estado de la Nación, según el presidente Néstor Kirchner, permite afirmar que hemos salido del Infierno y estamos a punto de ingresar al Purgatorio. Su discurso del pasado jueves ante el Parlamento combinó en dosis equivalentes datos duros de la economía con chicanas destinadas a sus diversos adversarios políticos: los economistas ortodoxos, el FMI, la prensa "opositora", etc. Si hoy analizamos la foto de la situación económica, sólo un necio puede negar que la Argentina dio un giro de 180 grados. Son muchos e impactantes los índices de mejora en casi todos los rubros por lo que resulta lógico que el presidente utilizara la oportunidad de la apertura de las sesiones ordinarias para ponerlos blanco sobre negro. Ni las formas -que por momentos no parecieron las adecuadas- pueden tapar el fondo: la Argentina renació de sus cenizas. Ahora bien: la discusión se abre en muchas vertientes. Por ejemplo, cualquiera podría preguntarse legítimamente si el presidente (o su gobierno) son los únicos artífices de este resurgimiento. O cuánto de la mejora de la economía se debe a factores externos (el famoso viento de cola del que se habla). O en qué medida esta administración está aprovechando o desperdiciando oportunidades en medio de este histórico momento de bonanza. También es legítimo preguntarse si las decisiones que el presidente ha tomado en materia económica, son un freno o un catalizador de las reservas productivas del país. En fin, está claro que Kirchner tiene números para mostrar y que, aún sus más acérrimos opositores, sólo pueden teorizar acerca de cómo le sacarían más el jugo a las mismas condiciones económicas fenomenales que el presidente encontró a poco de andar su gestión. También es verdad que los índices del 2003 no eran los del 2002, esto es, que Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna le dejaron una mesa tendida con bastante prolijidad, pero también lo es que el actual ocupante del sillón de Rivadavia fue fiel a sus antecedentes de ortodoxo y austero administrador. Claro, como no todo lo que brilla es oro habrá que decir también que lejos está la Argentina de ser el país predecible y serio que el presidente hubiera querido dejar al final de su mandato. Y en esto su administración tiene enormes déficits. El presidente no parece terminar de entender -o no parece querer entender- que los únicos opositores están en la política, y que los columnistas que no piensan como él, o no piensan en todo como él, cumplen con el rol de mostrar la otra cara de las cosas, que siempre existe. Aún equivocados, que pueden estarlo, quienes critican la gestión kirchnerista subrayan el poco apego oficial a la división de poderes. Hablan de escasa calidad institucional. El Presidente se rió el pasado miércoles de estas críticas. Remarcó que aquellos que señalan esto no se fijaban en los •90 del nivel de institucionalidad vigente en la Argentina, en la calidad de sus instituciones, de la falta de seguridad jurídica. Y que muchos de los portavoces del "noventismo" hoy son quienes advierten sobre el p eligro de que el INDEC pierda independencia, por citar un caso. El presidente es un hombre con muchos defectos, como todo mortal, pero no es inexperto, tanto en las artes de la vida como de la política. Y sabe que la verdad, en boca de una prostituta, no deja de ser verdad. Más allá de los intereses que se mueven detrás de sus detractores, intereses que no son difíciles de avizorar, son tantos los logros de esta presidencia como los problemas que faltan resolver. Quizás por esto mismo sea que, como Kirchner quiere ver su obra concluída, sea necesario más de un período presidencial bajo su poder para completar el dibujo de país que tiene en la cabeza. El problema es que ese diseño no está del todo claro. Cuatro o cinco líneas rectores no hablan de un proyecto de Nación, apenas sirven para ubicar su gestión entre el progresismo en lo político y la heterodoxia capitalista en lo económico. Algo muy vago para darle el rimbombante título de "refundación". No es poco lo que se ha conseguido, pero con sus gestos y muchas de sus acciones, Kirchner provoca tantos apoyos como rechazos. Se pierde los matices, lo que no impide que tenga garantizado el éxito a corto plazo gracias a la foto que nos contó el jueves último. Si lo que busca es el bronce, la película recién acaba de comenzar.
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