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 domingo, 04 de febrero de 2007  
En el Amazonas brasileño se desató otra fiebre del oro
Un aviso en internet desató el explosivo fenómeno social en una localidad del norte del país

Michael Astor / AP

Al atravesar velozmente paredes de espesa selva, el bote a motor cargado de mineros se dirige a la orilla del río Juma.

Sobre los fangosos bancos de la orilla, aparece envuelta en humo una ciudad de hangares de plástico negro circundada de excavaciones recientes, árboles talados y creciente miseria.

Este es Eldorado do Juma, pegado a la ciudad de Apui, en el norte brasileño y cercana a la desembocadura del Amazonas. Desde diciembre, miles de buscadores de fortuna han llegado aquí con la esperanza de encontrar oro en la selva del brasileño Estado de Amazonas.

El alcalde de Apui, Antonio Roque Longo, cree que la ciudad de 200.000 habitantes estaría mejor sin la mina. "Haciendo un balance, creo que el garimpo es más que todo un problema para la ciudad. Claro, ha sido bueno para los comerciantes, pero tenemos problemas de salud. Antes del garimpo, teníamos la malaria casi controlada, y ahora nuevamente es un gran problema", agregó.


El principio
Atraídos por un aviso colocado en la internet por un profesor de matemáticas que describió a mineros llenándose los bolsillos de miles de dólares por el oro de 3.000 a 10.000 personas han talado enormes árboles desviado corrientes de ríos y cavado profundas minas en un área que hasta hace poco meses era una selva virgen

Bautizado con el nombre de esa mítica y largamente buscada ciudad de oro del Amazonas, este El Dorado es todo menos un lugar resplandeciente.

Cientos de hombres cubiertos de lodo y armados con picos y palas trabajan en la tierra marrón, roja y gris, marcando sus pequeños lotes con ramas de los árboles y alambre. Otros lanzan el barro en un desagüe de madera donde el agua lava los sedimentos. Escudriñan entre lo que resta dentro de las bandejas metálicas para descubrir, si tienen suerte, unas pocas hojuelas de oro puro.

El Amazonas no veía una fiebre de oro como esta desde comienzos de los 80, cuando decenas de miles de brasileños transformaron la montaña conocida como Serra Pelada en un profundo cráter en la tierra de la selva.


Esperanza
Esto es mejor incluso que Serra Pelada He sido minero por todo el Amazonas desde 1978 y esto es lo mejor que he visto dijo Joao Leandro de Azedo de 70 años al sentarse en su hamaca desde la que ve su lote

Serra Pelada fue en Brasil el más conocido y lucrativo garimpo, o una mina rudimentaria, y es la referencia para todos aquí. Atrajo a un vasto ejército de buscadores desde todas partes de Brasil y produjo miles de kilos de oro antes de ser cerrada a comienzos de los 90.

Es lo que los mineros aquí sueñan, intercambiando historias de personas que se hicieron ricas de un día para otro al encontrar piedras de hasta 26 kilos de oro.

Y es exactamente lo que las autoridades brasileñas temen que se convierta Eldorado do Juma.

Azedo dice que logró sacar medio kilo de oro en un solo día la semana pasada, sumando en total dos kilos, valorados en unos 40.000 reales (19.000 dólares), desde que llegó aquí hace 17 días.

Incluso después de pagar 50% al hombre que separó su lote de tierra y 8% más al Ze Capeta, Pepe el Diablo -un jefe local que asegura ser el propietario de todo el garimpo-, Azedo aún consiguió quedarse con una buena suma.


Negocios y prostitutas
Varía enormemente el número estimado de mineros prostitutas y comerciantes en esta barriada de la jungla donde el olor a carne quemada y madera se mezcla con el hedor de una cañería abierta

Sin embargo, se nota que no hay suficiente espacio para todos los buscadores en los ocho principales locales de búsqueda del garimpo.

El regateo de precios y la malaria reinan en esta ciudad, donde ya existen bares, restaurantes, barberías, panaderías y tiendas de joyas, la mayor parte de esos locales hechos con los árboles talados. Se construye un hotel de 16 habitaciones al otro lado del río.

Las tiendas de equipos hacen buenos negocios vendiendo bandejas y hachas; las sierras se venden a 20 gramos de oro o más.

"Afortunadamente entramos justo al comienzo. Es una preocupación para todos, desde el presidente de la República hasta el gobernador y el alcalde, que esto no se convierta en otra Serra Pelada, otro lugar de barbarie", dijo Walter Arcoverde, director general de aplicación de la ley del Departamento Nacional de Producción Mineral.
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Las preciadas pepitas. Como siempre, los que más ganaron fueron los primeros que llegaron.

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