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 domingo, 04 de febrero de 2007  
Osvaldo Laport cuenta cómo se puso en la piel de Martín en "Son de Fierro"
"Todavía mantengo cierta inocencia y una actitud naif en mis personajes"
El actor dijo que su rol se asemeja a Guido Guevara, pero que no quiere imitar su papel de "Campeones"

Pedro Squillaci / La Capital

Osvaldo Laport es de esos actores que no necesita presentación. Convertido en una marca registrada de las telenovelas, este uruguayo que habla de "nuestro país" cuando se refiere a la Argentina, ahora copa el horario central con el atuendo de un carnicero querible en "Son de fierro", la tira que va de lunes a viernes a las 21.30 en la pantalla de Canal 3. "Aunque suene imbécil decirlo, sigo manteniendo cierta inocencia y cierta actitud naif en lo que hago, y me gusta sorprenderme día a día", dijo Laport.

-¿Sentís que hagas la novela que hagas, siempre hay un público cautivo que sigue a Laport?

-(Sonríe)Yo no paro de decir que mi carrera es atípica, no sólo por los personajes o criaturas que he inventado, sino por el público que siempre me sigue, y sobre todo por un porcentaje muy alto de público, que son hombres.

-¿De dónde nace esta particularidad de que te siga el público masculino?

- Yo creo que esto nace con un personaje anterior de Catriel (el indio que lo lanzó a la popularidad en "Más allá del horizonte"), que fue con "Cosecharás tu siembra", y en la que se rescató las colonias de gente que ha emigrado y que hizo nuestro país. Hoy están todos los hijos y los nietos de esa gente, y permitió que muchos se identificaran, a eso se le suma que, como hago en cada uno de mis personajes, trato de que sean personajes terrenales y que puedan estar a la vuelta de cualquier esquina, que sean muy identificables, muy espejos de cualquier individuo que viva este planeta. Por eso insisto que la telenovela permitió borrar líneas geográficas, no hay que intelectualizar la cosa, este género, que para muchos es tal vez menor, permitió conocernos y derribar fronteras.

-Los personajes que interpretás responden a la tipología del macho, del hombre defensor de las costumbres barriales.

-Es cierto, pero así y todo siempre está el sello de mi intimidad, de mi persona. De pronto voy creando, dejando salir esos personajes que están en mí, pero siempre están relacionados con la esencia de cualquier individuo, que es cierta transparencia, cierta ingenuidad.

-¿Este Martín Fierro lo sentís como un primo hermano de Guevara?

-Claro que sí. Es más, confieso que era uno de mis temores a repetir un personaje, pero a veces se puede encontrar también a la vuelta de cualquier esquina la maldad, la sorna, el querer destruir y no construir. No olvides que quienes hacemos ficción estamos demasiado expuestos. Lo que hago como obrero del arte es intentar darle al público cosas diferentes, pero obviamente está el sello de uno, el timbre de voz, la melodía al hablar del actor. Este Fierro puede llegar a ser un primo hermano de Guevara, obviamente mucho más culto, que tiene otro perfil, otro entorno, es un padre con tres hijos que se desenvuelve de otra manera. Recuerdo que (Adrián) Suar en las primeras reuniones me pedía un porcentaje de Guido Guevara y yo le decía que no. Es más: las primeras grabaciones terminaba de grabar la escena e iba y le pedía tanto al director del set como al de exteriores que por favor si veían a Guevara que me avisen (risas).

-¿Cómo cambia el rol de galán cuando uno ya no es un veinteañero?

-En mi carrera, el galán fue un personaje. Creo que, con total humildad, intenté romper con esquemas o estructuras a través de personajes que son muy terrenales. Es decir, si tengo que componer un antihéroe, lo hago, porque entiendo que el galán no es un héroe. Por eso la identificación de los hombres. Yo siempre decía lo mismo cuando hacía a Guido Guevara: «¿Quién no ha hecho en la intimidad, con el ser que uno quiere, diferentes personajes para seducir?». El príncipe azul, el langa, el tierno. En la vida pasa por ahí. Yo tengo 50 pirulos pero trato de estar bien, obviamente por mi laburo, pero también por mi intimidad. Yo sé que tengo un público que me sigue y que no es solamente el target de las mujeres de mi edad, tengo mi llegada a otros públicos.

-¿Qué diferencia hay con aquel muchacho que llegó de Uruguay a hacer su primera tira y el actor que sos hoy, con toda tu trayectoria?

-Creo que diferencias no tengo. Tal vez las diferencias pueden estar relacionadas con ciertas cosas externas que uno mismo se permite, sin especular y sin abusar, pero que uno necesita que lo mimen más, aunque suene medio frívolo. Cuando hablo de mimo, me refiero a cosas cotidianas y que están relacionadas con la dignidad, como el camarín con el baño, que tengas un lugar para estacionar el auto, cosas que hacen a lo cotidiano. Con lo otro, aunque suene imbécil decirlo y que no me gustaría perderlo, sigo manteniendo cierta inocencia y cierta actitud naif, y no quiero dejar de sorprenderme día a día. Esto hace que de pronto uno pueda seguir educando a una hija con principios y con valores, y seguir creyendo en el individuo.

-¿Hay trabajos de los que te arrepentís?

-No, porque inclusive los grandes cachetazos se transforman con el tiempo en grandes caricias. Uno siempre aprende eso más allá del dolor, del sufrimiento, de las etapas que uno cree que no ves más la luz, uno vuelve a sonreír.
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Martín Fierro es un carnicero que encabeza una familia complicada.

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