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 domingo, 14 de enero de 2007  
El primer verano del bebé

Durante las vacaciones comienza la etapa de organizar y elegir un plan que permita pasar un verano placentero. Pero para los padres de un bebé que aún no cumplió un año o está cerca de soplar su primera velita, los preparativos suelen ser una verdadera preocupación. Es que los bebés deben recibir mayores cuidados para proteger su piel y su salud durante el que será nada menos que su primer verano.

La pediatra Noemí Petruccelli, jefa de neonatología del Hospital Pirovano de Buenos Aires, aclara que a diferencia de lo que muchas mamás creen, los pediatras no recomiendan la exposición al sol. "Ni siquiera en las horas adecuadas -antes de las 11 y después de las 16- en niños menores de un año. Luego de esa edad se puede tomar un poco de sol pero con mucho cuidado", aclara.

Si se evitan las horas peligrosas, "los mayores de un año pueden utilizar un protector solar. Aconsejamos los que posean un factor de protección superior a 30 ó 45. Sin embargo, aunque se utilice pantalla, no hay que abusar del sol. En realidad no hay un tiempo máximo indicado de exposición. Si los niños son muy pequeños -siempre que se trate de los mayores de un año-, deben estar con ropa liviana y blanca, de algodón y proteger su cabeza con un gorrito. No hay que olvidar una buena hidratación, ofrecerles abundante agua, leche o jugos naturales con frecuencia. En el caso de los bebés menores de seis meses, mantener la lactancia materna en forma exclusiva, que en días calurosos será más abundante. Es normal que las madres adviertan que el bebé mama más seguido para calmar la sed", agrega la pediatra.

La pediatra insiste en que "aunque tengan puesta una remera y un gorrito, y se encuentren debajo de una sombrilla o bajo la copa de un árbol, por ejemplo, los niños no están completamente protegidos de los riesgos de las radiaciones solares durante las horas peligrosas. Durante este lapso del día no deberían estar al aire libre".

El agua y las comidas que ingieren los bebés y niños pequeños es otra de las precauciones sobre las que hay que extremar los cuidados durante las vacaciones. "Con respecto al agua -aconseja la doctora Petruccelli- si no conocemos la calidad de la misma según el lugar que se está visitando, se la debe hervir y reservar en recipientes adecuados y con tapa, como mamaderas bien higienizadas. En cuanto a las comidas, convienen siempre las caseras, preparadas en casa, pero si la familia va a un restaurante, lo más sano y sencillo es un churrasco bien cocido, pollo asado, puré de papa, zapallo o pastas con aceite y queso, según la edad del bebé".

Los alimentos que se consumen crudos, como las ensaladas, se deben evitar al comer fuera de casa, ante la duda de si las verduras o frutas han sido correctamente lavados. "Es importante tener mucho cuidado con los helados que se les suelen dar a los bebés, ya que no son aconsejables hasta pasado el año", advierte la pediatra.


Picaduras y erupciones
No hay verano sin mosquitos, ronchas e irritaciones de piel. Es frecuente que ante la desesperación por proteger a los pequeños de las molestas picaduras se utilicen repelentes. "En los bebés y niños muy pequeños no permitimos el uso de repelentes sobre la piel, tampoco las espirales. Se pueden colocar tabletas de ambiente y un tul protector alrededor de la cuna o el moisés. En el caso de picaduras, se pueden aplicar las lociones o cremas de venta libre de marcas conocidas. En casos de lesiones importantes, hay que consultar con el médico, ya que puede recetar un antialérgico por vía oral para aliviar al bebé. En ningún caso recurrir a la automedicación", aclara la especialista.


¿Sierra o mar?
Según las edades de los bebés y de los niños, existen lugares más adecuados que otros para veranear. "La sierra para los más pequeños -aconseja la doctora Petruccelli-, y la playa para los más grandes. Pero lo más importante es recordar los horarios durante los cuales hay que evitar el sol. Fuera de ellos, los menores de un año pueden estar a la sombra, con ropa blanca puesta, manteniendo siempre una buena hidratación y ofreciéndoles una comida sana. Tener en cuenta que la arena y la nieve reflejan los rayos solares, tanto como sus efectos nocivos".

En cuanto a los golpes de calor, la pediatra advierte que los más pequeños y los ancianos son los más vulnerables. "La hidratación abundante, permanecer a la sombra y a una temperatura fresca cuando los días son particularmente calurosos, es una forma de evitar el riesgo de golpe de calor", agrega.

No sólo el verano y el calor intenso son una experiencia nueva para el bebé. El agua muy fría del mar o de las piletas es otro detalle que a muchos adultos se les escapa. "A los bebés no les gusta el agua muy fría, no están acostumbrados. Hemos visto muchas veces pequeños que salen morados del agua y esto hay que evitarlo", concluye Petruccelli.
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