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 domingo, 14 de enero de 2007  
Política exterior. La derrota del Partido Republicano en las legislativas de EEUU abre un nuevo escenario en las relaciones con América latina
Los aires demócratas desempolvan la discusión sobre deuda e inversiones

Jorgelina Hiba

Son parecidos, pero no iguales. Aunque a primera vista y desde el sur del continente los republicanos y demócratas estadounidenses parecen lo mismo, algunas cosas podrían cambiar en América latina después de la derrota del partido del presidente norteamericano George W. Bush en las elecciones legislativas de noviembre del año pasado.

Los demócratas, que después de 12 años controlan de nuevo las dos cámaras legislativas, han demostrado ser más quisquillosos en materia comercial y más abiertos al diálogo en cuestiones políticas.

La nueva era política que atraviesa Estados Unidos, inaugurada durante los primeros días del año, promete ser más exigente a la hora de sellar acuerdos comerciales con otras naciones americanas. Algunos Tratados de Libre Comercio (TLC) que ya estaban casi cerrados, como los que Washington firmó con Colombia y Perú, seguramente serán revisados con ojos más críticos y sufrirán modificaciones importantes.

La relación de Argentina con los neodemócratas estará marcada por dos temas centrales: los coletazos de la reestructuración de la deuda pública -operación apoyada por Bush y muy criticada por los entonces opositores- y la eventual llegada de nuevas inversiones de empresas estadounidenses al país.


El patio trasero
Pese a los acercamientos puntuales y las visitas que incluyen fotos que recorren el mundo, en los hechos América latina casi no figura en la agenda política del actual gobierno estadounidense, obsesionado en sumar aliados para su cruzada antiterrorista.

Esto puede cambiar en breve con la restauración demócrata, un partido con una historia diferente en su relación con el resto de América. "A lo largo del siglo XX los demócratas se caracterizaron por tener políticas específicas hacia América latina, como la de Buena Vecindad de Franklin Delano Roosevelt, la Alianza por el Progreso de John Kennedy, la política de derechos humanos de Jimmy Carter o los tratados de libre comercio inaugurados en la era de Bill Clinton", explicó Anabella Busso, profesora de política internacional latinoamericana en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e investigadora del Conicet.

La docente, cuya área de estudio prioritaria es Estados Unidos, explicó además que desde una visión de las relaciones comerciales el partido Demócrata es hereditario de los principios keynesianos, lo que se traduce en políticas proteccionistas más fuertes aunque siempre dentro de un marco de liberalismo muy fuerte. Esta tendencia va a repercutir en los acuerdos comerciales que la administración Bush tiene en carpeta.

Todos se apuraron en Lima y en Bogotá, pero ni Alan García ni Alvaro Uribe lograron que el congreso estadounidense diera la aprobación final a sus respectivos TLC antes del recambio político de principios de enero.


Más proteccionistas
El repaso histórico sitúa a los demócratas en una posición más proteccionista que los republicanos a la hora de hacer negocios con terceros. "La aprobación de los TLC pendientes será con seguridad más dificultosa. El mecanismo del fast track utilizado por los republicanos, que autoriza al presidente a negociar en nombre del Congreso, quedará relegado. Tal vez esos acuerdos sean finalmente aprobados, pero eso será después de largas negociaciones y un debate detallado parlamentario", especificó Busso.


Trabajo y medio ambiente
Las nuevas condiciones que serán puestas sobre la mesa tendrán que ver sobre todo con el pedido de mayores compromisos laborales y medioambientales a los países sudamericanos, donde abunda mano de obra barata y escasean los controles estatales. "Los demócratas siempre tuvieron relación estrecha con las centrales sindicales, lo que significa que las cuestiones relativas al trabajo ocupan un espacio preponderante en su agenda", agregó la profesora.

Nancy Pelosi, la primera mujer que preside la Cámara de Representantes de Estados Unidos, fue clara cuando declaró en su discurso de asunción que los demócratas "están comprometidos con un comercio que equilibre las necesidades de los empresarios y trabajadores norteamericanos con el impacto que estos acuerdos tendrán en un determinado país".

Esto significa, sobre todo, una manera elegante y políticamente correcta de proteger con mayor énfasis el estatus de los empleados estadounidenses, que de otra forma no podrían competir contra economías que practican a la fuerza el dumping social.

Perú y Colombia son los dos países que todavía esperan la ratificación del congreso estadounidense para aprobar los tratados de libre comercio. El país gobernado por Alan García tiene una fuerte dependencia externa hacia Washington, ya que durante el año pasado el 30 por ciento de sus exportaciones partieron hacia el norte.

La mitad de esos productos, concentrados en los sectores textil y agropecuario, fueron exportados con preferencias tarifarias para Colombia, siendo Estados Unidos su principal destino de exportaciones, con el 60% del total de las colocaciones externas.

Según datos de organismos oficiales colombianos, cerca del 40 por ciento de las ventas fueron beneficiadas por reducciones tarifarias.


Deuda e inversiones
Fuera de agenda los TLC, la relación entre Argentina y la mayoría demócrata girará más que nada sobre dos grandes temas: la reestructuración de la deuda local y la eventual llegada de nuevas inversiones.

Aunque Bush hijo y Néstor Kirchner no caminan la misma senda ideológica, el estadounidense fue uno de los principales aliados de Argentina en el escenario post default. "Estados Unidos apoyó a nuestro país en los organismos de crédito multilaterales", recordó Busso, para quien esto se debe a que, desde siempre, los republicanos ven en estos organismos a competidores.

"Los republicanos ven a los sectores financieros internacionales como serios competidores por su capacidad para fijar políticas globales", detalló la docente.

Los demócratas tienen otra concepción, y es por eso que no hay que descartar una ofensiva demócrata para castigar a Argentina por la cesación de pagos de 2002. El otro eje de la relación bilateral será con probabilidad el tema de las inversiones.

"El nuevo embajador estadounidense, Earl Wayne, viene del mundo del comercio y está muy ligado al área de las inversiones. Puede haber una señal en esta designación", señaló Busso. Si bien Wayne fue designado antes del recambio legislativo, la especialista señaló que el interés por la región "crecerá" bajo el lente demócrata.
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