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 domingo, 04 de diciembre de 2005  
Tragedia de Parque Norte: La mamá de Carla dice que los Capozzuca nunca la ayudaron
La madre de Carla Alfaro niega que la familia del chico que provocó el accidente al volar un BMW esté en contacto con la suya. En coma hace seis eses, la joven de 16 años precisa cuidado permanente y sigue inmóvil

María Laura Cicerchia / La Capital

Carla Alfaro abre los ojos y su mirada se pierde en un punto distante. Hasta que sus párpados se cansan y vuelve a hundirse en el universo indescifrable en que quedó tras el accidente del parque Norte. No está claro si puede ver, si piensa, si escucha, si algún día saldrá de su perturbador silencio. Inmóvil en la cama de un centro de rehabilitación, la adolescente de 16 años se entrega a los cuidados de su madre. La mujer no se despega de su lado y anuda sus esperanzas a las más mínimas señales: un quejido, un movimiento, una mirada. "Ella duerme en su cama, está en contacto con sus cosas y le mostramos fotos para ver si en algún momento hay un hilo del que se pueda tirar para recuperarla", dice en voz muy baja.

Los ojos abiertos de Carla son un mar de esperanzas para sus padres. Aunque son conscientes del gravísimo daño neurológico que le provocó el choque del domingo 22 de mayo. Ese día una cupé BMW conducida por Matías Capozzuca, de 19 años, se descontroló en la esquina de Santiago y Rivadavia. Terminó rebotando contra dos árboles de la plaza de juegos del parque Norte. Nayib Abraham, de 19 años, y Ursula Notz, de 16, murieron en el acto. El conductor, que iba alcoholizado y a alta velocidad, salvó su vida. Carla Alfaro quedó en estado vegetativo.

María Teresa Escudero tiene 59 años y conserva la tonada sanjuanina a pesar de 40 años viviendo en Rosario. Concentrada en atender a su hija, no le interesa buscar culpables por la tragedia ni ocuparse de sus rebotes judiciales. Pero las declaraciones que hicieron a este diario los abogados de José Capozzuca, el padre del chico que manejaba, la movilizaron a hablar.

"Me da bronca que salgan a decir cosas que no son ciertas. Quiero aclarar que no hay ninguna persona de esa familia que esté en comunicación con nosotros. Nunca recibimos dinero ni ningún tipo de ayuda de la familia de Capozzuca. La única vez que el papá se acercó para ofrecernos una mano pidió que no estuviera presente ningún abogado", señaló la mujer. Ese encuentro, según cuenta, ocurrió cuando Carla estaba internada en la sala de terapia intensiva del Heca: "Me preguntó si habíamos comprado un arma. Pero nosotros no hicimos nada malo y no buscamos venganza. El pidió verla. Y yo se le permití".

Carla dejó el hospital después de varios meses de internación. Sus padres no tenían dónde ni qué medios brindarle el tratamiento que necesita. Su cuidado requiere de pañales, un colchón especial, medicación, una silla de ruedas diseñada para una persona que no puede sentarse. Organizaron una colecta para solventar esos primeros gastos. Y a partir de entonces, por un amparo que presentó la mamá de un compañero de escuela de Carla, la abogada María Gabriela Galván, la compañía de seguros del BMW se comprometió a costear la rehabilitación durante un año. Esa póliza es la que abonaba el dueño del auto, que estaba en consignación en la agencia de los Capozzuca cuando Matías lo retiró sin autorización.

No saber qué ocurrirá una vez vencida esa cobertura es algo que desvela a los padres de Carla. María Teresa es ama de casa y ahora se dedica sólo a cuidar a su hija, que requiere más atenciones que un bebé. El papá, Avenamar Alfaro, tiene 66 años y trabaja como albañil. Los Alfaro viven en la casa de un familiar. Como el cuarto de Carla está en la terraza, todos los días antes de ir a la obra su papá le hace upa y la deja en la planta baja. A las 9.30 su mamá la lleva al instituto Pilares del Rosario, de Paraguay al 1600. Allí recibe los cuidados básicos y una rehabilitación que se concentra en hacerle sentir olores y sabores. A las cinco de la tarde su papá vuelve de la obra y se la lleva en brazos.

Carla duerme en su casa porque los psicólogos recomendaron que esté en contacto con sus cosas. Para que no pierda el registro de sensaciones cotidianas, cuando está despierta su mamá le coloca sus lentes recetados, le habla o la perfuma. La joven no puede moverse, aunque se agita si alguien la cambia de posición con brusquedad. También se queja si la acuestan de espaldas. Y conserva su régimen de sueño: todos los días se despierta a la hora de ir a la escuela. Se alimenta a través de una sonda gástrica y tiene en el cuello la perforación de una traqueotomía.

Cuesta creer que la chica de la camilla sea la misma que se ve en las fotos de antes del accidente. El tiempo en reposo le provocó un adelgazamiento profundo. Tiene los pómulos salientes, el cuerpo rígido y la expresión ausente. A diario le colocan prótesis en las piernas y los brazos para que no se tuerzan y deformen. La cambian de posición para evitar que se lastime su piel. El violento choque del BMW le causó a Carla un golpe en la cabeza, desplazamiento del cerebro, fracturas en las extremidades y un paro cardíaco prolongado. Por todo esto el daño neurológico fue tan severo. "Está en un coma vigil y los estudios dicen que no ve y no escucha. Lo único que nos queda es darle una buena calidad de vida y esperar para ver si en algún momento sale de su coma".

Antes del accidente Carla iba a la escuela, al gimnasio, y pasaba mucho tiempo con sus amigas. Quería estudiar psicología. La noche anterior a la tragedia fue su cumpleaños y lo festejó en su casa con sus amigos del curso. Después fueron a un ciber donde se encontraron con Capozzuca. Se conocían porque el hermano de su novia era amigo de Carla. De esos últimos momentos quedó un registro: el rostro del muchacho apareció en algunas de las fotos grupales que María Teresa reveló después de la tragedia.

La mujer se enteró del accidente de inmediato. Quien le avisó fue Guillermo Buratovich, el conductor de un Fiat Uno que está implicado en el hecho y que conocía a una prima de Carla. Cuando María Teresa llegó al lugar Carla todavía estaba allí. "Está muy grave", le dijo el médico que la reanimaba en la ambulancia. "A mi hija la cuidé hasta donde llega mi mano -dice la mujer seis meses después de aquella revelación-. Ahora su cerebro está muy comprometido y no tenemos idea de lo que puede pasar".
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La imagen de Carla antes del choque. Hoy se alimenta con una sonda.

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