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 sábado, 26 de noviembre de 2005  
Desastre ecológico. Hasta los medios estatales del país comunista critican al gobierno por esconder el problema
La crisis ambiental china amenaza con extenderse en medio del pánico
La explosión de una segunda planta química podría contaminar más ríos. Crece la escasez de agua potable

Pekín. - La dimensión de la catástrofe ambiental en China, causada por un accidente químico que provocó el vertido al río Songhua de unas 100 toneladas de benceno (un potente cancerígeno), se está haciendo cada vez más patente, con una segunda ciudad china afectada y la amenaza de extenderse a Rusia. Tan grave es la situación que hasta los medios estatales del país comunista critican abiertamente al gobierno por su accionar durante la crisis ecológica.

Mientras los productos químicos continúan su recorrido por la ciudad de Harbin, que lleva tres días sin agua potable, un desastre ecológico similar puede repetirse en otra región, a miles de kilómetros, donde la contaminación provocada por otra explosión en una planta química ha desatado también el pánico entre la población.

Más de 6.000 personas han sido evacuadas en Chongqing, ciudad del centro del país y situada a orillas del río Yangtsé, después de que se informara de una explosión en una planta química, en la que murió un trabajador y tres resultaron heridos.

El número de evacuados en Chongqing es mucho mayor que los 300 de Harbin, ciudad que usa el agua del ahora contaminado río Songhua para el consumo humano, y que a principios de semana vivió un auténtico pánico colectivo cuando sus autoridades anunciaron cuatro días de corte de agua sin explicar las verdaderas causas de la decisión.

La catástrofe ecológica, que pone en riesgo la salud de los cuatro millones de habitantes de Harbin, se originó el 13 de noviembre en la provincia de Jilin, cuando los productos altamente tóxicos se vertieron al río tras la explosión de una planta petroquímica. El río Songhua está contaminado en una extensión de unos 80 kilómetros.

Después de desmentidos iniciales, un portavoz del ayuntamiento de Songyuan, en Jilin, dijo que las autoridades se vieron obligadas a cortar el suministro de agua a 100.000 habitantes de la ciudad, situada río arriba, entre el viernes de la semana pasada y el miércoles, cuando la mancha tóxica pasó junto a esa localidad.


El destape mediático
Los medios chinos, por su parte, criticaron abiertamente el hecho de que el gobierno provincial y la petroquímica estatal National Petroleum Corporation "ocultaran la verdad" tras el accidente del 13 de noviembre. "La empresa sabía perfectamente de la contaminación y las posibles consecuencias, pero quería mantenerlo en secreto", comenta el China Daily.

"La cúpula del gobierno provincial de Jilin y representantes de la empresa estatal se trasladaron a Harbin para disculparse por la contaminación", escribe el rotativo. "Pero nunca se disculparon por ocultar la verdad", añade.

Los hechos de Harbin están dañando aún más la credibilidad de un gobierno que trata de resolver los brotes de la gripe aviar y enfrenta un creciente descontento de la población por la corrupción local.

En una acción inusual, los medios de prensa estatal pusieron en duda esta semana cómo el gobierno ha manejado la situación. "Si no se ofrece la información a tiempo, de manera correcta y transparente, habrá lugar para que se difundan rumores", indicó el diario China Youth Daily. Otros medios citaron a expertos que se preguntaban cómo llegaron los contaminantes al río, además de quejarse por la falta de recursos acuíferos de reserva y de los planes para enfrentar emergencias como estas.

Esta semana, la ONU pidió a China información sobre el derrame y ofreció ayudar a evaluar el daño ambiental. Sin embargo, aún no recibió una respuesta, dijo ayer un funcionario.


Crecer a cualquier precio
Lo ocurrido en Harbin y Chongqing es un claro ejemplo de la tremenda factura ambiental que está pagando el país asiático por la política seguida durante los últimos 20 años, de lograr el crecimiento económico a cualquier costo. El 70% de los ríos chinos están contaminados, la lluvia ácida afecta a un tercio del territorio y siete de las diez ciudades con más polución del mundo son chinas.

El gobierno central en Pekín envió ayer a Harbin a un equipo de trabajo de alto rango de diversos ministerios, con el objetivo de investigar. La concentración de nitrobenceno en el agua del río alcanzaba en esa ciudad un valor 33 veces superior al permitido.

Las autoridades chinas anunciaron que se llevarán 1.000 toneladas de carbón activo a Harbin para limpiar el río Songhua. El carbono poroso será utilizado en las centrales de tratamiento de agua para filtrarlo. Debido a su específica gran superficie, el carbón activo puede absorber sustancias tóxicas, por lo que es utilizado con frecuencia para la limpieza de aguas residuales industriales.

Sin embargo, por el momento, la ciudad no tiene una cantidad suficiente de carbón activo. Aun así, mañana se volverá a suministrar agua, aunque se advirtió que el agua corriente no se podrá utilizar como agua potable hasta que todos los sedimentos hayan desaparecido.

En Rusia, mientras tanto, crece el temor a un desastre ecológico, ya que el río Songhua atraviesa la frontera para desembocar en el río Amur. La corriente tóxica se está dirigiendo lentamente hacia la ciudad rusa de Jabarovsk, en el lejano oriente ruso.
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Los sufridos habitantes de Harbin esperan que el gobierno les lleve agua potable.

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