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 sábado, 26 de noviembre de 2005  
La inversión privada y los límites éticos

-¿Ante este panorama, cómo se financian entonces las investigaciones?

(Angelone)- Como dice el rector (Ricardo Suárez), el presupuesto actual alcanza para pagar sueldos. Y el resto tiene un financiamiento mínimo. Hay proyectos a nivel teórico, que en cierta medida pueden continuar sus actividades. Pero hay otros, como los de las ciencias naturales, que necesitan comprar equipos, equipar laboratorios, viajar, etcétera. Y éstos muchas veces se sostienen por el propio producido de los investigadores, por ejemplo en tareas de asesoramiento al medio. Es decir que el investigador no sólo tiene que tener la preocupación de investigar, sino también la inquietud de ver cómo obtiene sus recursos.

-¿Cómo cuidar que el financiamiento que otorgan algunas empresas no terminen transformando a las universidades en consultoras baratas de las grandes corporaciones?

(Angelone)-Es muy difícil. Y aquí hay que manejarse con un nivel ético muy elevado. Porque obviamente la universidad tiene la obligación de brindar al medio todo el conocimiento que generó. Pero no estaría bien que las empresas se aprovecharan de este conocimiento en forma barata porque el investigador necesite dinero para poder seguir con sus proyectos. Y tampoco estaría bien que las empresas condicionaran los resultados o para dónde llevar la investigación. Es decir, que tengan la suficiente libertad de acción, para que todo lo que está generando sea conocimiento puro y que no esté desviado por políticas empresariales. Por ejemplo, cuando se trabaja en auditoría, se tiene que tener muy claro qué es lo que está viendo, no puede sesgarse hacia un lado. Entonces, nos pueden ayudar las empresas privadas, pero siempre y cuando se respeten ciertos límites de ética y de libertad de investigación.

-¿Cuál es su visión de que las universidades fueran declaradas consultoras privilegiadas del Estado?

(Angelone)-Las universidades se constituyen como consultoras cuando (Domingo) Cavallo mandó a los investigadores a lavar los platos. Eso hizo que tengamos que generar nuestros propios recursos para seguir funcionando. Y empezamos a hacer la competencia con los mismos profesionales que salen de la universidad. Y esa es otra línea fina. Porque la universidad no debe competir con sus graduados, sino que debe actuar en aquellos lugares donde, si el equipamiento que hace falta el profesional privado no lo tiene, entonces que pueda acercarse a la universidad a pedirlo. Así se vincula al profesional con la universidad para sacar un producto de mejor calidad. Pero todo aquello que un graduado puede hacerlo por su cuenta no debería hacerlo la universidad. Ahora, con respecto a la declaración de "consultoras privilegiadas", creo que se buscó una transparencia, y bajar costos. Por ejemplo, en el ámbito de la ingeniería, la mayoría de las consultorías eran hechas por instituciones extranjeras, con costos a nivel internacional. Y para la universidad, nos vino bien porque fue una inyección que permitió la vinculación al medio y a su vez tener recursos. En algunas casas pareciera que esta relación está demasiado forzada. Pero no lo veo mal del todo.

-En el escenario actual, en donde se intentan priorizar las ciencias "duras", ¿cuál es el rol que les cabe a las ciencias sociales?

(Quiroga)- Creo que tienen una gran tarea por hacer en lo que hace a poder pensar la Argentina. Creo que las ciencias sociales tienen que recuperar un espacio ahí, ser un medio que colabore con la posibilidad de organizar un proyecto estratégico. También veo una cierta disociación entre el Estado y los intelectuales que provienen de las ciencias sociales. Históricamente ha habido una relación muy tensa. Entonces, creo que el Estado debería aprovechar a sus recursos que provienen de las ciencias sociales, y al mismo tiempo estos recursos deberían tener un espíritu más abierto hacia el Estado. Eso me parece que es una tarea que de los dos lados debería generar y producir cambios para que haya un encuentro fructífero.
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