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 sábado, 26 de noviembre de 2005  
¿Por qué la educación sexual en las escuelas?

Zulma Caballero (*)

Las principales instituciones que tienen a su cargo la educación infantil son la familia y la escuela. Ahora bien, la escuela ha sido creada para proporcionar una serie de conocimientos que requieren una preparación especial, unas técnicas de enseñanza y, sobre todo, lo que suele denominarse "conflicto sociocognitivo", que promueve la interacción y la comunicación en el aula.

Entre las cuestiones de las que se ha ocupado la escuela con muy buenos resultados, se destaca el tema de la salud, sobre todo en sus aspectos preventivos. Siempre se ha solicitado a la escuela que contribuya en el control de vacunas, enseñanzas sobre higiene y cuidado corporal, campañas contra enfermedades infecciosas, salud odontológica, medición de talla y peso para prevenir desnutrición, observación de las condiciones de la vista, entre otras tareas. Y siempre las consecuencias han sido favorables, ayudando a una vida de mejor calidad.

La docencia realiza una tarea que en la casa no se puede hacer, porque hacen falta una serie de conocimientos pedagógicos, psicológicos y científicos, para los cuales maestras y maestros reciben permanentemente la capacitación que hace falta. Cada vez que aparece una problemática en el campo de la salud, todo el mundo se pone a estudiar lo que hay que enseñar, sabiendo lo importante que es para el crecimiento infantil. Así, desde muy temprana edad, se va alcanzando la información actualizada que la ciencia obtiene día a día.

En una sociedad cada vez más complicada, aparecen nuevas demandas. Hay países donde niñas y niños comen demasiado, o demasiado mal, y al consumo de golosinas, gaseosas, bocadillos grasosos, se suma la pasividad durante horas y horas frente a la computadora o la tele. Es por eso que ahora se pide a las escuelas que enseñen a comer mejor; hasta se aprende a preparar platos, lavar los comestibles, seguir recetas identificando los valores nutritivos. Madres y padres han podido apreciar y valorar la acción educativa de la escuela en su articulación con la salud.

Todo esto habla de la importancia vital de la escuela para proporcionar conocimientos indispensables para la vida, aunque no sólo en el campo de la salud. Aparece aquí la educación sexual como un espacio cada vez más central, ya que hoy en día se requieren aprendizajes nuevos e indispensables, que si no se adquieren en la infancia puede comprometerse el futuro entero de una persona. Es por eso que la escuela es el lugar óptimo para la educación sexual.

Si bien la familia proporciona saberes básicos sobre la sexualidad humana, la escuela posee las estrategias para realizar una tarea pedagógica sistemática y planificada, al establecer relaciones con todo un programa de contenidos escolares. Esto requiere dispositivos especiales, materiales didácticos, experiencia sobre psicología infantil y adolescente, reflexión, evaluación.

Yo misma, como maestra, siempre he recibido los pedidos (sobre todo de las madres), para que charlara con chicas y chicos: "Por favor, enséñeles sobre los cambios corporales, a mí no me sale", "a mí me da vergüenza", "yo no sé cómo encararlo", "no me preguntan", "me preguntan demasiado", "empiezo a hablar y se me terminan las palabras", son algunas de las expresiones escuchadas.

Otras veces, algún niño ha llegado con algún preservativo usado y recogido en la calle, y hemos tenido que improvisar una clase explicativa para dar respuestas y para que comprendan los peligros. Jamás la familia ha perdido autoridad cuando en la escuela se enseñan temas relacionados con la vida.

Por otra parte, muchas veces la escuela debe hacer frente a los estereotipos sexistas que la sociedad en general (y en ocasiones también la familia) siguen sosteniendo. Machismo y violencia doméstica, abuso sexual, desigualdad de oportunidades debido a la pertenencia sexual, son problemas para los cuales los docentes se están preparando, ya que amenazan el ejercicio de la democracia.

Por todo esto, resulta extraño cuando alguien rechaza que la escuela asuma su responsabilidad de educar en un área tan sensible. A veces pareciera que se pretende ubicar a la sexualidad en un lugar apartado de la vida, confinándola como si fuera algo intangible, misterioso y abstracto. Porque sabemos que desde muy pequeños niños y niñas quieren saber y explorar, y de allí los múltiples "por qué", que los padres a veces eluden: "Más tarde te cuento", "cuando seas grande te diremos", "esperá que ahora estoy ocupada".

Pensar en una educación sexual responsable, ética, realista, sensata, fundada científicamente, nos habla de una expresión esencial: educación integral. Esto quiere decir abordar la sexualidad relacionándola con valores, para que se pueda aprender a cuidar y a disfrutar, cuidando también a los demás; y sobre todo, sin reducir la sexualidad a la cuestión de la genitalidad.

Pero no hablo de valores solamente ideales, sino de aquellos que se incluyen entre los derechos humanos. Pienso en una educación sexual para la convivencia, que apunte a la búsqueda de una sociedad mejor, más tolerante, más respetuosa, más libre, donde la sexualidad se incluya con armonía y equilibrio.

Vemos que maestras, maestros, profesores, se están movilizando para enseñar mejor, ya que hace falta cada vez una mayor capacitación. Y volviendo a la pregunta inicial: ¿por qué educación sexual en las escuelas? la respuesta es: porque en la hora actual es imprescindible, ya que es un campo disciplinar específico y un excelente espacio para el despliegue de la pregunta infantil, para ayudar a la juventud a crecer saludablemente.

(*) Doctora en filosofía y ciencias de la educación


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