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 domingo, 13 de noviembre de 2005  
Los herederos de Bras

Los animadores rosarinos reconocen en Luis Bras a su maestro, el iniciador de la animación de tradición independiente por la década del 60, cuando él cursaba sus cuarenta años.

Bras tenía una presencia múltiple en la ciudad. Fue el creador de más de 300 cortos publicitarios de animación en el estudio Camilo Serbali, padre de dibujos como el avestruz de Radicura o el gauchito de Paladini. Hacía instalaciones temáticas en las galerías del centro, o mezclaba sus animaciones en la vidriera de La Favorita, entre los goles de los clubes de la ciudad.

Junto a sus trabajos comerciales "por encargo", Bras desarrolló las posibilidades de la animación experimental en una búsqueda permanente de los límites del lenguaje. Sus trabajos se convirtieron en una especie de manual, una fuente de retorno permanente para los realizadores. Sus discípulos le reconocen un espíritu generoso y abierto para compartir sus experiencias y transmitir una actitud de riesgo creativo, muy personal, ante el oficio.

Esas características parecen marcar el desarrollo de la animación en Rosario. El espíritu de equipo prevalece en los animadores, que colaboran en sus trabajos, se transmiten experiencias, impulsan juntos los caminos para que la actividad mantenga su espacio y crezca.

El seguimiento de la animación es más sencillo durante los primeros años porque el acceso a los materiales y la tecnología condicionaban la actividad. No había computadoras, ni programas de animación al alcance de cualquiera que pueda acceder a Internet. Los trabajos debían filmarse en una cinta comprada en Buenos Aires y luego de filmarlos, enviarlos a revelar para saber lo que había quedado registrado. Después quedaba la edición, que tampoco estaba en manos de los creativos. La llegada del video no sumó a favor del trabajo de animación, el soporte no era el mejor.


nuevos espacios
Durante ese tiempo, el taller de Bras funcionó como un semillero de dibujantes y animadores. La segunda tanda de realizadores de dibujos animados llegó con la creación de la Escuela Provincial de Cine y Televisión, donde Mario Piazza derivaba a los alumnos, nuevamente, hacia el taller de Bras. La escuela no tenía un taller de animación, ni lo tiene aún. En 1985 ingresaron Pablo Rodríguez Jáuregui, Mariana Wenger y Esteban Tolj, que formaron el grupo Nibelungos.

Los animadores encontraron otro escenario posible con la llegada del programa "Caloi en su tinta", que comenzó a emitirse en Canal 7, durante 1991. Fue un gran impulso, una vidriera que permitió más movimiento y posibilidades de crecimiento.

Otro espacio surgió en Rosario con el Festival Latinoamericano de Video, a partir de 1992.

En el 96, después de la muerte de Bras, Rodríguez Jáuregui y Tolj alquilaron el taller del maestro, ordenaron el material que encontraron de todos los que participaron de ese espacio y organizaron un museo, videoteca y biblioteca. Durante dos años funcionó nuevamente el taller del cual surgieron animadores como Diego Rolle, Francisco Pavanetto o María José González, entre otros creativos que desarrollaron carreras propias. El lugar canalizó a la vez la inquietud de otros dibujantes cono Silvia Lenardón, Max Cachimba, Florencia Balestra, Luis Lleonardt o Chachi Verona, grupo del cual surgieron trabajos como "The planet", "6 canciones" o "Dibujos mudos".

Al cierre del taller se consolidó "El sótano cartoons", un equipo formado por Tolj, Rolle y María José Beccaría, que produjo el mayor promedio anual en minutos de animación realizados en Rosario.

El desarrollo de la animación cambió con la incorporación hogareña de las computadoras, y la facilidad de acceso a los programas de animación y su interpretación. Aún así, los canales de difusión siguen siendo contados y en esa salida los animadores mantienen el espíritu de equipo que los impulsa a buscar metas posibles para que todos los que quieran puedan vivir contando historias propias en dibujos animados sin irse de Rosario.
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