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 domingo, 13 de noviembre de 2005  
[Nota de tapa]
Un universo de dibujos rosarinos
Un compilado de siete horas reconstruye los inicios de la animación en la ciudad. Pablo Rodríguez Jáuregui, uno de los impulsores y pioneros de la actividad, cuenta la historia de la producción y el futuro que sueña para ella

Paola Irurtia / La Capital

Los dibujos animados comenzaron a moverse en Rosario hace 40 años, pero ahora, por primera vez, esos trabajos se encuentran reunidos en formato de DVD, listos para dejarse mirar. Es una recopilación que reúne 100 cortos realizados entre 1965 y 2005, los "40 años de animación en Rosario" que le dan nombre. Tiene una duración de más de siete horas, a través de la cuales, y de la mano de la edición, se muestra lo más significativo de la producción local. El trabajo fue compilado por Pablo Rodríguez Jáuregui, con el impulso de los herederos de Luis Bras- maestro indiscutible de los animadores rosarinos- y lleva el sello del Centro Audiovisual Rosario.

Presenta al público obras fundacionales de Bras -fallecido en 1995-, como "Bongo rock", "La danza de los cubos" o "El danubio azul"; una galería con los trabajos de Rodríguez Jáuregui, Esteban Tolj, Diego Rolle, Mariana Wenger, El Niño Rodríguez, Flor Balestra; videos y cortos de Max Cachimba y Chachi Verona, y trabajos de otros realizadores en un abanico que despliega técnicas, estéticas y relatos. Es un relevamiento en el que Rodríguez Jáuregui encuentra la esperanza de que el trabajo funcione como una meta para los nuevos realizadores. Y así llegar a un destino concreto: un sistema de distribución y exhibición de los trabajos "para que no se pierda todo el patrimonio cultural" que sostienen los dibujantes y animadores de la ciudad.

El compilado, que fue exhibido por primera vez en el Festival Latinoamericano de Video 2005, se presentó el viernes pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro) como parte de un raid nacional. Pasó por la Facultad de Bellas Artes de La Plata, de la mano de Rocambole; hoy se verá en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), mañana estará en el Festival de Cine y Video de Santa Fe y el próximo fin de semana volverá a verse en Rosario en el encuentro de Cómics e Historietas que se realiza en el Centro de Expresiones Contemporáneas. El trabajo irá luego al Festival de Animación de Salto (Uruguay), y participará de una presentación en un videoclub de Córdoba. La ronda lo dirige hacia dos direcciones esperadas: la de exhibir los trabajos de los realizadores y la de dejar, por ahora en contados sitios, un relevamiento de la animación realizada en Rosario.

La idea, precisamente, surgió a partir de esa falencia. Los textos o revisiones de la animación nacional no encontraban más referencias del trabajo en la ciudad que notas aisladas, mostradas como un logro individual, lejano al espíritu colectivo que esgrimen los realizadores y que se puede ver tanto en los créditos de los cortos como en un recorrido por la historia y devenir de las producciones.

La publicación del libro "Breve historia del dibujo animado en la Argentina", de Raúl Manrupe, editado por el Centro Cultural Ricardo Rojas de Buenos Aires, convenció a los locales de la necesidad de reunir los trabajos para darlos a conocer. "Sólo hay cuatro páginas sobre Rosario- lamentó Rodríguez Jáuregui-. Lo hizo un amigo, piola, pero al que le faltaba información. Ahí apareció el convencimiento de que había que hacer una compilación completa".

La mayoría de los trabajos hechos en la ciudad estaba en manos del realizador, que en 1996 reabrió junto a Esteban Tolj el taller El Sótano, el mismo espacio en el que trabajaba Bras. Entonces ordenaron el material que estaba allí, donde encontraron obras que incluso el propio maestro consideraba perdidas en su currículum. A esas obras se sumaron las que forman parte de la colección del Centro Audiovisual Rosario, que tiene en su videoteca todo el material producido en la ciudad desde hace 13 años, a partir de la convocatoria que logra el Festival Latinoamericano de Video.

En la selección, los editores comprimieron algunos trabajos, pero la mayoría de los proyectos quedaron reseñados. Hay un informe sobre realizaciones de un centenar de alumnos que pasaron por el taller de Bras; se fragmentó "The planet", una conjunto de 18 cortos realizados sobre un disco de Fernando Kabusaki, de los cuales sólo quedaron las animaciones de los realizadores rosarinos; y otro informe condensa las producciones realizadas en formato super 8 en los primeros años de la Escuela provincial de cine.

La primera tirada está compuesta por unas 200 copias hechas de a una en una PC hogareña y el presupuesto supone una segunda tanda igual. Todos los ejemplares van a ser distribuidos en escuelas de cine, talleres, videotecas y espacios relacionados con la animación. El trabajo no está a la venta, aunque los realizadores no descartan que el año próximo encuentren el apoyo necesario para editarlo y ofrecerlo al público.


QUE SE MUEVE EN ROSARIO
Rodríguez Jáuregui espera que este relevamiento de la animación en Rosario sume datos para responder a la pregunta de si hay una movida, o una corriente que defina a la ciudad en su diferencia con otras. Y que esa lectura, hecha desde "afuera" -por otros sitios del país o del exterior- pueda encontrar en los materiales elementos que a los realizadores locales se les pasan de alto por la cercanía.

De esa movida rosarina por los dibujos, los cómics y la animación hay un comienzo en el taller de Bras y un impulso que nace junto al regreso de la democracia, desde las páginas de la revista Fierro. Allí publicaban sus primeros trabajos Max Cachimba, Maus, El Niño Rodríguez y El Tomi, disparadores del primer imaginario colectivo sobre la movida de dibujantes en Rosario.

La inquietud la compartía el mismo Jáuregui, desde su Santa Fe natal, que siguió el llamado y se radicó en Rosario. Veinte años mas tarde de ese momento, está convencido de que la madurez y los conceptos gráficos que se encuentran en las producciones rosarinas están al nivel de cualquier producción internacional. "Acá encontrás personas que tienen un discurso elaborado durante años, con mucho nivel y aunque sean trabajos de bajo presupuesto, técnicamente muy modestos, las ideas que están ahí adentro son muy maduras", señala Rodríguez Jáuregui.

Algo de ese carácter de los trabajos nació en el estudio de Bras, que defendía el concepto artesanal de la animación, llevando al extremo la idea de "cine puro". Bras hizo trabajos como "Bongo rock" con una intervención directa sobre la película, sin utilizar una cámara para filmar. "Trabajó muy cerca del concepto de un artista plástico, directamente con los elementos: el filme, la emulsión, los dibujitos", describe Rodríguez Jáuregui.

El soporte que utilizaba el ya mítico Bras para trabajar y la falta de copias de sus obras hicieron que muchas de sus creaciones se estropearan y que para acceder a las que hoy pueden verse Bras haya tenido que rehacer todo el trabajo en otro formato, como hizo con los cortos que hoy forman parte de la recopilación, rehechos a partir de una beca que lo llevó al National Film Board de Canadá. El instituto del Estado canadiense que produce obras con el único requisito de que tengan relación con su cultura, tiene salas en todo el mundo donde proyecta las obras de sus realizadores. Una especie de situación ideal para los rosarinos, porque con la distribución y exhibición garantizadas, lo único que resta es pensar en el trabajo.


SIN RED
Para Rodríguez Jáuregui, entre la forma de trabajo de Bras y la producción industrial no hay muchas paradas intermedias. "Encontrar una forma de producción industrial, de explotar los dibujos para encontrar un nicho en la tele, o en Internet inmediatamente te lleva a alejarte un poco de la cuestión personal y buscar algo más universal", advierte. En Rosario, y al hablar de realizadores independientes la cuestión es diferente. "Te encontrás que un tipo adulto, con una carrera hecha y la posibilidad de explotar comercialmente su talento se embarca en proyectos con riesgo creativo, que no sabe a dónde van a ir a parar e igual le dedica meses y con una interacción importante (con sus pares). A falta de comercialización -explica-, cada uno hace lo que tiene ganas de hacer en ese momento. Es absolutamente inseparable el dibujante de los que está dibujando. El tema de la artesanía pasa por ahí, por la relación con el trabajo que estás haciendo, sin la necesidad de disfrazarte, de cubrir la expectativa de competir con un Patoruzito, porque estás en otro andarivel".

El compilado de los 40 años de animación apunta a dar un paso en ese camino abierto. Jáuregui rescata también el espacio de "Ojo de pez", que se abrió en Canal 5, donde se proyecta una hora semanal de producción local. Lo entiende como dos vías, una la de plantear un formato televisable y pelear por un espacio para este tipo de producciones; y la otra, como un camino para plasmar un espacio ajeno a los criterios del rating, a la manera que lo hace el canal porteño Ciudad Abierta, los canales universitarios, sellos que editen el material para su comercialización, o salas que puedan sostener una programación continua.

Rodríguez Jáuregui calcula que en los tres años de la Escuela Provincial de Cine y Televisión, las cátedras de televisión en la Escuela de Comunicación Social, el taller de Producción Audiovisual de Bellas Artes y el espacio en la Universidad Abierta Interamericana hay unos mil creadores trabajando con material audiovisual en Rosario. "Ese es un capital que se desperdicia por falta de una política de exhibición. El hecho es que se generan muchas horas por año de material muy distinto al que se ve por la televisión. Hay documentales, ficción, trabajos que están en un registro muy útil para amasar el tema de la identidad local, que es parte del patrimonio cultural de la ciudad y no hay dónde meterlo".

La idea del realizador es que el año próximo el proyecto continúe como recopilación y motor para incentivar a los chicos que están trabajando en animación con una meta concreta. El paso siguiente, que todo ese material sea capitalizado por las políticas culturales del Estado.


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Rodríguez Jáuregui fue el compilador del trabajo.

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