La Cumbre. Hoy llegan los Jefes de Estados en medio de un clima de ansiedad y preocupación entre los marplatenses

Mar del Plata, lista para el Día W

Se espera que comiencen las marchas de repudio al presidente Bush. Chávez hablará en la Contracumbre

Javier Felcaro (enviado especial) / La Capital

Los marplatenses consumen con ansiedad y cierta preocupación las pocas horas que restan para que su ciudad se sature de marchas en repudio al arribo del presidente estadounidense, George W. Bush, a la IV Cumbre de las Américas, que comienza mañana. Como paso previo, hoy se reúnen los cancilleres y llegarán los jefes de Estado.

Las calles del principal balneario argentino lucieron ayer más pobladas, al igual que las playas (tras un inicio de semana otoñal), que regalaron postales impensadas: policías jugando al fútbol una vez cumplido el turno de custodia y piqueteros con sus clásicos chalecos identificatorios, aunque en bermudas (el primer tren anti-Bush llegó en la madrugada del martes).

Sin embargo, otro estado de ánimo se abre paso: todo estará cerrado entre hoy y mañana en la avenida Independencia y Luro, punto de partida de la marcha que culminará en el estadio mundialista, escenario del acto que protagonizará el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, plato fuerte que ofrece el amplio menú de la III Cumbre de los Pueblos (o Contracumbre), que apuesta a reunir a más de 30.000 personas.

Consultado por La Capital, un vocero de la embajada de Venezuela ratificó la presencia de Chávez en el acto central de la Contracumbre. "Se malinterpretaron los dichos del presidente. No estará en la marcha por razones de seguridad, aunque sí lo hará en el estadio. Y habrá discurso", prometió el diplomático.

En Independencia y Luro también confluirán aquellos que vayan llegando a último momento, como Diego Maradona, el cineasta yugoslavo Emir Kusturica, el líder cocalero Evo Morales y el diputado nacional Miguel Bonasso, todos a bordo del Tren del Alba. Según lo previsto, la formación partirá hoy, a las 23, de Constitución (Capital Federal) para arribar a las 7 de mañana a La Feliz.

Si bien los organizadores de la Contracumbre se hartaron de repetir que la marcha será pacífica, las luces de alerta se encienden en los pasos que dará la columna integrada por los denominados piqueteros duros y los partidos de izquierda, que intentará llegar hasta la zona de exclusión. "Si tocan una reja, les dan maza", graficó uno de los mozos del bar Jockey Club, señalando a los policías bonaerenses pertrechados con equipos antidisturbios y apostados detrás del cerco.

Por eso, a los varios negocios, tanto del macro como del microcentro (shoppings y bancos), que ya anunciaron que mantendrían sus puertas cerradas, se fueron sumaron los comerciantes de Luro (desde la estación de ferrocarril hacia el centro) y los emplazados en la zona del complejo universitario.

Al tiempo que los empleados de una farmacia se esforzaban por resguardar con chapas la vidriera del local, el dueño de una inmobiliaria ubicada en Corrientes al 2100 priorizó el ingenio ante la falta de recursos: forró el frente del comercio con carteles que promocionan alquileres o ventas de propiedades.

Lejos de tanto blindaje, miles de delegados de distintas organizaciones sociales, políticas y culturales continuaron deliberando en el Polideportivo, bajo la consigna "Otra América es posible". El premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel (uno de los organizadores) volvió a acusar recibo del impacto mediático que generó la participación de Maradona. "Tal vez tome conciencia, porque no suele participar de estas actividades", chicaneó.

Mientras el ministro del Interior, Aníbal Fernández, se instalaba para pilotear en persona el operativo de seguridad para los 34 jefes de Estado, buques de la Armada y Prefectura, junto a gomones y motos acuáticas, siguieron realizando maniobras en la costa, frente a la rambla. En sintonía, helicópteros de Prefrectura y Gendarmería y aviones Pucará surcaron el cielo.

En el Hotel Hermitage, epicentro de la Cumbre, funcionarios argentinos se mostraron satisfechos por las afirmaciones de Bush de que está dispuesto a ayudar al país en la negociación con el FMI. Fue una respuesta al pedido que, en persona, le había hecho Néstor Kirchner el viernes.

El objetivo de la Casa Rosada es alcanzar un nuevo acuerdo con el organismo de crédito multilateral. Y muchos recuerdan la ayuda norteamericana dentro del Grupo de los Siete (G-7) respecto a las políticas de apoyo al país frente a la crisis económica desatada en el 2001.

Paralelamente, continuaron las reuniones para definir el documento final de la cumbre (Estados Unidos insiste en incluir el Alca en el texto), que pasará por las manos de los cancilleres, que se reúnen hoy, antes de que los presidentes estampen sus firmas.


El privilegio de estar afuera
En una ciudad partida en dos, la apertura de catorce nuevos accesos -vigentes hasta hoy- trajo algo de alivio a los marplatenses. La medida evitó las largas colas de personas y vehículos que esperaban para entrar o salir, credencial en mano, de la zona de exclusión (abarca unas 250 manzanas) delimitada por un triple vallado de paneles de acero soldados entre sí y clavados en el piso (ver infografía).

Sin embargo, los comerciantes que quedaron dentro del área restringida están molestos: nadie entra a los negocios, con el consiguiente daño económico, y no hay respuestas a sus quejas. A la réplica esgrimida desde la Municipalidad de que sólo se trata del 7 por ciento de la población, responden: "Acá viven los que más consumen (muchos de los cuales emigraron de la ciudad)".

Otro es el cantar para los que están fuera del cerco, beneficiados por los extranjeros, especialmente norteamericanos y brasileños, que recorren la peatonal San Martín de punta a punta y copan restaurantes.

Hoy George Bush llegará a la "blindada" ciudad de Mar del Plata.