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 domingo, 30 de octubre de 2005  
El norte santafesino, zona de aterrizaje para el contrabando
Un camino rural o una lonja de campo sin sembrar son sólo dos de las posibilidades usadas por aeronaves que bajan cargadas de cigarrillos o drogas. A pesar de los controles, no hay radares y el negocio continúa

Leo Graciarena / La Capital

San Cristóbal (enviado especial).- El norte de la provincia de Santa Fe es una inmensa pista de aterrizaje al alcance de cientos de contrabandistas voladores. El cielo santafesino es un verdadero colador por donde ingresa mercadería, preferentemente cigarillos y drogas en pequeñas avionetas. Eso surge de la simple observación y de los testimonios de integrantes de la fuerzas de seguridad nacionales y provinciales que patrullan las rutas de cinco departamentos al norte del río Salado y que, muchas veces por desconfianza, no entrecruzan información entre ellos. "Acá no podés confiar en nadie", se sinceró un pesquisa. En un año, la Fuerza Aérea interceptó 250 vuelos irregulares en el noreste argentino, muchos de los cuales tenían como destino la provincia de Santa Fe. Pero esa información es parcial, ya que los radares que barren esa región (ver aparte) funcionan sólo 8 horas diarias.

Es imposible precisar cuántas son las pistas clandestinas en el norte de la provincia. Y eso pasa a ser un dato menor cuando de la observación y la consulta surge que las avionetas pueden aterrizar en la mayoría de los campos de la zona o en caminos rurales, según coinciden las fuerzas de seguridad y los pilotos. Según la jefa de policía de la provincia, Leyla Perazzo, sólo hay detectadas cuatro pistas clandestinas en el norte santafesino. "En su mayoría son caminos rurales", explicó los primeros días de octubre. Sin embargo, un informe de Prefectura Naval de 2002, sostiene que "en el norte de la provincia había 30 pistas" no autorizadas.

El norte de Santa Fe es parte de una zona roja que incluye las provincias de Formosa, Misiones, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Córdoba y Santiago del Estero. Hasta allí llegan las pequeñas avionetas Cessna y Piper que tienen una autonomía de vuelo de entre 5 y 6 horas. Esas naves, que aunque no sea lo ideal pueden funcionar con nafta súper, pueden cargar entre 50 y 70 cajas con 50 cartones de cigarillos o entre 400 y 500 kilos de droga. Se estima que la evasión al fisco por contrabando de cigarillos oscila en los 140 millones de dólares. En la calle, según estimaciones policiales, el gramo de cocaína ronda los 25 pesos y el de marihuana los 5 pesos.


Cualquier lugar es bueno
"En el norte podés bajar en cualquier lado. Eso no es problema. En parte lo que dice Leyla Perazzo es cierto. Es rentable tener el campo sembrado, pero para bajar una avioneta sólo hace falta tener un monte cerca donde aguantar la carga y un tramo recto de 800 metros. Ahí baja un Cessna o un Piper tranquilamente", explicó un piloto de la zona consultado por La Capital. "Los bagalleros son unos pilotos de puta madre. Vuelan desde Paraguay sin radio, solos y con la carga", explicó.

"Cuando se habla de pistas clandestinas uno imagina un sector trazado y delimitado. Pero no es así. Los que bajan son aviones chicos que pueden hacerlo en un camino vecinal, como ocurrió hace poco en Santa Sylvina, en el límite de Chaco y Santa Fe", confió el Comandante de Gendarmería Carlos Daniel Lescano, del escuadrón 51 de Tucumán.

"En el último tiempo estamos notando que ya no bajan avionetas con cigarrillos, sino que lo hacen con otros elementos como electrónica y droga, especialmente marihuana", confió un pesquisa federal. "Ahora los cigarillos conviene entrarlos vía Paraná, por agua. Así entra casi el 80 por ciento", comentó el hombre. Todos los actores que trabajan en la búsqueda del contrabando coinciden en que es determinante tener el dato preciso -de un buche (informante), de la investigación judicial o las escuchas- sobre dónde bajará o por dónde pasará la carga. "Nadie es adivino", explicó antes de aclarar: "No se puede confiar en nadie. Vos compartís un dato y cuando vas al lugar hay un cartel que dice perdiste". Pero esto vas más allá. Tampoco existe el entrecruzamiento de investigaciones judiciales con las autoridades de Paraguay, de donde salen los vuelos hacia el noreste argentino.

Pero el eje de contrabando y distribución de mercadería ilegal y droga, no es sólo un problema de seguridad. También lo es político, económico y social. Los senadores provinciales Felipe Michlig y Carlos Fascendini, presentaron desde el 8 de octubre de 2001 hasta el presente 14 pedidos de informe sobre la detección de pistas clandestinas, contrabando de cigarillos y droga -uno es sobre 8.000 cartones que desaparecieron de una comisaría tras ser secuestrados por contrabando- y, últimamente, sobre la muerte del agente rural Claudio Capdevilla. "Muchos productores que se acercaron para aportar datos se cansaron porque no vieron ningún tipo de apoyo. A los testigos hay que apoyarlos con hechos", explicó Michlig.

Uno de los primeros contrabandos de cigarrillos que se recuerde en el departamento San Cristóbal fue detectado en 1998. Eran cajas de tabaco que llegaban en manos de piratas del asfalto desde la ciudad de San Francisco, en Córdoba, y que entrababan por rutas provinciales a Santa Fe. "En aquel momento era negocio. Se compraba el atado a 60 centavos, al quiosquero se lo vendían a un peso y él lo revendía a 1,20 peso. El atado de fasos legales salía 1,80 peso", contó una fuente. Con el nuevo siglo al norte llegaron los aviones de la mano de jóvenes fumigadores que vieron en el segmento del contrabando un lugar para hacer grandes diferencias económicas y no lo dejaron escapar.

Los contrabandistas hacen la diferencia utilizando el sentido común. El contacto entre pilotos paraguayos y argentinos es casi tan fluido como el de vendedores de mercadería y sus clientes. "Si vos querés comprar un repuesto de un auto no vas a ir a preguntarle al farmacéutico", ironizó un vecino de Reconquista. "Hablás con alguien que te haga la mano con uno de los hacendados para que te libere el campo por unas horas. Total, entre que llega la avioneta y se va son menos de 20 minutos. Es un llamado y mirar para otro lado", explicó.

"Esto es como las cajas policiales", se apresuró a explicar una de las fuentes consultadas. "En el norte de la provincia lo sabe todo el mundo, pero nadie hace nada. El que no agarra a un contrabandista es porque no quiere", advirtió. Pistas clandestinas, descenso de avionetas en campos cercanos a las comunas, contrabando de cigarrillos y de droga, son todas actividades que se realizan amparadas en una compleja red de connivencia que incluye a miembros de las fuerzas de seguridad, empleados judiciales y productores rurales. Algunos lo hacen por interés económico y otros, en el mejor de los casos, por incompetencia o desidia.

Muchos de los consultados hacen blanco en el juez federal Eduardo Fariz, recientemente suspendido por el Consejo de la Magistratura. "Habría que preguntarse por qué al otro día de asumir Virgilio Palud (como juez subrogante) firmó las órdenes para realizar el procedimiento en Ceres", dijo un pesquisa. El 7 de octubre pasado, una avioneta descendió en un camino rural en la provincia de Santiago del Estero, a unos 60 kilómetros en línea recta de Ceres. Pocas horas más tarde, sobre la ruta nacional 34, en una finca a tres kilómetros al norte de Ceres, la Policía Federal secuestró poco menos de 500 kilos de marihuana, detuvo a tres personas y confiscó armas largas.

En Reconquista, entre otras cosas, recuerdan la ferocidad que tenía Fariz contra los consumidores de droga. Recordaban, con una mueca como sonrisa, cuando el 19 de agosto pasado llegaron a la alcaidía local 20 personas detenidas en Rosario por orden de Fariz. La causa madre que originaba las detenciones comenzó en mayo de 2004 con el secuestro de 40 kilos de marihuana, camuflados en 64 envases de tetra break, en cercanías de San Cristóbal, en el cruce de las rutas provinciales 39 y 2. Ese día fue detenido Ismael Leonardo Tolosa, de 30 años, quien fue liberado al poco tiempo por Hugo Rebecchi, subrogante de Fariz. Los primeros días de septiembre pasado, el subrogante Palud se declaró incompetente y giró las causas a Rosario. A dos de los excarcelados les dictó la falta de mérito y a los demás les imputó "tenencia para consumo personal".
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Un camino rural cercano a La Vizcachera, lugar ideal para el sobrevuelo.

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