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 domingo, 30 de octubre de 2005  
A 13 días de una misteriosa fuga de la subcomisaría 2ª
De policía a delincuente más buscado
La historia de Miguel Miguelez, un ex oficial que presta más servicios al hampa que los que dio con uniforme

María Laura Cicerchia / La Capital

Diez días antes de su misteriosa fuga del penal policial donde estaba preso, Miguel Angel Miguelez fue llevado a los tribunales para pedir un tratamiento médico, porque -según dijo- estaba perdiendo la movilidad de un brazo. Caminaba con dificultad a causa de la pierna herida de un disparo en su último tropiezo con la policía. Apoyado en muletas, incapaz de agacharse sin ayuda, no lograba sentarse ni pararse sin ayuda de sus custodios. "Tiene un brazo sin fuerza y una pierna hecha pomada", describió alguien que lo vio en esos días y que no puede explicarse de dónde sacó agilidad para esfumarse de una comisaría, justo el día después de que lo procesaron por la última causa de su prontuario.

El de Miguelez es un caso emblemático. Cuando parece haber saturado los límites del sistema penal, sigue sumando mojones a su leyenda de "intocable". Fue policía, pero saltó al mundo del hampa cuando guardó el uniforme. Lo atraparon, pero se colgó de un beneficio excepcional del que gozan quienes ven demorado el trámite de su causa. Salió en libertad, causó más problemas, y le dieron caza otra vez. Y volvió a encontrar una grieta para burlarse de las reglas: se fue del calabozo. Lo hizo a pesar de las evidentes limitaciones físicas que lo afectaban. Y sin que hasta el momento haya una explicación oficial coherente del suceso.

El ex policía no abandonó cualquier día el cuarto donde estaba solo en la subcomisaría 2ª de Nuevo Alberdi. Un día antes de esa hazaña le dictaron el procesamiento en un juzgado penal. La resolución del 16 de octubre pasado lo enviaba a juicio por su última aventura: un escape en auto a toda marcha, con persecución policial a lo Hollywood incluida. En esa carrera fue embestida una mujer inocente. El raíd culminó con Miguelez esposado y herido en una pierna tras tirotearse con la policía. Fue el 10 de mayo pasado.

Miguelez llevaba más de cinco meses prófugo cuando una patrulla de la Brigada de Investigaciones lo localizó en Casiano Casas al 2100. El Renault 18 rojo del ex agente entraba a una gomería. "Policía", gritaron los vigilantes vestidos de civil desde un auto particular. El auto de Miguelez ganó rápidamente la calle y se lanzó a la carrera seguido de cerca por los efectivos hasta que lo alcanzaron en la zona de la estación Sorrento del ferrocarril, donde el auto rojo de Miguelez se estrelló contra una pila de rieles.

La policía habló de un tiroteo. Dijo que Miguelez llevaba un Bersa calibre 22 con la que empezó a disparar. Una bala policial quemó a Miguelez debajo de la rodilla izquierda y estuvo varios meses internado por culpa de ese agujero que hoy le impide caminar con normalidad. En un tramo de la persecución, en Chaco y Juan B. Justo, el auto de Miguelez atropelló a Lidia Gutiérrez, de 65 años, quien sufrió traumatismos varios y un golpe en la cabeza.

Este es el incidente por el que fue procesado un día antes de su fuga. La jueza de Instrucción Nº 5, María Luisa Pérez Vara, lo envió a juicio por estos delitos: resistencia calificada a la autoridad, agravada por el uso de un arma de fuego, en concurso real con portación de arma de fuego y lesiones graves culposas. La jueza también dictó la falta de mérito a los policías que hirieron al detenido basándose en las "constancias de balazos y municiones no policiales halladas en el auto de los policías". Miguelez no llegó a enterarse de esa resolución, al menos formalmente, porque un día después de esa medida se escapó de la sub 2ª.

Mientras estuvo alojado allí, Miguelez presentó algunos escritos solicitando traslado al penal policial, en la Jefatura, dada su condición de ex agente de seguridad. Diez días antes de escapar, el acusado se presentó en el juzgado donde se apilan sus causas y pidió permiso para ir al médico. Solicitó que le realizaran un estudio para saber por qué pierden tonicidad los músculos de su brazo.

Sin embargo, con ese brazo inmóvil y una pierna herida, Miguelez se fue de la seccional de Nuevo Alberdi la madrugada del 17 de octubre. La primera versión oficial dijo que se escabulló de un recinto contiguo al penal de la seccional donde estaba esposado. "De allí pudo salir hacia un patio y saltar a una casa vecina", fue la improbable proeza que relató un oficial. Una versión mejorada sostuvo que el delincuente escapó por la puerta de calle y dejó las esposas colgadas en el respaldo de la cama a la que supuestamente estaba amarrado.

A los viejos colegas del evadido que estaban en la sub 2ª les abrieron una causa por facilitamiento de fuga en el juzgado Correccional de Juan José Alarcón. La fiscal Liliana Ditaranto solicitó que se cite como testigos a policías de alto rango, una lista de responsables y un croquis del interior de la seccional. Sobre fines de la semana, en el juzgado aguardaban las actuaciones y pericias de la División Judiciales de Jefatura para aclarar el extraño episodio.
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Miguel Angel Miguelez tiene 52 años.

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