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 sábado, 29 de octubre de 2005  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Hace unos días una lectora me envió unas palabras que a su vez ella recibió de una amiga. Palabras de agradecimiento para con la vida.

-¿La lectora será esa amiga que siempre nos reprocha que a pesar de que se la pasa enviando mails sus palabras no aparecen y no acusamos recibo de las mismas?

-La misma. Pero para que no se queje aquí reproducimos el contenido de su envío. Lleva por título: "Para vos que son tan especial para mí".

-¡Qué suerte, Candi! ¿Eso le dedicó a usted la lectora?

-No, no. Ese fue el título que la amiga de nuestra lectora le puso al texto dedicado a ella. Nuestra amiga le dejó ese título, pero no porque piense que nosotros seamos especiales.

-¡Mala suerte! Bueno, a ver, ¿qué dice esta chica?

-"Aunque me tapo los oídos con la almohada y grito de rabia cuando suena el despertador: gracias a Dios que puedo oír. Hay muchos que son sordos. Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol se mete en mi habitación: gracias a Dios que puedo ver, hay muchos ciegos. Aunque me pesa levantarme de la cama y pararme: gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo. Hay muchos postrados que no pueden. Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar porque los niños hicieron un desorden: gracias a Dios que tengo familia. Hay tantos solitarios. Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor: gracias a Dios que tengo alimentos. Hay tantos con hambre. Aunque mi trabajo en ocasiones sea monótono, rutinario: gracias a Dios que tengo una ocupación. Hay tantos desempleados. Aunque no estoy conforme con la vida, peleo conmigo misma y tengo muchos motivos para quejarme: gracias a Dios porque tengo vida. Cuando veo mis manos maltratadas por el trabajo y mi bajo salario: gracias a Dios, pues tengo manos. Algunos no tienen manos. Cuando me quejo porque nadie me quiere: gracias a Dios, porque envió a su Hijo amado a morir por mí. El me ha demostrado su amor. Gracias Padre Celestial por el aire que respiro, porque sigo respirando, pues varios han dejado de hacerlo hoy. ¡Son tantas las cosas que tengo que agradecerte! Por cada día que me permites despertar a la vida, recuerda decir gracias. ¡Gracias Señor, por darme amigos tan especiales, maravillosos con quien compartir mi vida!". ¿Qué le pareció, Inocencio?

-Muy lindo.

-Ultimamente he aprendido algo Inocencio, que me sirve cuando me pongo quejoso y protesto por cualquier cosa.

-¿Qué aprendió?

-Cuando me altero o me preocupo por cosas que en realidad no tienen demasiada importancia hago un ejercicio: recuerdo momentos muy difíciles de mi existencia, esos en los que creía que todo se acababa. Trato de concentrarme en esos instantes y los comparo con el momento que me altera. Enseguida me doy cuenta de que mi alteración es injusta, infundada.

-Cuando Dios sacó al pueblo de Israel de la angustiante y trágica esclavitud en Egipto, en medio del desierto, cuando ya estaba por concederle la Tierra Prometida, mientras dictaba las leyes que regirían su existencia le dice al profeta para que lo transmita a los demás: "Acuérdate que fuiste esclavo en Egipto". Dios lo dice para que los judíos tuvieran un trato amoroso con su prójimo, recordando siempre lo que ellos conocían muy bien: el sufrimiento, pero es una frase que sirve para muchas cosas.

-Esa es una buena frase que siempre llevo en mi bolsillo y que, precisamente, resume lo que dije anteriormente sobre las reflexiones a las que apelo cuando me asaltan momentos de injusta queja: "Acuérdate de que fuiste esclavo de verdaderas angustias, de verdaderos problemas. Acuérdate de las promesas que hiciste en esos momentos, acuérdate de que era el crepúsculo y creías ver las sombras de la noche. ¿Has de quejarte porque una nube pase y filtre débilmente y por unos instantes los rayos del sol de la mañana?

-Bien, para terminar una frase de Walt Disney: "Piensa, cree, sueña y atrévete".

Candi II

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