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 sábado, 02 de abril de 2005  
En profundidad. Elisa Carrió pasó por Rosario y dijo que el gobierno nacional es "corrupto"
"Kirchner está ensimismado"

Mauricio Maronna / La Capital

Elisa Carrió no abandona el centro de la escena opositora. Además de direccionar sus dardos contra el gobierno nacional, traza una original descripción de la Argentina contemporánea, la que va detrás del encandilamiento y que siempre se arrepiente tarde.

"El problema más profundo de nuestro país somos nosotros, los argentinos como sociedad. No queremos la verdad desde hace 30 años", resume en un extenso diálogo a solas con La Capital.

-¿Cómo decodifica los ataques verbales del presidente a las corporaciones y, a la vez, un alineamiento tan explícito con Estados Unidos?

-Una cosa es la agenda que quiere fijar el poder y otra la agenda de la Argentina. Kirchner fija como agenda el plebiscito de su persona más que de su gestión porque es un ser ensimismado.

-¿Cómo definiría el carácter de Kirchner?

-Tiene una personalidad megalómana y narcisista en extremo, al punto de la neurosis, que ha generado peleas y provocará otras. A su vez hay que detenerse en la marcha de la economía. Estas son las dos cuestiones reales de la Argentina: el autoritarismo creciente y la incontrolabilidad de un carácter que trae muchos problemas hacia afuera pero también de confianza hacia adentro. Hemos dejado de tener un presidente confiable. Tenemos a un mandatario que genera miedo en el inconsciente colectivo, muy comprometido con Souther Winds, como un hecho de corrupción, y con el Ministerio de Infraestructura, con otros hechos de corrupción. Por otro lado, la marcha de la economía no puede taparse. No estamos hablando del 2% de inflación, sino de un 50 o 60% en la canasta básica.

-Sin embargo, las encuestas marcan que el presidente mantiene altos índices de imagen positiva.

-Los índices de popularidad no son los que marcan las encuestas, aunque tampoco son bajos. El presidente está en un 50% con un riesgo profundo de bajar. No está en el 70% que dice él. Esta creciendo enormemente la imagen regular, la sociedad empezó a advertir las mentiras de este gobierno.

-¿Cuáles serían esas mentiras?

-En materia de transparencia, porque este gobierno es corrupto; en materia de economía, porque no distribuye el ingreso; en materia de relaciones internacionales, porque es absolutamente inequívoca, en materia de educación porque no hay política educativa... Es decir, las mentiras en algún momento se terminan. Y la mentira tiene dos patas: los que mienten y los que creen. Ahora empezará a desarticularse una de las dos patas: la de una sociedad que quería creer pero que no puede resistir la mentira tan violenta y vulgar que existe todos los días.

-Se dieron tres episodios muy llamativos en casi una semana: el FMI habló de falta de respeto a la propiedad privada; la SIP de ausencia de libertad de prensa y la Iglesia estuvo punto de denunciar la carencia de libertad religiosa.

-En algunos casos es objetivamente cierto.

-Pero sonó exagerado.

-Mire, la figura del tirano griego es muy interesante. Es un ser ensimismado que piensa solamente en su propio poder y finalmente muere por exceso de poder. Su megalomanía hace que se pelee, entre comillas, con los poderes del mundo pero, en realidad, no se pelea con los poderes del mundo. Se pelea con Shell pero no con Repsol; no se pelea con la Iglesia sino con un obispo resistido por todos, como Baseotto; no se pelea con el FMI porque paga rigurosamente.... Ha afectado deliberadamente las inversiones, nadie puede querer invertir si un presidente manda una especie de milicia que hoy es a Shell pero mañana puede ser a otra. Nadie decide crecer a mediano y largo plazo donde la libertad de expresión esta comprometida. Y la pelea con la Iglesia, una semana antes de Semana Santa y muriéndose el Papa, es neuróticamente la figura del exceso de poder. Lo que todo esto muestra es una barbarie cultural muy primitiva.

-En todo caso esto es un proceso que viene desde antes.

-Pero qué involución... Compare a (Arturo) Frondizi con lo que tenemos, hay diferencias insalvables. La pelea es Kirchner versus Kirchner, el presidente no puede dominar su personalidad y causa daño al país.

-Kirchner dijo que en octubre se plebiscita su gestión, entonces deberá acordar con el PJ tradicional...

-El es el PJ tradicional. La gran confusión colectiva y de algunos transversales es creer que Kirchner no es un PJ tradicional, ejerce el poder de una manera aun más autoritaria que Duhalde.

-Pero hay sectores de la sociedad que lo ven como un dirigente progresista que llegó para terminar con lo viejo.

-Esos sectores de la sociedad están confundidos. El problema más profundo de nuestro país somos nosotros, los argentinos como sociedad. Esta sociedad no quiere la verdad desde hace 30 años. Y en la medida en que nosotros no recapacitemos al lugar al que nos llevó nuestro encandilamiento estamos perdidos. Las sociedades encandiladas equivocan el rumbo. Mi lucha, más que una elección y un titular de diario, es cultural. Es preocupante que la sociedad no mire su futuro, está condenada al fracaso y a darse cuenta tarde.

-¿Y qué representa "darse cuenta tarde" en el caso de Kirchner?

-Es saquear definitivamente la energía, la tierra y los recursos naturales. Así como con Menem era el saqueo del Estado...

-Ahora, la oposición brilla por su ausencia.

-En realidad, estamos en el fin del régimen. Con el régimen se van los partidos que fueron oposición satélite. Quedan muy expuestos los partidos cómplices de esta concepción del poder, como el radicalismo. Por eso me fui del ahí.

-El gran enigma parece ser el destino electoral de la primera dama.

-En realidad es el gran dilema vulgar del familismo argentino: ¿dónde vamos a ocupar a la esposa? No es más que eso. No hay diferencias entre Cristina y el presidente.
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Carrió dijo que Kirchner no puede dominar su personalidad.

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