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 sábado, 02 de abril de 2005  
La decisión de no volver al hospital es un fuerte mensaje

Brian Murphy

La decisión de Juan Pablo II de permanecer en el Vaticano en vez de volver al hospital lo colocó en una encrucijada en la que se encuentran muchos enfermos graves: la alternativa de pasar el resto de su vida según los dictados de su propio parecer o de permitir una intervención médica en gran escala.

  El Pontífice fue “informado sobre la gravedad de su situación” y decidió permanecer en sus aposentos del tercer piso frente a la plaza de San Pedro, dijo el vocero papal Joaquín Navarro Valls, sin poder contener las lágrimas.

  Desde un punto de vista espiritual, el Sumo Pontífice, de 84 años, ha venido preparando al mundo para ese momento. A medida que su salud se fue deteriorando en la última década —alterada por la enfermedad de Parkinson y otras dolencias— sus escritos y discursos han tratado cada vez más de la ética y moral en las postrimerías de la vida.

  El mensaje general es sencillo y directo: la vida mantiene su dignidad intrínseca hasta el mismo momento de la muerte. El Papa estimuló las investigaciones para “afianzar y prolongar la vida humana” y dijo a los médicos que era un deber moral mantener la nutrición básica de los pacientes aun en “estado vegetativo”. Pero Juan Pablo II también consideró aceptable que los pacientes se nieguen a recibir remedios que causen la inconsciencia o a rechazar medidas médicas extraordinarias que puedan conducir a una “prolongación de la vida precaria y onerosa”.

  El obispo irlandés John Magi, quien fue su secretario privado entre 1978 y 1982, sostuvo que “el hecho de que no ha vuelto al hospital significa que carga serenamente su cruz y que está listo para decir esto se ha terminado”.

  El Papa tiene todo un equipo de profesionales de la salud en el Vaticano, incluyendo su médico personal, dos especialistas en terapia intensiva y un cardiólogo.

  Durante años, el Pontífice ha usado el deterioro de su salud como fuente de inspiración para los feligreses. Ahora, su decisión de no volver al hospital conlleva un mensaje poderoso, coincidieron en señalar médicos que cuidan de ancianos y de enfermos graves. “Está sentando un ejemplo maravilloso”, dijo la doctora Bárbara Paris, directora de geriatría y vicedirectora de medicina en el Centro Médico Maimónides en Nueva York. “Lamentablemente mucha gente, y tomo el caso de Estados Unidos, muere en un hospital, sin estar rodeada por su familia; aislada o conectada a máquinas aunque se estén deteriorando y a pesar de que hay límites para lo que se puede hacer”.


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