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 sábado, 26 de marzo de 2005  
Relatos de magnetismo y sanación atribuidos a un cura con carisma

La soleada tarde de otoño en el barrio Rucci y la espera por la bendición del padre Ignacio eran el marco ideal para las historias que los feligreses desgranaban a quienes los quisiesen escuchar. Como la de un matrimonio oriundo de San Lorenzo que se arrimó hasta la parroquia Natividad del Señor sólo a agradecer. Marcela Martorell se arremolinó desde muy temprano en torno a la iglesia con su marido y sus tres chicos. "La más chiquita de cinco años estuvo muy enferma y fue operada de un problema intestinal y en los riñones. Hicimos una cadena de oración y el padre oró por ella. Ahora está bien y se acercó mucho a Ignacio. Puedo asegurar que él tiene un diálogo con Dios muy profundo, es un buen mensajero del Señor", dijo la mujer emocionada.

Cerca de allí estaba María Elena, de 71 años, que arribó junto a su hijo y al resto de una comitiva desde El Trébol. "Mi hijo es alcohólico y me pidió venir a Rosario para hacer el vía crucis", confiesa la anciana, para asegurar que gracias al padre Ignacio, logró curar varias enfermedades que arrastraba hace años.

Hacia las 17, la venta de bidones para recoger agua bendita, al igual que las velas y los rosarios, comenzó a ser incesante. Alrededor del ingreso al templo ya se habían colocado largas hileras de familias sentadas en sillitas y reposeras. Tampoco faltaron el mate y los bizcochos para amenizar la tarde.

Allí estaban Amelia y Susana, ambas provenientes de General Galarza (Entre Ríos), que hicieron unos 100 kilómetros para ver a Ignacio. "Vinimos de un pueblo chico movidos por la fe, un poco por el cura, pero también para cultivar la cultura del amor al prójimo, como forma de amar a Dios", afirmó Amelia.

Ya en el interior de la parroquia se podía ver a Iris con su cartel de "Venado Tuerto" en el pecho. La mujer de 52 años organiza, desde hace siete, contingentes de fieles para llegar al vía crucis. "La gente se va de acá encontrando algo que en ningún otro lugar se encuentra, porque Ignacio te enseña a amar a Dios como nadie", afirmó.
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Una mujer pide bendición para sus seres queridos.

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