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 domingo, 06 de marzo de 2005  
El oficio de ayudar
La Comisión Católica de Migraciones ofrece asistencia integral a los refugiados

En las oficinas de la planta alta de la calle Buenos Aires 1563 funciona desde 1997 la Delegación Rosario de la Comisión Católica Argentina de Migraciones. Leandro Zaccari, un rosarino de 34 años, se desempeña como secretario del organismo. En su escritorio sobresale un racimo de expedientes y documentación de las personas que son migrantes o solicitan refugio.

El teléfono suena de manera persistente y Zaccari atiende mientras se disculpa con los ojos. Corta, pide café y explica: "A partir de 1997 percibí la necesidad de que existiera en Rosario una oficina que atendiera a migrantes y refugiados. Por lo tanto, desde el ámbito de la pastoral migratoria y fundamentalmente desde el punto de vista jurídico y asistencial, es que se conformó esta oficina cuyo delegado diocesano es el padre Vittorio Dal Bello".

La pastoral migratoria está a cargo de los padres scalabrinianos que siguen los principios ecuménicos. "En el tema de los refugiados -prosigue Zaccari- tuvimos una primera instancia en la debimos lograr que las autoridades migratorias residentes en Rosario, es decir, la Dirección Nacional de Migraciones Delegación Rosario, reconociera o diera una mayor aceptación a la Convención del Estatuto del Refugiado del año 1951".

Esta Convención fue el primer instrumento verdaderamente internacional que contempla los aspectos más importantes de la vida de un refugiado. En ella se describen derechos y conceptos como la libertad de religión y movimiento, el acceso a la educación y a disponer de documentos de viaje, así como la posibilidad de trabajar. También subraya las obligaciones de los refugiados para con el gobierno de acogida.

En esa etapa, las autoridades migratorias eran bastante cerradas para admitir o seguir todo el procedimiento que conlleva la petición de refugio. "Cuando llegaba un clandestino a bordo, muchas veces no se seguía con los trámites necesarios para realizar la petición. Entonces, a partir de allí, nuestro objetivo fue empezar a sensibilizar a las autoridades locales para que exista una mayor aceptación y poco a poco lo estamos logrando", afirma Zaccari.

La estadística demuestra que entre los años 1999 y 2001 solamente hubo dos personas peticionantes de refugio. Esa cifra se fue elevando y a partir del 2004 hubo unos 30 casos de clandestinos de los cuales el 50 por ciento ha peticionado refugio en nuestra ciudad. A nivel nacional, estimativamente son 2500 las personas que están en calidad de peticionantes de refugios o directamente refugiados.

Leandro Zaccari hace una pausa y consulta unos papeles con su ayudante, se acomoda en su silla, apoya los codos en el escritorio y cuenta de qué manera se manejan en el trato hacia estas personas. "Principalmente lo que hay que lograr es una inserción idiomática, luego una inserción laboral y a su vez ir inculcándole todo el bagaje de las costumbres. No hay que olvidar que la persona viene de un continente donde las hábitos son totalmente diferentes a los nuestros. Por ejemplo, acá hubo casos de gente del Africa que se negaba a hablar con mi ayudante porque es mujer. Eso ocurre porque allá la condición femenina es totalmente menospreciada. Entonces hay que hacer un trabajo lento y minucioso para ir cambiando esa tendencia de mentalidad", y agrega: "en esta acción humanitaria que nosotros realizamos debemos lograr que se adapten poco a poco a nuestra sociedad. Sin embargo, también decimos que el cambio de mentalidad debe producirse en nuestra propia sociedad porque aún tenemos casos de discriminación hacia estas personas por tener un color de piel diferente al nuestro".

El convenio que tiene la Comisión Católica Argentina de Migraciones con el Acnur es toda la asistencia en materia de alojamiento, comida, vestimenta, educación e inserción laboral, ya sea a través de trabajos independientes o con el fomento de microcréditos que la Comisión ofrece a los Refugiados y Migrantes.

Vuelve a sonar el teléfono y antes de levantar el tubo, Zaccari asegura: "Acá se trabaja desde el 1º de enero al 31 de diciembre, porque nunca se sabe cuando puede llegar un refugiado".
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