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 domingo, 27 de febrero de 2005  
Jordania: Ciudad escondida
Sumida en el silencio y en el misterio durante varios años, Petra está excavada en la roca y su único acceso es un estrecho desfiladero

A mitad de camino entre el Mar muerto y el Golfo de Aqaba, la ciudad de Petra está enclavada en el sur de Jordania. Con la misma extensión de Portugal, pero con un 90 por ciento de tierras desérticas, la mayoría de su población (musulmana), es de origen palestino, emigrantes de las frecuentes guerras con Israel. Se trata de un país muy joven, con sólo cincuenta años de independencia, pero con diez mil de historia. Por sus tierras han desfilado griegos, romanos, bizantinos, omeyas, mamelucos, mongoles y, finalmente, otomanos. La gran revolución de los árabes en la época de Lawrence de Arabia puso fin a 4 siglos de ocupación turca.

Dedicada al comercio, Petra era el punto de intercambio entre las rutas de caravana de Arabia, Siria, Egipto, Grecia y Roma. Los nabateos, sus habitantes, se dedicaron, en principio, a saquear caravanas, pero se dieron cuenta de que era más rentable gravar a los viajeros mediante un peaje. Así, construyeron una red de fortificaciones a lo largo de la frontera oriental, y funcionaron de intermediarios entre artesanos y productores. Este sistema propició el crecimiento de Petra y la convirtió en la ciudad de paso más importante del mundo antiguo. Además, fue testigo de la ruta de grandes guerreros, como Alejandro Magno, Felipe Augusto, rey de Francia, Ricardo Corazón de León y Federico Barbarroja.


Siglos de misterio
Tras largos años de azarosa historia, Petra quedó sumida en el silencio y el misterio, a salvo de los saqueadores gracias a las tribus beduinas que protegieron celosamente su localización exacta durante siglos al considerar este lugar como sagrado. Sin embargo, en 1812, un hombre la recuperó del olvido, Johann Ludwig Burckhardt, aventurero suizo que, tras tres años de estudio de la cultura árabe, se disfrazó, tomó un nombre falso y convenció a un guía local para que lo llevase a la ciudad perdida bajo la excusa de querer hacer un sacrificio al profeta Aarón. Así, Burckhardt se convirtió en el primer occidental moderno que entró en Petra y la redescubrió para mostrársela al mundo.

Escondida tras un cañón en el sur de Jordania, Petra está totalmente excavada en la roca. Su único acceso es un estrecho desfiladero, el Siq, cuyos riscos se elevan cien metros por encima de la cabeza. Este recorrido, de más de un kilómetro, no se puede hacer en coche, sí se puede disfrutar en caballo, camello o, andando. En el trayecto pueden verse los canales de agua excavados en la roca. Los nabateos fueron unos maestros en su conservación ya que, mediante una sofisticada red de acueductos, cisternas, tuberías de barro y fuentes públicas, consiguieron tener agua todo el año. También se ven casas, inscripciones y misteriosos tramos de escaleras que no llegan a ninguna parte. A lo largo del camino, las paredes se van estrechando hasta llegar a su punto más angosto, en el que la separación es de un metro. Justo después, aparece la majestuosa fachada de El Tesoro, una de las edificaciones más impresionantes de Petra.
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Fachada del templo El Tesoro.

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