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 domingo, 27 de febrero de 2005  
Perfiles. Guillermo Cabrera Infante
Por amor a La Habana
El escritor cubano pasó los últimos cuarenta años de su vida en el exilio pero nunca dejó de pensar en su país

Astrid Riehn

Vivía en Londres desde hacía más de cuarenta años pero era como si habitara en La Habana. Guillermo Cabrera Infante nunca dejó de pensar, sentir y sufrir por su país y por esa ciudad que fue protagonista de sus principales obras, como "Tres tristes tigres" y "La Habana para un infante difunto".

"Los tiranos no serán todos iguales, pero tienen siempre el mismo fin", afirmó el escritor en su célebre texto "La efemérides" hace apenas dos años. Quizá fuera ese convencimiento el que guió su vida en las últimas décadas, muy lejos de la isla en la que nació y a la que nunca volvió a regresar desde su exilio, en 1965, y por la que -ironías de la vida- había luchado en su juventud desde el bando revolucionario que luego tanto criticó.

Guillermo Cabrera Infante nació el 22 de abril de 1929 en Gibara, el seno de una familia provinciana. Su familia era muy activa políticamente. Sus padres fueron cofundadores del Partido Comunista Cubano, por lo que el escritor estuvo en contacto desde niño con las ideas revolucionarias.

En 1941, la familia se trasladó a La Habana. En 1954 Cabrera Infante comenzó a colaborar como crítico de cine en la revista Carteles, donde firmaba con el seudónimo de G. Caín, después de haber sido encarcelado por el dictador Fulgencio Batista por lo que fue considerado "un texto obsceno". Además, fundó la Cinemateca de Cuba, aunque el dictador nuevamente se interpuso en su camino, ya que ordenó su cierre en 1956.

En 1960, Cabrera Infante publicó su primer libro de cuentos, "Así en la paz como en la guerra", con textos ambientados en la época de Batista. Para ese entonces, ya había triunfado la Revolución Cubana de 1959 y Cabrera Infante había sido nombrado director del Instituto del Cine. La revolución lo encontró trabajando para el órgano oficial del Movimiento 26 de julio, "Revolución", donde se hizo más tarde cargo del suplemento literario, e incluso acompañó a Fidel Castro en varios de sus viajes por la isla.

El reconocimiento le llegó con "Tres tristes tigres", que retrata la vida nocturna de Cuba en tiempos de Batista, y que le valió su membresía en el grupo de escritores englobados bajo el fenómeno del "boom latinoamericano", junto con autores como Gabriel García Márquez o Julio Cortázar.

Sobre esta obra, por la que ganó el Premio Seix Barral en 1964, dijo Cabrera Infante: "El libro está en cubano (...) en los diferentes dialectos del español que se hablan en Cuba y la escritura no es más que un intento de atrapar la voz humana al vuelo (...) algunas páginas se deben oír antes que leer, y no sería mala idea leerlas en voz alta".

Sin embargo, la ruptura con Castro ya se encontraba cerca. En 1962, Cabrera Infante es enviado como agregado cultural a Bélgica. Para algunos, esta distancia fue definitiva para "abrirle los ojos". Sin embargo, hay quienes señalan que el traslado al país europeo ya era, en sí, una especie de castigo.

La ruptura definitiva con Castro se produjo en 1965. Por esa época se instaló en Londres y no regresó nunca más a Cuba, donde sus escritos fueron prohibidos. Por otra parte, sus críticas a Castro se volvieron cada vez más agudas.

"La Habana era un burdel de los turistas americanos, decía el Máximo. Ahora es un burdel globalizado: para todos los turistas - siempre que traigan dólares. Es decir, como antes pero peor que antes", opinaba el escritor.

En el exilio, Cabrera Infante publicó varias obras más, como "La Habana para un infante difunto" (1979), una especie de autobiografía juvenil, "Arcadia todas las noches" (1978), cinco ensayos sobre directores de cine norteamericanos, "Holy Smoke" (1985), en inglés, un tratado sobre el tabaco y el arte de fumar, "Mea Cuba" (1993), que reúne varios artículos sobre el régimen socialista, y "El libro de las ciudades" (1999), que agrupa crónicas de viaje.

En 1997 recibió el Premio Cervantes por el conjunto de su obra. El lunes pasado murió en una clínica de Londres a causa de una septicemia. "Murió sin patria, pero sin amo", afirmó su esposa, la actriz cubana Miriam Gómez.
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Guillermo Cabrera Infante, desterrado.

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