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 domingo, 20 de febrero de 2005  
Editorial
Otro reflejo de la peor Argentina

La Argentina se ha convertido, desde un largo tiempo a esta parte, en un país donde lo más elemental dejó de estar garantizado. Años de violencia, sucesivas crisis económicas con correlatos políticos, auge de la corrupción, exclusión social y desempleo, todo bajo el sombrío paraguas del default, marcan el complejo panorama al cual se enfrentó el gobierno de Néstor Kirchner en el momento de asumir el desafío que representa el poder. Los recientes sucesos que tuvieron como epicentro el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, con el contrabando de drogas a gran escala como disparador y la remoción de la cúpula completa de la Fuerza Aérea como inmediata consecuencia, se erigen como otro episodio que marca la fragilidad del tejido institucional de la Nación.

Lo más preocupante en relación con lo ocurrido no es sólo el hecho en sí -sesenta kilogramos de cocaína que llegaron a España en valijas sin pasajero- sino los cuatro meses y medio que demoró el presidente de la República en enterarse del grave delito, que presupone para haber sido concretado la inevitable presencia de una larga cadena de complicidades.

Los interrogantes obvios suelen ser los más útiles en situaciones como la presente. Por ejemplo, ¿qué hubiera sucedido si en vez de drogas, hubieran sido explosivos el contenido de las enigmáticas maletas? Acaso sea mejor no contestar el interrogante.

El desplazamiento del titular de la fuerza, brigadier general Carlos Rohde, y su reemplazo por el brigadier Eduardo Schiaffino, así como la remoción de otros diecisiete brigadieres, expresa con nitidez la magnitud de la purga. La reconstrucción de la confianza perdida debe ser el primer paso a dar por el gobierno nacional, que no puede quedar expuesto a sufrir otro traspié semejante.

Días atrás se hacía mención en esta misma columna a la "Argentina Cromañón", aludiendo a ese país donde todos se encuentran expuestos a que alguien arroje inesperadamente una bengala y provoque un incendio. Por ahora, esa es la realidad concreta, la que se sufre cotidianamente. Construir una Nación distinta -previsible, decente y eficaz- es la ciclópea tarea que deben emprender en conjunto los argentinos si es que pretenden que tenga éxito.
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