Año CXXXVII Nº 48666
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Economía
Escenario
Mujer
Señales
Turismo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 16/02
Autos 16/02
Turismo 13/02
Mujer 13/02
Economía 13/02
Señales 13/02

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 20 de febrero de 2005  
Cosas de esta democracia santafesina

Carlos Duclós / La Capital

Muy lejos ha quedado aquella recordada definición de democracia que algunos profesores consustanciados con sólidos principios éticos e inalterables condiciones morales enseñaban, hace décadas, en las aulas de la República. "Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", decían para después hacer una gira etimológica del vocablo que heredamos de los griegos. O tal vez, estimado lector, no es que haya quedado lejos aquella definición, sino la propia democracia. No parece, al menos, que en el país se haya cumplido del todo con la definición, pues con dudas, con muchas y particulares dudas, podrá asentirse que los gobiernos han sido del pueblo, ejercidos por el pueblo y con más dudas aún sostener que se ha gobernado pensando en el pueblo. Sólo con recordar el corralito cualquier observador concluiría en que más bien ha sido todo contra el pueblo.

¿Gobierno ejercido por el pueblo? Un sistema de elección como el que impera, con la lista sábana, ha permitido a muchos políticos no queridos infiltrarse en el poder. Como bien puede constatarse, luego de 10 o 15 años de democracia argentina observamos en el plantel de la conducción política y en las estructuras partidarias siempre las mismas figuras que van cambiando de postura, pero nunca se bajan del pegaso que los lleva a su destino que casi nunca coincide con el de la masa social ¿No es así?

Esta singular situación no sólo pone de mal humor al ciudadano común, sino a los propios militantes partidarios (aquellos que trabajan de verdad allá abajo y los que aún conservan ideales y principios éticos). Será por eso que en algunas filas del peronismo la noticia de que el gobernador Jorge Obeid tiene intenciones de llevar como candidato en la lista de concejales en las próximas elecciones al actual titular del Aeropuerto de nuestra ciudad, Esteban Borgonovo, cayó como un pesado tronco sobre las expectativas inocentes. Los cuestionamientos de la militancia son múltiples. Dicen por ejemplo que su presidencia en el Concejo municipal durante el año 1995 se caracterizó por tener el presupuesto más abultado, ya que ascendió un 20 por ciento con respecto al presupuesto del año anterior. "Antes de terminar su gestión -recuerdan algunas fuentes- dictó una resolución otorgando a todo el personal del Concejo un adicional general del 40 por ciento, siendo que como abogado y con su basta experiencia debería haber sabido que los adicionales son excepcionales y particulares, alcanzando sólo a aquellos que cumplen determinadas tareas o funciones. Pero fue más allá -remarcan- y también al final de su gestión, otorgó otro adicional más, a los abogados y al procurador que trabajaban en el Concejo, no por las funciones de estos sino por el título, siendo que los títulos ya se pagaban".

Recuerdan que antes de ser funcionario del gobierno de Obeid, fue ministro del Gobierno de Reutemann y ni peronistas ni la oposición estimaron su resolución, apenas asumió, de haber confirmado en su cargo a un subsecretario al que le achacaban responsabilidad política en la triste represión de aquel recordado "diciembre negro rosarino". Algunos de sus compañeros partidarios no le perdonan, como titular del aeropuerto, que en vez de ocuparse de que Rosario tenga vuelos regulares e importantes, ande detrás de nimiedades y tras recordar que estuvo con Reutemann y ahora con Obeid lanzan sarcásticamente sobre el pobre titular del Aeropuerto una sentencia fulminante: "cualquier avión lo deja bien". ¡Ah, esta particular forma de democracia santafesina!

En las mismas filas peronistas hay también pena por la muerte de un buen hombre, Osvaldo Dinolfo. Se lo recuerda con cariño porque era uno de esos militantes que conservan intactos esos principios necesarios para que la democracia sea para el pueblo. "Ayudaba a todo el mundo" -dijo alguien que lo conocía muy bien por su anónimo pero fecundo trabajo en el Ministerio de Educación-. El día de su muerte, entre sollozos, muchas personas lamentaron la partida de Dinolfo y el hecho de que ocurriera el mismo día en que debía asumir como concejal. Sí, porque ese mismo día el militante debía jurar reemplazando al designado ministro de Recursos Hídricos de la provincia, Alberto Joaquín. Casi todos sabían que este buen hombre estaba enfermo, que su sueño era ser concejal y que su partida sólo era cuestión de tiempo.

Lamentablemente, -aseguran algunos militantes- al dejar el cargo Alberto Joaquín no renunció de inmediato y pidió una licencia lo que impidió que su sucesor asumiera de inmediato. Del por qué Alberto Joaquín, desgraciadamente, no renunció al cargo de concejal al ser nombrado ministro no se sabe con certeza. Algunos dicen que había disparidad de criterios con Dinolfo en cuanto a la permanencia de algunos asesores del ingeniero en el Concejo y que esto dilató la cuestión. Otros que algunos dirigentes le pidieron a Dinolfo que renunciara para permitir la asunción de Leticia Battaglia, lo que de ser cierto se convierte en una actitud lamentable. Lo cierto es que pasaron los días y como el tiempo y las circunstancias de la vida están ajenos a los intereses de esta particular democracia santafesina, Dinolfo murió el mismo día en que debía jurar como edil. Se quedó sin ver su sueño cumplido: el de ser concejal antes de su muerte.

Es cierto: si el actual ministro hubiera renunciado a su cargo de inmediato el dirigente hubiera podido asumir. No sucedió así, infelizmente. Parece un consuelo absurdo, acaso estúpido, pero cierto para muchísimos: "las buenas personas como Dinolfo están llamadas a la democracia de Dios".

La última historia (en realidad no es una historia, sino una breve reflexión sobre un caso patético) está vinculada con el escándalo de proporciones de este funcionario santafesino bravucón (¿un jefe de "sheriff" dislocado en Santa Fe?) que protagonizó un hecho sin precedentes en Capitán Bermúdez y del que informa este diario en la edición de hoy con puntillo y certeza. Decía el primer ministro británico James Wilson: "Cuando los pacíficos pierden toda esperanza, los violentos encuentran motivo para disparar".

Claro que este buen muchacho de Obeid no comprendió bien esta suerte de axioma británico y la emprendió contra el pobre y atribulado ciudadano. ¡Cosas de esta democracia santafesina!
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados