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 domingo, 20 de febrero de 2005  
Educación: Palabras que liberan

El ser humano es el único ser capaz de comunicarse a través de las palabras. A mediados del siglo XX, E. Cassirer, filósofo alemán, definía al hombre como un animal simbólico. Planteaba que todo ser vivo se relaciona con su ambiente a través de dos sistemas: uno receptor por la cual la especie recibe estímulos y uno efector por el cual reacciona a los mismos.

Pero en el hombre, entre ambos, hay un sistema simbólico conformado por códigos culturales, que pueden ser interpretados por los otros. Símbolo quiere decir signo, señal, emblema; pero también contraseña, encuentro, reunión, articulación. En el sentido de reencontrarse con los fragmentos de un todo disperso que al reunirse compone una unidad. El lenguaje, los mitos, los ritos, entre otros, son un claro ejemplo de ello.

El lenguaje, dice Bajtin, se deduce de la necesidad del hombre de expresarse y objetivarse a sí mismo y se hace cargo de la vida a través de los enunciados.

Desde hace tiempo, escuchamos a niños, a jóvenes e incluso adultos repetir frases hechas, agotadas, roídas, palabras fantasmas o simplemente esqueletos de palabras, dice A. Adamov, que no permiten expresar una idea coherente. En el uso tan cotidiano del vocablo "nada", el ejemplo más común: "bueno... nada" muestra la simplificación y la reproducción de un no saber qué decir o de no poder describir una determinada situación.

Ahora bien ¿qué hacer desde la escuela, sea EGB, polimodal o desde la formación docente para superar este empobrecimiento del lenguaje?

La manera de organizar el lenguaje es lo que permite la relación con el mundo. Por ello es de vital importancia trabajar con la comprensión, concepto liderado por Gardner, definida como la habilidad de pensar y actuar con flexibilidad que supone: comparar, analizar, extrapolar, justificar, vincular, codificar y decodificar. Potenciar el pensamiento reflexivo del alumno de cualquier ciclo, incluso universitario, es la principal tarea de toda institución educativa.

Adolfo Pérez Esquivel, en una de sus visitas a la Argentina, habló de liberar la palabra y volver a mirar los conceptos y señaló la necesidad de fomentar el pensamiento propio y la conciencia crítica.

Es en la escuela donde debemos revalorizar el lenguaje, la posibilidad de expresar ideas, sentimientos, convicciones. Si bien es cierto que hay que respetar los regionalismos, las características que le otorgan los hablantes de un determinado lugar, no se puede obviar que es un espacio público de transmisión de cultura y formación de personas. De lo contrario estaríamos formando una elite que habla de una manera en la escuela, pero fuera de ella repite lo que reproducen algunos medios de comunicación.

El aula ofrece un espacio y un tiempo de reflexión y análisis de los medios, de los conceptos que se usan a diario, pero para ello se requiere de docentes muy bien preparados en su etapa de formación. Esto requiere de un compromiso institucional, de apoyo del entorno familiar y un compromiso del Estado con la educación. Es un deber de todos hacer el esfuerzo por comunicarnos cada vez más y mejor.

Dice Alonso (1998) en Tierra de Lectores: "La palabra salva de la soledad, del dolor, del paso del tiempo, del miedo a la muerte, de sentirnos tan insignificantes en un mundo que muchas veces pareciera no tener sentido. La palabra libera, nos permite enfrentarnos con nuestra íntima verdad, nos permite decirle al mundo quiénes somos y como vemos al mundo".

Carina Cabo de Donnet. Profesora en ciencias de la educación y en filosofía.

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