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 domingo, 20 de febrero de 2005  
Se fue de fiesta y despertó en la morgue
Un joven atropellado por un auto fue dado por muerto y luego descubrieron que vivía

Allen Breed

Larry Green emergió de la oscuridad de manera tan súbita que el automóvil que lo atropelló ni siquiera dejó huellas de un patinazo. El impacto hizo volar sus zapatos, sus medias y una lata de cerveza que llevaba en la mano. Los enfermeros que lo examinaron determinaron que había muerto.

En las dos horas y media siguientes, el ensangrentado cuerpo de Green, con una enorme herida en la cabeza, fue colocado dentro de una bolsa negra, trasladado a una morgue y puesto dentro de una ancha gaveta, en una nevera de acero inoxidable donde se conservan los cadáveres. Había un solo problema: Green estaba vivo.

Dos semanas después de ese espeluznante descubrimiento, Green, de 29 años, se aferra a la vida con ayuda de un pulmotor en una sala de emergencia de un hospital, totalmente paralizado.

Atribulados miembros de su familia han oído con horror los relatos de los funcionarios que describieron cómo varios empleados no tomaron en cuenta una serie de indicios que advertían que estaba vivo. Algunos en esta comunidad rural donde se cultiva tabaco se preguntan cómo pudo haber sucedido... Y si no habrá ocurrido en otras ocasiones.

En una noche glacial, el 24 de enero, Green y un par de amigos fueron al almacén Ingleside, alrededor de las 8.45 de la noche, para recoger algunas latas de cerveza que pensaban llevar a su casa rodante. Según versiones de policías y de la fiscalía del condado de Franklin, Tamuel Jackson, una mujer de 36 años de edad, no tuvo tiempo de frenar su vehículo cuando se le cruzó súbitamente la figura de Green, quien intentaba cruzar la carretera para dirigirse a su casa.

Randy Kearney, un enfermero fuera de servicio, llegó al lugar a las 8.54. Green no tenía pulso ni respiraba. La sangre había formado una corona de unos 30 centímetros en torno al cráneo del herido.

Cuando los enfermeros del condado Paul Kilmer y Katherine Lamell llegaron unos momentos más tarde, Kearney les dijo que Green estaba muerto, pero pidió a Kilmer que lo examinara de nuevo.

Cuando otra enfermera, Pamela Hayes, llegó a las 9.00, Green estaba cubierto con una sábana blanca.

Cuando Perdue abrió la chaqueta de Green, varios bomberos que sostenían un trozo de lona para evitar que el cuerpo fuera visto por mirones advirtieron que había movimiento en el pecho y abdomen de Green. "Doctor, ¿está respirando?", preguntó Kearney de acuerdo con los bomberos. Perdue le dijo a Kearney que se trataba simplemente de aire escapándose del cuerpo, o moviéndose en su interior.

Los enfermeros pusieron a Green en una bolsa de plástico para transportar cadáveres y lo llevaron a una morgue cercana. Allí, Perdue volvió a examinar el cuerpo por segunda vez. Tomó una muestra de sangre, levantó los párpados de Green y olfateó la boca del aparente muerto para ver si había ingerido alcohol.

"No me siento muy cómoda con esto", les dijo Hayes a sus colegas, según un informe del fiscal del condado. Ella volvió a preguntar si Perdue estaba seguro de que Green había fallecido. El médico la calmó. Sí, estaba seguro. La bolsa de plástico con Green adentro fue cerrada, y el presunto muerto colocado en la refrigeradora donde se conservan los cadáveres.

Green probablemente se hubiera sumido en el sueño eterno de permanecer toda la noche en la refrigeradora. Afortunadamente, el policía Tyrone Hunt llegó alrededor de las 11.20 de la noche y pidió a Perdue que le ayudara a determinar la dirección que seguía el vehículo cuando embistió a Green. Esta vez, Perdue observó un ligero movimiento en Green. No pudo encontrarle el pulso en el cuello, el muslo o la muñeca, ni siquiera con un estetoscopio. Perdue llamó a enfermeros, se le practicó un electrocardiograma que detectó ritmo cardíaco.

Elaine Hicks, que vivía cerca de Green, dijo que en lugar de concentrarse en la situación actual de Green habría que pensar en el milagro de que haya sobrevivido. Por cierto, señaló, ¿quién puede asegurar que los enfermeros no estaban en lo cierto al darlo por muerto? Quizás Green resucitó. "Tal vez es el Todopoderoso", dijo la mujer, de 57 años. "El siempre es el encargado de pronunciar la última palabra". (AP)
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Larry Green, la víctima del insólito caso.

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