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 sábado, 20 de noviembre de 2004  
Flexibilidad, mérito del idioma

El III Congreso Internacional de la Lengua Española se está desarrollando en la ciudad con señalado éxito, y no sólo por la calidad de los asistentes sino por la fervorosa participación de la gente. Entre los múltiples y significativos actos, paneles y sesiones que se desarrollaron hasta ahora, el que acaso más profunda relación tenga con la evolución cotidiana del idioma haya sido la presentación del Diccionario Panhispánico de Dudas, cuyo contenido refleja la sana evolución que han experimentado los criterios de la Real Academia en torno de la aceptación de regionalismos y modismos del habla.

Aunque la edición impresa de la obra recién estará a disposición del público en mayo del año entrante, ya puede accederse a su versión digital, que contiene siete mil respuestas. El destinatario natural de tamaño esfuerzo son los cuatrocientos millones de hispanohablantes que existen en el globo.

Para los argentinos la sorpresa que presenta la edición es la inclusión de vocablos extraídos del lunfardo, entre ellos "telo", popular modismo que significa albergue transitorio.

Saludable, sin dudas, es el rumbo que han decidido tomar los académicos, quienes resaltaron que los principios del flamante compendio se cimentan básicamente en el respeto por los regionalismos y en no anular vocablos locales, sino en incorporarlos en base al consenso.

Los especialistas saben muy bien que las lenguas que han logrado superar la dura competencia que enfrentaron en distintos momentos de la historia han conseguido el éxito en base a dos capacidades simultáneas y aparentemente contradictorias: la de conservar intacta su estructura y la de absorber sin inconvenientes las palabras provenientes de otros idiomas.

El castellano, que ya tiene mil años de vida, ha demostrado con creces su habilidad para sobrevivir, a tal punto que en el presente puja con serias posibilidades para convertirse en la segunda lengua de Occidente.

La flexibilidad, entonces, debe ser considerada una virtud. Y así lo ha entendido la Academia, que ha demostrado ser capaz de adaptarse a la velocidad de esta época.
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