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 sábado, 20 de noviembre de 2004  
La adhesión a convenciones internacionales no trajo mejoras concretas
La calidad de vida de los chicos argentinos es peor ahora que hace 15 años
Esa franja etaria fue la más afectada por las políticas económicas que empobrecieron al país

Los niños argentinos viven en la actualidad situaciones mucho más duras que las que había cuando se aprobó la convención internacional sobre sus derechos y, según los especialistas, resta un largo camino para garantizar el efectivo cumplimiento de ese pacto que hoy cumple 15 años de acordado.

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (Cidn) fue adoptada por la asamblea general de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 20 de noviembre de 1989, y entró en vigencia el 2 de setiembre de 1990.

Argentina la aprobó por ley 23.849 el 21 de noviembre de ese mismo año y luego dio rango constitucional a los derechos de los niños, incorporándolos a la Carta Magna en la reforma de 1994.

Pero las políticas económicas que empobrecieron al país durante la última década hacen hoy que muchos de los 12 millones de chicos y adolescentes (35 % de la población) no tengan asegurados sus derechos a una vivienda segura, alimentos, salud y educación, por citar los más básicos.

El cambio de estructuras que puso a más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza y otro porcentaje directamente en la indigencia, llevó también a la expansión del trabajo infantil, que actualmente afecta a 1.900.000 menores de 14 años, según datos del ministerio de Trabajo de la Nación.

Dos de los mayores riesgos para los chicos que trabajan son el comercio de las drogas impulsado por los mayores y la explotación sexual.

Beatriz Amadeo de Orlowsky, presidenta del Consejo Nacional de Minoridad, Adolescencia y Familia, dijo que desde la aprobación de la Cidn "lamentablemente hemos involucionado, al fragor de la crisis".

"Los chicos están muy vulnerados", señaló y añadió que esto se nota en la escolaridad. "Durante los primeros años tienen en una buena cobertura en la escolaridad primaria, pero en la secundaria, al avanzar hacia los conceptos abstractos surgen los problemas de aprendizaje" por falta de maduración y desarrollo formativo para comprenderlos. Ahí comienza "una mayor deserción escolar, el niño se frustra y se vuelve violento", por lo que debe apuntar a que "las mejores escuelas sean las que retienen a la mayor cantidad de chicos, no las que tienen menos alumnos con mejores notas", apuntó.

El juez de menores platense Ernesto Domenech, director del Instituto de los Derechos del Niño, consideró que "hay indicadores preocupantes de mortalidad infantil, serias dificultades en escolaridad y para monitorear el cumplimiento" de la convención, porque "con la sola sanción se logra poco, y es casi perverso tener una legislación de avanzada en un país que ha empobrecido y desprotegido a su infancia", reflexionó. (Télam)
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Casi dos millones de menores de 14 años debe trabajar para subsistir.

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