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 sábado, 20 de noviembre de 2004  
Los ingenieros agrónomos están a full

"Más vale prevenir que curar" dice el dicho y es lo que hicieron los ingenieros agrónomos de la provincia ante el incipiente ataque de roya de la soja que apareció en la última campaña en la región, aunque por el período del año y la madurez de los cultivos no provocó pérdidas sustantivas.

Previendo que en el próximo ciclo la enfermedad que ataca al principal cultivo de la zona puede llegar con más fuerza, los profesionales del área salieron a ofrecer servicios de monitoreo y asesoramiento en torno a las aplicaciones para prevenir este hongo que puede traer afectar seriamente la productividad de la oleaginosa.

Todo esto en base a un trabajo de capacitación y formación previos -que en algunos casos ya lleva varios años- y de visitas a otros países donde la enfermedad causó estragos como Brasil o Bolivia.

"La ventaja que tenemos es que estamos preparados ante un eventual ataque y así evitamos que el problema se nos venga encima, estudiamos sobre algo que todavía aquí no tenemos", explicó Silvia Totoro, ingeniera agrónoma de Casilda que junto a su socia y colega Giselle Bilesio ofrecen soluciones técnicas para los productores.

La demanda generó en cierta forma una renovada movida de los profesionales del área. "Los productores tienen mucha incertidumbre y están en alerta, ya que se trata de una enfermedad que no sabemos a ciencia cierta con qué grado de magnitud aparecerá y en qué momento", dijo Totoro.

Esto se tradujo en mayores consultas y previsión por parte de alguno productores -especialmente aquellos con mayor visión empresaria- que adelantaron la compra de insumos para no estar desprevenidos ante algún ataque de roya.

En tanto, los grandes grupos de siembra ya presupuestaron gastos de insumos para la roya y algunos ya tienen comprado para un tercio de la superficie implantada.

Los servicios que hoy están prestando los ingenieros agrónomos pasan no sólo por asesorar sobre qué tipo de productos aplicar y en qué momento hacerlo, sino además por monitoreos para detectar la salud de los lotes. "Cada unidad de producción es un caso especial que debe ser analizado y resuelto como tal, con lo cual, no es bueno que el productor fumigue para roya por las dudas o porque el vecino pasó con el avión", grafican las especialistas de Casilda.

En particular, las ingenieras agrónomas conformaron un equipo de trabajo a través del cual con equipos de monitoreo satelital (GPS) individualizan y miden lotes para comprobar su estado, al tiempo que ofrecen asesoramiento sobre qué tipo de aplicaciones se pueden realizar.

Las especialistas explican que habrá meses puntuales como enero, febrero o marzo donde seguramente se producirán alertas en la zona y serán épocas de mayor actividad para los profesionales.

Por otra parte, aseguran que con un trabajo conjunto con asesores técnicos de cooperativas y acopios, se puede atender en forma más personalizada la situación de los pequeños productores que no siempre cuentan con ingenieros agrónomos particulares.

El gasto que tiene que afrontar un productor para prevenir un ataque de roya depende de la situación del lote y su ubicación, pero las especialistas Silvina Totoro y Giselle Bilesio hicieron algunos cálculos promedio. Explicaron que el monitoreo cuesta entre 40 y 70 kilos de soja por hectárea, que traducido al valor actual de la oleaginosa rondan los 31,50 pesos por hectárea. Los productos y sus aplicaciones tienen un valor promedio de 30 dólares la hectárea. Una buena prevención rondaría los 121,5 pesos la hectárea, es decir unos 40 dólares.
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