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 viernes, 10 de septiembre de 2004

Yo recomiendo
"En lo de la Chilena con buen tinto"

Gustavo Salut (*)

Por suerte las ciudades no son sólo lugares de trueque de mercancías, sino también de abrazos, de sensaciones o simplemente de palabras. Como las que estoy metiendo dentro de esta botella que arrojo al Paraná, porque aunque Fito diga que es una "ciudad de pobres corazones", en el fondo siento que no son tan pobres. Por eso me atrevo a esta columna y los invito a salir de caravana por esta ciudad a la que alguna vez le garabateé unos versos que terminaban diciendo: "Revivo allá en Belgrano/ llegando a Pellegrini donde desde la otra mano/ un carro de pochoclos me hace un guiño, como por una ranura/ con su humo frágil y desde su dulce incienso calculo la ternura/ que necesito para matar las sombras/ de esta ciudad que con pesar a veces , uno tanto nombra". Aunque en realidad no hacen falta muchos cálculos, sólo un poquito de imaginación y ganas. Vamos, están todos invitados a este viaje de regreso a la alegría de las cosas sencillas. ¿Adonde? Acá enfrente, al Charigüé, a lo de "la Chilena", quince minutos en piragua, cinco con un gomón de 40 caballos y tres segundos con la imaginación si llueve. Ahí, Ricardo nos estará esperando con las brasas encendidas y unas ricas empanadas. Y abajo del timbó de los 10.000 pájaros y con un tinto entre los dedos, le encontraremos sentido al mundo. Y al rato metemos la proa al banquito de arena e inauguramos la temporada. Y mientras los críos juegan en la arena y nuestra musa nos ceba unos mates, sacamos del bolso la biblioteca ambulante y nos reímos a carcajadas con el último libro del Quique De María, después algún librito del gordo Soriano, o un cuento de Scalona. Y si la radio tiene pilas no estaría mal escuchar un cuentito de Fontanarrosa o Sacheri narrado por Apo. Y si las dudas nos asaltan, recurriremos al bolsillo del costado del bolso en donde al descuido habremos dejado unos poemas sueltos de Juarroz que al oído nos dirá que "cuando el infinito ataca una nube siempre salva". Eso sí, no descuidar a nuestra musa con unos mimos porque sino se terminan los mates y seguro que se nubla. Y la caravana seguirá hasta la madrugada porque como escribiera Mario Perone, "a veces , hay cierta dificultad para terminar el día. Pero no sucede lo mismo con la noche..."

*Poeta y profe de tenis.

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