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 viernes, 10 de septiembre de 2004

Un mundo para ver a centímetros del piso
"El Fantasma de Canterville" se presenta hoy y mañana en el Broadway
El musical de Cibrián-Mahler contará con 16 músicos en vivo y con el protagónico del rosarino Martín Selle

Los cuentos de fantasmas asustan, pero hay otros que dan ganas de cantar, de sumergirse en medio de un mundo diferente, en el que siempre hay lugar para la fantasía pero también para la crítica social. Este es el caso de "El Fantasma de Canterville", que se estrena hoy, a las 21, y tendrá dos funciones mañana, a las 19.30 y a las 22.30, en teatro Broadway, San Lorenzo 1223. El musical de la famosa dupla Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler tendrá un aditivo especial, ya que contará con la presencia de los 16 músicos en vivo dirigidos por Mahler. "El Fantasma de Canterville significa una caricia al corazón, es como un cuento soñado", dijo Mahler.

Para muchos que peinan canas, más vinculados al rock que a la literatura, "El Fantasma de Canterville" les sonará más como aquel tema de Charly García, de la época de Sui Géneris. Pero no, aquello era una alegoría a este personaje de Oscar Wilde, que sí se aborda en esta imponente puesta con 30 artistas en escena y 16 músicos provenientes de orquestas de jerarquía como la estable del Colón, la Filarmónica y la Sinfónica Nacional.

La historia de Wilde data de 1891 y es el relato breve más conocido del autor. Con la irreverencia propia de Wilde, el cuento se nutre de la ironía al presentar una familia norteamericana que decidió establecerse en un castillo típicamente europeo. Horrorizado por la sociedad industrial que manejaban los burgueses, Wilde encarna en la figura del fantasma el espíritu de las tradiciones europeas, donde anida la médula del arte y la cuna de los ideales.

"Este fantasma quiere asustar y no asusta, y a partir de allí se desatan situaciones muy ricas, que hasta incluye una crítica a Estados Unidos. Cuando los norteamericanos llegan a Canterville querían llevarse todo por delante, y lo hicieron de una forma despiadada. La obra deja una especie de lección y la lógica moraleja", desgranó Mahler, quien llegó a Rosario unos días antes para ver las instalaciones del Broadway y dialogar con la prensa.

La puesta de la dupla Cibrián-Mahler, que ya tiene 21 años en la ruta desde la presentación de "Calígula" en los primeros 80, tiene el fuerte en el formato musical. Y así lo entiende Mahler, casi como el culpable de todo esto. "El formato musical es el que más me gusta. La mezcla de sonido y efectos especiales hace que sea mucho más atractivo para la gente. Además es la primera vez en tanto tiempo de trabajo que podemos hacer esta presentación con los músicos en vivo", destacó orgulloso.

Para Rosario, la presentación de este musical tiene un aditivo especial. Es que el protagonista que interpreta al fantasma de Canterville no es otro que Martín Selle, un crédito rosarino surgido del Estudio de Comedias Musicales. "Es una de las voces excelentes que tiene esta obra, pero además Martín se destaca por su dedicación y talento", dijo el director musical.

La obra tiene un gran despliegue escénico y escenográfico, que toman fuerza a partir de un texto que tiene la calidad necesaria como para que sea del agrado tanto de grandes como para los chicos.

La trama central nace con el pesar del marqués de Canterville, quien se ve obligado a vender su castillo a un trillonario americano y su bulliciosa familia. Arrepentido, ante tan escandalosa invasión, el marqués intenta recuperar su propiedad, pero el poder del dinero se impone y nada hará volver atrás la operación.

Es el momento de actuar, asegura el Fantasma de Canterville presentándose ante Olga y Alexis, la gobernante y el mayordomo. Acompañado por los otros fantasmas se dispone a asustar a los nuevos inquilinos para obligarlos a abandonar la propiedad. Pero son ellos quienes terminan horrorizados ante la incrédula familia a la que nada espanta.

Desencantados, se cuestionan su propia identidad, siendo el fantasma quien rememora viejos tiempos donde la gente creía en ellos. Su desilusión será mayor al no poder encontrar a la doncella que le brinde las lágrimas que le permitan descansar, como indica una antigua profecía.

Queda la incógnita para el espectador saber si en las historias de fantasmas se pueden dar los finales felices. Para saberlo, habrá que ponerse encima una sábana blanca y entrar en su mundo.

P. S.

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La puesta sobre el clásico de Wilde tiene gran despliegue escenográfico.

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