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 domingo, 08 de agosto de 2004

Un paseo por la ciudad

"Me gusta la tarea, estar afuera de mi despacho tratando de solucionar algunos problemas básicos de la gente. Pero a veces lamento que no me quede demasiado tiempo para leer o, simplemente, para ponerme a pensar sin urgencias", dice Miguel Lifschitz cuando la tarde termina por hacerse noche.

El intendente llega desde barrio Las Flores tras una jornada cargada de inauguraciones y audiencias. "El día no terminó, ahora tengo que estar en la Fiesta del Helado Artesanal", cuenta, mientras los dos grados bajo cero de sensación térmica recuerdan que el invierno simplemente se había tomado una tregua.

"Acá faltan contenedores, ¿qué pasó? Hay que avisar antes de que empiecen a tirar la basura", le comenta a un allegado mientras el automóvil transita por calle San Lorenzo. Lifschitz parece estar atento y no distenderse de las cuestiones habituales de la ciudad. Se sorprende cuando alguien le comenta que un contingente de turistas extranjeros (espantado por el clima de violencia que se vive en Buenos Aires) pidió llegar a Rosario en combi, directamente desde Ezeiza, para evitar el traslado al aeroparque y tomar un vuelo a la ciudad.

El intendente, de hablar pausado y respetuoso de las formas, parece una versión unplugged del político medio argentino: no hay asesores ni secretarios alrededor suyo. Tampoco está pendiente de lo que dicen los periodistas. "Jamás voy a intentar silenciar al que no está de acuerdo con mi gestión, además me han tratado bien", dice entre sonrisas.

A diferencia de su antecesor, Hermes Binner, quien decía ser hincha de Newell's, Central, Argentino, Central Córdoba y Renato Cesarini, Lifschitz no oculta su condición de simpatizante de Rosario Central, pero reconoce haber perdido el interés en seguir la campaña de su equipo: "Voy cuando juega contra alguno de los grandes. De lo contrario prefiero quedarme con mi familia".

Entre otras tantas cuestiones también se distingue de Binner por sus gustos musicales. En su despacho casi no se escucha a compositores clásicos, el habitante actual del Palacio de los Leones escucha rock nacional.

Poco propenso -como buen socialista- a ventilar intimidades de la interna partidaria, Lifschitz, sin embargo, sabe de la importancia que tiene el off the record para un periodista.

Parece un tipo normal.

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