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 sábado, 03 de julio de 2004

Editorial
Los vendedores callejeros

La crisis que tiempo atrás estalló con violencia en la cara de los argentinos afectó de múltiples maneras la realidad cotidiana. Entre ellas, una de las más notorias fue la modificación de la fisonomía urbana de las grandes ciudades, que se vio afectada de manera profunda por uno de los reflejos directos del elevado nivel de desempleo reinante y el consecuente auge de la economía informal: la proliferación de vendedores ambulantes, a niveles hasta entonces tan impensables como desconocidos.

En aquellos momentos, cuando el drama se había transformado en norma, cualquier intento de ordenar el caos por parte de las autoridades vigentes hubiera sido simplemente utópico. Pero ahora, cuando la reactivación ya es un hecho comprobado y los parámetros económicos retornan con lentitud a la normalidad perdida, debe evaluarse como atinada la aprobación por parte del Concejo Municipal rosarino de una nueva normativa para regular la venta ambulante en la ciudad. Se trata, fundamentalmente, de que los derechos de los distintos sectores no se superpongan y, de tal modo, se neutralicen entre sí.

El eje de la ordenanza aprobada anteayer en el Palacio Vasallo pasa por la redistribución a partir de zonas y rubros de las casi setecientas personas que actualmente se dedican en Rosario a la venta callejera. Al mismo tiempo, estipula el pago de un más que razonable canon anual como condición para realizar la actividad. Y fija límites para ejercerla cuya pertinencia no resultará fácilmente cuestionable, como ser el que los expendedores no podrán establecerse a menos de treinta metros de un local comercial dedicado al mismo rubro ni instalarse en paradas del transporte urbano ni en accesos a reparticiones públicas, entidades bancarias, escuelas, salas de espectáculos, hospitales, sanatorios, garajes y templos religiosos.

La implementación de la norma estará, por supuesto, en manos del municipio. Y precisamente faltan pocas semanas para que los agentes de la Guardia Urbana Municipal (GUM) salgan a la calle, con el manifiesto objetivo de preservar y ordenar los espacios y la vía pública, que en apariencia es pequeño pero cuyo eficaz cumplimiento resulta decisivo para la armoniosa vida en comunidad.

Si la nueva ordenanza se aplica con criterio, será en beneficio de todos. Es de esperar que así también lo entiendan todos los involucrados.

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