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 sábado, 03 de julio de 2004

Los robos siguen a la orden del día y la vigilancia brilla por su ausencia
Quieren subir tasas de cementerios y La Piedad está en estado deplorable
Baños sucios, veredas destrozadas, mármoles rotos y placas de bronce arrancadas forman el paisaje

Si los contribuyentes pensaron que el Ejecutivo local planea aumentar las tasas en los cementerios en un 150 por ciento porque mejoró los servicios y las instalaciones, están equivocados. La Piedad sigue presentando su histórico cuadro desolador. Los robos son moneda corriente allí. Lápidas rotas, mármoles arrancados, bronces robados y vidrios hechos añicos son parte del paisaje que se aprecia en el espacio de Provincias Unidas y Avellaneda. No todo termina ahí. Las veredas están despedazadas, los baños muestran su deterioro, la basura y las hojas acumuladas conforman la misma postal. Pero hay un detalle que muestra a las claras que el predio de 31 hectáreas no sólo sirve para que los muertos descansen en paz. Una tanga negra decorando un arbusto deja a la luz que el lugar sirve a los que todavía están vivitos y coleando. Con todo esto se encontró La Capital en una recorrida realizada el jueves 24 de junio pasado. Gracias a la falta de seguridad, esa es tierra de nadie.

El 8 de abril, la Municipalidad informó que se encararon obras de mejoramiento integral en La Piedad. Nuevos nichos para reducciones en la zona oeste de ese cementerio y oficinas nuevas en el ala este son parte de los planes de la Secretaría de Servicios Públicos. También se destacó que contrataron tres policías adicionales para custodiar el lugar y se colocaron rejas el sector más nuevo. Pero eso, sin dudas, no alcanza.

La Capital recorrió durante dos horas el predio y no encontró personal de seguridad alguno. Sólo ocho perros (tres en una vereda y cinco en la otra) estaban apostados en las entradas de la necrópolis dividida por la avenida Provincias Unidas. Policías, guardias, porteros y empleados brillaban por su ausencia. La falta de custodia permitió que dos visitantes circularan por el cementerio en motos de baja cilindrada, aun cuando está prohibido.

No se puede negar que la Municipalidad le dio una lavada de cara a algunas de las paredes de las zonas de ingreso. La iglesia aún tiene la pintura exterior en buen estado y algunas construcciones de nichos aún conservan el cemento casi fresco. Pero a pocos metros, la histórica realidad avasalla a los visitantes. Las perpetuas centenarias están cada vez más destrozadas. Las veredas despedazadas atentan contra cualquier persona que se anime a caminar entre las tumbas abiertas, con los mármoles arrancados, las lápidas rotas y los féretros a la vista.

Las placas, jardineras, manijas y cualquier elemento de bronce son el platillo favorito de los ladrones. Por eso en cientos de tumbas, nichos y panteones suelen ser un recuerdo.

Las heladas del invierno ayudan a que los yuyos no alcancen gran altura. En cambio, los árboles quedaron pelados y la hojarasca tapiza los caminos. En el mejor de los casos, puede observarse una montaña de hojas secas apiladas a mitad de una calle interior. Dos bolsas gigantes de basura abandonadas escoltan el montículo de restos vegetales. Eso se repite en distintos puntos del ala oeste de La Piedad.

Los baños principales de ese sector no están tan mal, si se los compara con los del resto del predio. A los sanitarios más nuevos, ubicados junto a la puerta principal, les faltan los vidrios y el picaporte de la puerta, mientras que dos de las tres letrinas del baño de damas están inundadas. La tercera, directamente está clausurada. Los sanitarios ubicados hacia el final de ese sector están en estado calamitoso desde hace al menos cinco años. En una nota publicada por este diario el 11 de julio del 99 ya se daba cuenta de ello. Nada ha mejorado desde entonces. Sólo se acumuló más suciedad y deterioro.

Las alcantarillas y bocas de tormenta que están sanas y correctamente ubicadas son una excepción.

Pero lo sorprendente fue hallar una tanga negra decorando un arbusto plantado junto a una galería de nichos. "Es que acá no todos vienen por los muertos", confesó un viejo sepulturero que pidió reserva de identidad.

Hay que admitir que el ala este de La Piedad está en mejores condiciones. No obstante, los sepulcros también están rotos y deteriorados. En este sector, hay ascensores que no funcionan y los que sí lo hacen, sólo tienen la luz que entra por las puertas tijera, ya que los fluorescentes son un recuerdo, al igual que en las galerías.

Los baños en esta parte también están rotos, sucios y en muchos casos clausurados. En los pisos superiores es más fácil encontrar esas puertas cerradas con candado que abiertas al público.

Paredes impregnadas de humedad añeja, charcos provocados por filtraciones en los techos y cielos rasos caídos o a punto de desprenderse pueden apreciarse a lo largo de las galerías de la planta baja.

Con todo esto y aun sabiendo que los vivos sufren asaltos permanentes y los muertos deben soportar los saqueos constantes, la Municipalidad planea aumentar las tasas un 150 por ciento.

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Los pisos rotos y las lápidas destrozadas son una constante.

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