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 sábado, 03 de julio de 2004

En zona sur los camiones descargan aguas servidas sin cesar al lado de las casas
Los excrementos se siguen tirando a cielo abierto y no hay obras previstas
Aguas Provinciales debía construir una cámara de desagote. Nunca lo hizo.Sí lo haría en Santa Fe

Silvina Dezorzi / La Capital

La construcción de cámaras de desagote para las aguas servidas de Rosario figuraba en los pliegos de concesión de Aguas Provinciales de Santa Fe, pero en el proceso de renegociación del contrato que la firma aún lleva adelante con la provincia esa obra quedó en el camino. Es por eso que, hasta hoy, en la esquina de Lamadrid y Acceso Sur los camiones atmosféricos no cesan de desagotar aguas servidas, a escasos 10 metros de las viviendas, con un olor nauseabundo. Los vecinos denuncian que cuando la espera por el turno se hace larga algunos camioneros terminan vertiendo su carga en el brazo del Saladillo que está al lado: también van a parar allí los excrementos desagotados de los pozos negros. Por increíble que parezca, en Rosario esta descarga a cielo abierto de aguas servidas no es ilegal, sino que ocurre desde hace años pese a las reiteradas quejas de los vecinos. "Sienta el olor. ¿Lo siente? Bueno, así es como vivimos nosotros, día y noche", le dijo ayer a La Capital Cecilia Ojeda (54), una de las vecinas que a metros de la boca de desagote elabora la copa de leche para 261 chicos del barrio.

Entre las obras que debía realizar Aguas Provinciales en Rosario y que quedaron atrás según el contrato original figura la construcción de uno o más vertederos de aguas servidas que respetaran precisas condiciones de protección ambiental. Sin embargo, las obras se paralizaron hace cinco años y la cámara de desagote nunca se hizo. "En efecto, en Rosario no se ha hecho más que la provisión de agua potable y mínimas tareas de mantenimiento", admitió la senadora provincial por el departamento Rosario, Patricia Sandoz.

Sin embargo, desde la Asamblea por los Derechos Sociales dicen haberse enterado de que entre las obras "prioritarias" que la provincia sigue negociando, las cámaras de desagote de Rosario ni figuran. En cambio, la empresa parece haber aceptado construir un vertedero de aguas servidas en la ciudad de Santa Fe y, de hecho, ya se acordaron obras importantes para Rafaela.

Lo cierto es que a cualquier hora en que se enfile por Acceso Sur rumbo a Villa Gobernador Gálvez, es imposible no ver la fila de camiones atmosféricos que se forma sobre mano izquierda a la altura de Lamadrid. Están cargados de excrementos recogidos en su mayor parte de pozos ciegos y esperan su turno para desagotarlos en una boca a cielo abierto habilitada por Aguas Provinciales de Santa Fe. A la firma le corresponde controlarla, pero en la Municipalidad nadie sabe si eso se hace y tampoco qué otras sustancias pueden estarse vertiendo.

Enfrente, sobre la calle, juegan los chicos. Y acostumbrados al olor, toman mate, deambulan o charlan los grandes. "Claro, como no somos dueños legales nos dicen que no podemos hacer nada", explicó Claudia Monzón (38). La mujer, que tiene cinco chicos, contó que en el centro de salud de El Mangrullo (a unos 200 metros, sobre el otro lado del acceso) padres y médicos suelen charlar con preocupación sobre las condiciones insalubres en que viven los niños del barrio y que suelen sufrir broncoespasmos.

Aunque parezca increíble, el desagote de las aguas servidas en una boca de descarga de cemento no es algo ilegal. En rigor, se trata de una de las dos habilitadas en la ciudad. La otra, sobre avenida Travesía, está ubicada bajo un galpón. Esta, en cambio, es a cielo abierto y los líquidos vertidos desaguan directamente en el Paraná, cuyo curso está a escasos 300 metros.

A comienzos del año 2000 los vecinos ya se quejaban e intentaron sin fortuna que la boca de desagote se mudara. Durante un tiempo Aguas Provinciales prometió buscar un lugar alternativo y la propia Municipalidad sugirió un sitio deshabitado, sobre el límite oeste de la ciudad. También recomendó ciertas pautas para el vertido, como un cerramiento y condiciones de protección ambiental.

Pero el tiempo pasó y se propusieron otros lugares para la construcción, sin que hubiera novedades. "Hicimos de todo, pero en la Municipalidad nos dicen que no se puede hacer nada, así que los chicos terminan jugando al lado de la mierda", resumió Claudia, cuyo hogar se ubica enfrente de la boca de descarga.

Las casas y casillas alineadas sobre Lamadrid ocultan, a su vez, el tajo de un brazo del Saladillo habitado en ambas márgenes. Para que el panorama quede aún más claro, la mujer acompañó a La Capital al otro lado del puente. Allí la pobreza muestra, despiadadamente, otra de sus caras: la contaminación.

Toneladas de residuos de todo tipo se acumulan en el agua. "Acá también vienen camiones que tiran basura y escombros", volvió a explicar Claudia. Por eso, cuando llueve, el curso se obstruye y el área queda inundada. Y esa es una de las quejas que más se escuchan en el barrio.

"Milagros" es el nombre de la copa de leche que distribuye Cecilia, otra de las vecinas de la zona baja, por calle Ensenada. Aunque el comedor se ubica a más de 100 metros de la boca de descarga de Aguas Provinciales, el olor llega puntual. "Ni le digo en verano, que estamos todo el tiempo afuera, o cuando sopla viento desde allá", afirmó la mujer.

En una ciudad que aún tiene el 35 por ciento de su superficie sin cloacas, que un barrio entero huela caca parece secundario. Pero basta quedarse un rato.

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Los camiones conforman ya un paisaje típico.

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