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 sábado, 03 de julio de 2004

"Venimos a trabajar y lo hacemos como máquinas, no pueden prohibirnos eso"
Comerciantes chinos contra la obligación de residencia definitiva a los extranjeros

Carina Bazzoni / La Capital

"Venimos a trabajar y lo hacemos como máquinas, no pueden prohibirnos eso". Su Fu habla mientras recorre las góndolas del supermercado que montó hace unos tres años en Alvear y San Luis. Como tantos otros de sus paisanos -así llama a sus compatriotas que viven en Rosario- Su Fu critica el proyecto que presentó esta semana el presidente del Concejo Municipal, Agustín Rossi, que apunta a no permitir la actividad comercial de los extranjeros que no hayan obtenido la residencia definitiva en el país. "Abrimos negocios, pagamos impuestos, trabajamos mucho. ¿Qué problemas causamos?", se pregunta.

La polémica iniciativa de Rossi no especifica nacionalidades. Pero no son pocos los que rápidamente la vinculan a la creciente radicación en Rosario de autoservicios y supermercados de origen chino, a los que desde el Centro Unión de Almaceneros acusan de ejercer "competencia desleal" en la ciudad.

Su Fu nació hace 29 años en Fujian, una provincia ubicada en el sudoeste de China, sobre el mar y enfrentada a la isla de Taiwán. Allí viven 35 millones de habitantes, y se calcula que hay otros 8,8 millones de ciudadanos de este lugar dispersos por el mundo.

Su castellano no es muy fluido, sin embargo tiene un claro discurso cuando responde a quienes lo acusan de trabajar en forma desleal. "Los argentinos remarcan mucho y venden poco, nosotros remarcamos menos y vendemos más. Eso no es competencia desleal", dice.

El de Su Fu es uno de los 65 almacenes habilitados en la ciudad cuyos propietarios son de origen asiático. Es una pequeña fracción de los 2 mil comercios (entre súper y almacenes) con permisos para funcionar, según especificó el director de Habilitaciones de la Municipalidad, Gustavo Leone.

La inmigración de pobladores asiáticos no es privativa de Rosario. Los datos del último censo nacional arrojan que en toda la provincia hay 791 personas de ese origen, una ínfima parte de las casi 30 mil que se distribuyen en todo el país.


Pintadas y molotov
La llegada de esta corriente migratoria no fue bien recibida por todos. En julio del año pasado, a una familia de la zona sur de Rosario le pintaron con leyendas ofensivas el frente de su casa sólo por pretender alquilar un local a comerciantes de origen chino para la instalación de un autoservicio. El hecho ocurrió 24 horas después de una protesta organizada por comerciantes del barrio, que contó con la presencia del titular de la Unión de Almaceneros, Juan Milito, en la que se reclamó a viva voz que se ponga un freno a los súper de origen asiático.

En Granadero Baigorria, en abril de este año, el panorama fue aún peor. Una bomba molotov impactó a primeras horas de la mañana en el frente de la casa del concejal radical Alfredo Secondo, mientras dormía allí junto a su familia. El edil había votado a favor de la libre competencia cuando un grupo de comerciantes chinos quiso instalar en esa ciudad un comercio de comestibles.


Rafael, para los amigos
En realidad se llama Sheng Shou, también es oriundo de Fujian, pero a poco de radicarse en la ciudad decidió bautizarse Rafael: "Sonaba más amigable", dice.

Tiene desde hace tres años y medio un supermercado en Rioja entre Corrientes y Entre Ríos, pero antes de radicarse en Rosario también trabajó en Buenos Aires. Una dinámica que suele ser común en estas comunidades; el primer puerto es Capital Federal y provincia de Buenos Aires.

Según un reciente relevamiento de la Cámara Argentina de Distribuidores Mayoristas (Cadam), un 25 por ciento de los 4.300 autoservicios de Capital Federal son propiedad de inmigrantes de origen asiático.

En el interior, los comerciantes chinos suelen elegir como plaza para instalar sus negocios a La Plata, Rosario, Córdoba, Entre Ríos y hasta Bariloche. Y una vez allí, en general, prefieren afincarse en los barrios más que en el centro, para no tener que enfrentarse con las grandes firmas de supermercados.

Rafael cuenta que llegó a Rosario porque aquí trabajaban su primos, dueños de un restaurante desde hace años. "Me dijeron que esta era una ciudad abierta, que los rosarinos tratan bien al extranjero", se lamenta el comerciante antes de concluir que proyectos como el del concejal Rossi opacan esa buena fama.

Tiene dos socios y nueve empleados, y al igual que Su Fu sostiene que su política comercial es sólo una, la de "trabajar y trabajar". Eso implica tener el comercio abierto muchas horas, hacer todo tipo de tareas -desde atender a los clientes, los proveedores y hasta limpiar-, rotar continuamente la mercadería y apuntar a márgenes mínimos. "¿Qué tiene eso de desleal?", interroga.

Quien le contesta a Rafael es una clienta de su súper. "Me dan risa los concejales -opina-, el presidente Kirchner hace acuerdos con China, acá la gente se vuelve loca por el sushi, el feng shui y las películas de Kill Bill, pero basta que un chino venga a trabajar y ponen el grito en el cielo. Es insólito".

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Su Fu abrió su súper hace 3 años.

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