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 sábado, 22 de noviembre de 2003

Noticias del clima
Los vaivenes climáticos obligan a moderar las previsiones en soja

El período húmedo que finalizó el martes 18 de noviembre permitió una recarga adecuada del perfil de suelo en gran parte de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos centro de Santa Fe y centro sur de La Pampa. El área de sequía, que afecta la provincia de Córdoba y sectores vecinos del sur de Santa Fe y norte de La Pampa, no presenta modificaciones a pesar de que en algunos sectores de esta vasta región se registraron lluvias menores.

El mapa que acompaña este artículo presenta las precipitaciones necesarias durante las próximas dos semanas para alcanzar niveles de reserva entre adecuados y óptimos. Al analizar la configuración generada en base a los últimos 30 años de datos, la estadística demanda lluvias hacia el oeste que la probabilidad esta muy poco dispuesta a conceder.

El mapa es muy elocuente en cuanto a los valores requeridos para mejorar las reservas hacia el oeste, la barrera de los 140 milímetros marca una zona sumamente complicada. Esta complicación no solamente se cierne sobre el período de siembra de la soja, para el cual la provisión de agua podría ayudar finalizando noviembre, sino pensando en lograr niveles "razonables" de almacenaje durante el desarrollo de la misma.

Visto desde hoy el panorama deficitario parece difícil de revertir. A un comienzo en condiciones regulares le seguirá un período que sería mejor acompañado por las precipitaciones pero dado el difícil arranque, la soja de esta zona tendrá un duro trajín para superar el período crítico de febrero.

Hacia el este, las lluvias "exigidas" por la historia parecen menos difíciles de alcanzar, lo cual seguramente se traducirá en almacenajes más adecuados y, por lo tanto, una evolución menos riesgosa de la oleaginosa estrella. No obstante es menester remarcar que si bien la provisión de agua hacia el este de la región pampeana tendría un comportamiento más cercano al esperado (incluso algo abundante en sectores del centro y este de Buenos Aires), es aconsejable desarrollar las estrategias de manejo pensando en una oferta de agua ajustada.

Dada la euforia de los mercados en torno del precio de la soja, las conjeturas de producción están a la orden del día. Ante una demanda tan firme, la variable climática define marcadamente el camino de esta campaña.

La alta tecnificación de los productores en general y el elevado nivel competitivo del sector exportador, nos hace pensar y acertadamente, que Argentina rápidamente a logrado especializarse en el manejo de este cultivo.

Esta realidad tan favorable no debería sin embargo llevarnos hacia números de producción que finalmente se vuelvan imposibles de alcanzar, fundamentalmente ante una campaña sesgada por el comportamiento del clima.

El rendimiento medio esperado a nivel nacional para esta campaña puede considerarse alrededor de los 2.600 kg/ha. Es bastante superior en el núcleo sojero y disminuye notoriamente hacia zonas marginales.

El núcleo sojero pampeano posee una variabilidad media en los rindes de aproximadamente el 11%. En otras áreas esta variabilidad es mayor. Consideremos entonces una variabilidad media mínima nacional del 12%. Tomando este valor de variabilidad podemos suponer que los rendimientos de esta campaña, a nivel nacional, tienen asociada una oscilación normal de 300 kg/ha. Es decir, se ubicarían aproximadamente entre 2.900 y 2.300 kg/ha.

Esta variabilidad normal en los rendimientos medios se debe directa o indirectamente a cuestiones climáticas típicas de las áreas sojeras de nuestro país, es decir, constituye una fuente de oscilación natural del sistema.

Ante el panorama expuesto en los primeros párrafos, el piso de los 2.300 Kg/ha debe considerarse entonces sin visos de catástrofe, aunque con un rotundo impacto sobre la economía.

La cada vez más importante dependencia del Estado nacional respecto del agro en cuanto a la recaudación impositiva, debería generar un ambiente de reflexión en el ámbito de la definición de las estrategias políticas. Sobre todo creando un Estado que no sólo sea socio del productor en las ganancias sino que también desarrolle un sistema consistente para acompañar situaciones difíciles. En este sentido, la evaluación del riesgo agroclimático es fundamental y el estado duerme.

Consultora de Climatología Aplicada (CCA)

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