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 sábado, 24 de noviembre de 2007  
Caso Dalmasso: el enigma, a un año

Río Cuarto.— Ya hace un año del homicidio de Nora Dalmasso. El crimen logró tal notoriedad que la sola mención del nombre de pila de la víctima sintetizaba el caso. Nora tenía 51 años y una posición acomodada dentro de la sociedad de Río Cuarto. Vivió en un country y allí la hallaron, desnuda y estrangulada. Desde ese momento emergió toda su intimidad. Pero esto no pareció traducirse en la pesquisa judicial que desde hace seis meses tiene como sospechosos por la muerte de Norita a Facundo Macarrón, hijo de la víctima, y a Gastón Zárate, un pintor que trabajó en la casa de los Dalmasso.

   Estaba casada con Marcelo Macarrón, un reconocido médico de Río Cuarto con el que tenía dos hijos. El fin de semana de su muerte, Nora estuvo sola en su casa. Su marido estaba en Punta del Este para participar de un torneo de golf.

   Mientras eso ocurría, Nora era hallada la tarde del 26 de noviembre, desnuda en el dormitorio de su hija. La habían estrangulado y llevaba más de un día muerta. Los peritajes en la casa no arrojaron indicios de que se tratara de un robo seguido de asesinato.



Dos sospechosos. En distintos tramos de la pesquisa, Facundo Macarrón y el pintor Zárate alternaron en las sospechas como los presuntos asesinos de la mujer. Esto a pesar de que, según confían desde el mismo riñón de la Justicia, uno de ellos es ajeno al ataque.

   Una de las cuestiones más insólitas que evidencia la tramitación del expediente es que de acuerdo a quien se indique como posible asesino el delito es distinto.

   A Zárate se lo acusa de abuso sexual agravado por el acceso carnal seguido de homicidio y de hurto calificado. Mientras que al hijo de la víctima se le imputan los delitos de homicidio y abuso sexual, ambos calificados por el vínculo. “¿Fue violada o no fue violada? Y el hurto, ¿desapareció?”, se expresó irónicamente el abogado del pintor, Enrique Zabala, quien desde el inicio consideró a su cliente como el perejil del caso, en cuya defensa se hicieron marchas en Río Cuarto.

   En febrero pasado, el fiscal Javier Di Santo tuvo en cuenta al momento de acusar a Zárate que el sospechoso le regaló a su novia un celular similar al de Dalmasso, lo que se sumó a una pisada hallada en el balcón de la casa de la mujer, cercano a la pérgola en la que el pintor había trabajado días antes del crimen. También fue relevante en la causa el testimonio de un amigo de Zárate, quien dijo que el pintor admitió haber intimado con Nora.

   No obstante, Zárate declaró ante la Justicia que eso lo dijo en broma y su amigo lo tomó en serio. De hecho, la familia y el abogado del testigo denunciaron que este fue presionado por un grupo de policías para que incriminara a su amigo. Esto derivó en una causa paralela, una de las cuatro que tiene el caso.

   Respecto de Facundo Macarrón, el fiscal Javier Di Santo lo acusó en junio último, luego de que un informe científico del Centro de Excelencia y Procesos Córdoba (Ceprocor) reveló el hallazgo de un haplotipo —rasgo masculino del ADN humano— compatible con la línea de la familia Macarrón en 10 muestras de rastros levantados de la escena del crimen.

   Para el fiscal, Facundo era de todos los integrantes hombres de la familia Macarrón el que tenía la coartada más débil, ya que detectó una “ventana horaria” durante la madrugada del asesinato. Si bien el estudio genético no era una prueba concluyente, seis integrantes de la familia Macarrón se sacaron sangre para confirmar el hallazgo de su haplotipo. Estas pruebas se enviaron al FBI l


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