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domingo,
18 de
noviembre de
2007 |
Encuentro exclusivo. Uno perdió a su padre asesinado por la Triple A, el otro por el ERP. Ambos piden justicia
Divididos por la ideología en los 70, unidos por el dolor
Los hijos de Razzetti y Larrabure coinciden en que ambos crímenes son de lesa humanidad
Miguel Pisano / La Capital
No los une el amor sino el espanto. El hijo de una víctima de la Triple A y el de una del ERP se encontraron para conocerse, compartir sus tragedias y sus luchas por la justicia y la verdad. También para debatir sobre las últimas cinco décadas del país, en particular los violentísimos años 70.
Fue un diálogo abierto, crudo, desgarrador por momentos, entre dos hombres que desde adolescentes tuvieron que vivir con la tristeza de no tener a su viejo. Ambos pusieron una saludable pasión por conocer la historia para que no se repita.
“Gracias Carlos por lo que hiciste para que el caso de mi viejo sea declarado de lesa humanidad”, le dijo Arturo Larrabure a Carlos Razzetti apenas lo conoció en un bar del macrocentro rosarino.
“Por favor. No podía negarle a tu padre el mismo derecho que pedía para el caso del mío. Los dos eran funcionarios públicos y fueron asesinados durante un gobierno constitucional. Mi viejo, por un organismo estatal, y el tuyo, por un grupo privado. Pero la impunidad del Estado convierte al caso de tu viejo en un crimen de lesa humanidad”, respondió Razzetti, antes de sentarse a tomar un largo café con Larrabure.
Carlos es el hijo de Constantino Razzetti, el dirigente peronista asesinado por sicarios de la Triple A el 14 de octubre de 1973. Fue el primer crimen que el grupo terrorista en Rosario. Arturo es el hijo de Argentino del Valle Larrabure, el coronel secuestrado en 1974 por el comando del ERP que copó la Fábrica Militar de Villa María (Córdoba) y que estuvo cautivo 372 días en una cárcel del pueblo en Rosario, donde fue asesinado el 23 de agosto de 1975.
Constantino Razzetti era bioquímico, profesor universitario y destacado dirigente peronista, al punto que visitó a Juan Perón en Puerta de Hierro y gozaba de gran prestigio en el movimiento justicialista de la provincia y en la JP.
Larrabure, tucumano bisnieto de vascos, era mayor del Ejército con un master como ingeniero químico en Brasil y experto en explosivos.
Ambos eran funcionarios estatales. Uno fue asesinado por un grupo paramilitar, el otro por una organización insurgente durante un gobierno constitucional. Estos crímenes nunca fueron investigados.
Carlos Razzetti (53 años) es rosarino, peluquero veterinario y lleva adelante una conmovedora lucha de 34 años en pos de justicia, que le costó ser chupado en el Pozo de la Jefatura en el 77, una bomba en su casa y un atentado a tiros en su auto.
Arturo Larrabure es un licenciado en informática de 48 años que comenzó su pelea por la justicia y la verdad este año, justo después de que Razzetti pidiera que el crimen de su padre fuera declarado de lesa humanidad, como dictaminó recientemente el fiscal federal de Rosario Claudio Palacín.
Cartas del padre. “Mi viejo ya nos preparó para lo que se venía en las ocho cartas que nos escribió cuando estuvo secuestrado. En la primera mandó una lista de cinco integrantes del ERP que ellos pedían para hacer un canje de prisioneros. El sabía que no tenía escapatoria porque el Ejército no negociaba, el Estado no negociaba. Y cuando le ofrecen recuperar su libertad trabajando para la guerrilla, dice que no, como era lógico”, recordó Larrabure.
Caso raro. “En el caso de tu viejo hubo algo raro porque el ERP no torturaba a sus secuestrados. A lo sumo los mataba directamente. No se entiende para qué lo tuvieron secuestrado un año si no pudieron convencerlo de que trabajara para ellos. Y los que lo asesinaron ahora están todos muertos, por eso no pidieron investigar”, respondió Razzetti.
“A mi padre lo tuvieron en una cárcel del pueblo que funcionaba detrás de una mercería atendida por una señora mayor a la que acompañaban dos niñas”, cuenta Larrabure.
Luego recuerda que la última instancia para lograr su liberación fue Isabel Perón, pero que esta negó una entrevista ya pactada. “Mamá estaba preparada: tenía el saco puesto para ir a la audiencia y la llamaron para decirle que no la iba a recibir. Diez días después apareció muerto. Te rompían todos los caminos de negociación”, se quejo Larrabure.
—¿Hubo ocho intentos de negociación?
—Hubo ocho cartas y varios intentos de negociación. El primero, canjearlo por cinco prisioneros del ERP. En una carta nos da la lista, eran cinco que habían estado en el 73 en el copamiento del Comando de Sanidad, como Invernizzi y Ponce de León. Pero no es solamente la tortura de la picana sino la tortura psicológica, como a Igarzábal, que lo metieron diez días en una caja.
“¿Y que todos los días te hagan tres o cuatro simulacros de fusilamiento no es una tortura? ¿O que te pongan una bala en un revólver, giren el tambor y te tiren a la cabeza, no es una tortura?” (Razzetti).
“Pero seguro, Carlos. Voy a esto, a la tortura psicológica de decirte: «Te vamos a hacer pelota a tu familia. No seas boludo, pasate para nosotros, tu Ejército te abandonó, es una basura, no quiere negociar. Mirá dónde estás». Y eso no significa que te metan la picana. Papá pesaba 100 kilos y vi el cadáver con 47 kilos menos. Además, las marcas. Papá era asmático y estuvo metido en un pozo sin luz ni aire, donde todo es rancio. El describe las volutas de humo del cigarrillo, que le hacían mal. Son distintos tipos de tortura y ninguna es justificable, pero el concepto de que la guerrilla no torturaba yo lo discuto. Creo que papá los volvió locos porque era un tipo muy tranquilo y los quiso convencer. El los describió: «Son jóvenes, quieren una revolución, pero tienen el camino de las urnas». Era un militar totalmente democrático” (Larrabure).
El gran diablo. “Acá hay mucho temor de muchas organizaciones políticas a la teoría de los dos demonios de Sábato. Insisto en que no hubo dos demonios, acá hubo un gran diablo que jugó desde atrás en todo esto: y el gran diablo es la embajada de Estados Unidos. Se los puedo demostrar totalmente. ¿Va a ir el gobierno argentino contra la embajada de EEUU? Seguramente no. Entonces, que te cagues vos y me cague yo. Y te aclaro que la figura de los militares no me gusta porque han sido golpistas y asesinos en su gran mayoría. No voy a tipificar así a todos, pero lo fueron en un alto porcentaje, algunos por acción y otros por omisión. Hubo militares que se negaron a hacer eso y que fueron dados de baja” (Razzetti).
“Te puedo asegurar que en la familia de Carlos no todos deben estar de acuerdo con lo que está haciendo. ¿Por qué creés que abro la causa después de que muere mi madre? Porque ella dijo que era preferible olvidarlo, que miremos para adelante. Pero no se puede olvidar. Mamá quedó muy mal psicológicamente, murió de un cáncer, y creo que se lo provocó eso de no hablarlo. Mi hijo de 12 años vino y me dijo «Papá: en la escuela me dicen que todos los militares son unos asesinos». Por eso quiero que se investiguen los autores materiales e intelectuales de los crímenes de mi papá por la guerrilla y del papá de Carlos por la Triple A” (Larrabure).
“Así como a vos Isabel le negó la audiencia a tu mamá, Perón nos mandó un coche presidencial con tres coronas a mi casa, pero a la semana, cuando le pedimos una audiencia, no nos recibió. Que me expliquen por qué no nos recibió” concluyó Razzetti.
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Carlos Razzetti y Arturo Larrabure se reunieron en Rosario y compartieron un café con La Capital.
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