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 domingo, 18 de noviembre de 2007  
La larga impunidad de la Triple A

Miguel Pisano / La Capital

El dirigente peronista Constantino Razzetti fue asesinado por un grupo de la Triple A en la madrugada del 14 de septiembre de 1973 enfrente de su casa, de San Lorenzo al 2600. Razzetti había sido invitado como principal orador a un acto del peronismo en el Club Casiano Casas, donde apenas llegó le dijo a su mujer: “Yo no sé para qué me invitaron. Aquí hay caras que no me gustan”.

   “Apenas terminó de hablar, el integrante de un grupo de una mesa cercana le hizo a otro la seña de bajarle la caña”, contó Carlos Razzetti, quien declaró en la causa Lucero, un ex diputado peronista que vive en Europa. Constantino Razzetti y su esposa llevaron en auto a Ana Fared de Mansilla hasta su casa y cuando llegaron a su domicilio fueron atacados por un grupo al que el bioquímico conocía. “Anita Fared de Mansilla lo habría demorado para darles tiempo a los asesinos a llegar antes. Mi viejo los reconoció y le preguntó a uno qué hacían ahí. Lo mataron de cinco tiros de nueve milímetros en el pecho, y también le tiraron dos tiros a mi vieja, que se salvó de pedo”, cuenta Carlos.

   “Cuando llegué a la morgue lo encontré a mi viejo desnudo, tirado en el piso con los cinco tiros en el pecho. Le llevé esa foto de mi viejo al fiscal Vázquez y le pregunté quién era la víctima y quién era el victimario. Como miraba para cualquier lado le pedí que bajara la vista y que viera la foto de mi viejo, ya que ni siquiera leyó el expediente, y dijo que lo habían privado de la libertad y lo habían matado de un tiro por la espalda”, fustiga Razzetti.

   “Cuando mataron a mi viejo yo tenía 19 años. En los tres meses posteriores al asesinato fuimos amenazados. Llevo hecha una investigación muy profunda que me ha costado estar en el Pozo en el 77 y en el interrogatorio que me hicieron cuando estaba desaparecido me preguntaban qué sabía de la muerte de mi papá”, sigue Carlos. Arturo Larrabure participa de la charla, conmovido: “Creo que es una historia negra de la Argentina, que hay que tratar de ponerla en blanco”.

   —¿Imaginaba que la declaración del crimen como de lesa humanidad llegaría pedida y apoyada por el hijo de una víctima de la Triple A?

   —Creo que el apoyo de Carlos es una prueba de honestidad, porque hay que gente que sabe y se calla, y hay gente que sabe y no se calla.

   Razzetti escucha atentamente y suelta: “¿Entonces, no estoy loco?”. Larrabure esboza una sonrisa. “No, no. Cuando investigás el delito de lesa humanidad ves que la legislación dice que no necesariamente tiene que estar presente es la estatalidad”.

   Arturo completa el razonamiento. “El único diablo que hubo es el Poder Judicial. Y te vas a dar cuenta ahora que empecés la etapa investigativa”, sugiere. “Creo que el gran demonio es la violencia: llamala Poder Judicial, militares, guerrilleros, Triple A. Lo que a nosotros nos quita a nuestros padres es la violencia. Que en la Argentina sigue dándose”.

   “El crimen de lesa humanidad es el que se comete por motivos raciales, religiosos o políticos, y en el que el Estado tiene alguna injerencia en la conformación. A tu papá no lo mata un ente estatal sino una organización armada privada. Lo mata mal porque lo hacen durante un gobierno constitucional. Y el Poder Judicial no investiga el caso de tu papá ni el del mío, y eso lo convierte en delito de lesa humanidad”, concluye Carlos Razzetti.
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