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 domingo, 18 de noviembre de 2007  
Argentina jugó mal pero ganó bien ante Bolivia

Sergio Faletto / Ovación

Argentina ganó bien. Pero jugó mal. El equipo albiceleste fue holgado en el resultado: 3 a 0. Pero ajustado en el juego. Tuvieron que transcurrir cuarenta minutos para que una jugada certera terminara en gol y que llegó a partir de un centro. Recién desde ese momento el trámite se asemejó a lo que la gente fue a ver.

Es que todos llegaron al Monumental de Núñez con la convicción de que se trataba de un trámite. Rápido. Pero no lo fue. Y no porque Bolivia sorprendiera por una puesta en escena impensada, ya que el equipo del Altiplano es limitado tanto en la Pampa Húmeda como en la cima del Aconcagua, sino porque el equipo de Basile es un viaje sin hoja de ruta y en ese tan mentado trámite rápido primero se le cayó el sistema, después le trabajaron a reglamento y recién lo pudo cumplir cuando algunos empleados mostraron su eficiencia individual.

Con una línea de cuatro muy flexible y un doble cinco todoterreno, la selección tuvo suficiente muralla de contención ante la tibieza boliviana, más cuando uno de esos volantes fue Javier Mascherano, quien se convierte en la variable de ajuste indispensable para que el equipo aparezca compensado, aún en la improvisación táctica.

Sin dudas, el problema estuvo del medio hacia adelante. Allí el Coco Basile ubicó a Riquelme de enlace y lo dejó solo. Y arriba mandó a los pibes del barrio (Messi, Agüero y Tevez), quienes al principio obedecieron y se quedaron bien de punta pero cuando el pelotazo se convirtió en el único recurso de ataque, Messi salió del molde, retrocedió unos metros para hacerse del balón y reseteó la máquina para que comience a funcionar. Y funcionó.

Sin dudas que la impronta del pibe de Rosario dibujó un jeroglífico que por poco no hizo llorar a los defensores bolivianos, que terminaron contenidos para no pegar una patada e irse antes de tiempo a los vestuarios.

En una incursión de Tevez, la pelota partió en forma de centro desde la izquierda para que Demichelis la baje de cabeza frente a la marca de Raldes y Agüero la empuje. El gol fue suficiente para encender la tarde, aunque el trámite era tan lento que amenazaba con volverla a apagar.

Bolivia se rindió rápidamente. Y Riquelme metió un tiro libre exhibiendo su destreza para colocarla donde le plazca para gritar el segundo.

El tercer gol fue la síntesis del juego argentino. Una jugada electrizante de Messi y otra descarga fulminante de Riquelme. Golazo. Y listo. Ellos dos lo liquidaron. Pero también hay que reconocer que en el partido también Mascherano se liquidó corriendo. Y eso que se trataba de Bolivia, un equipo con mucho amor propio pero con nada de fútbol, donde también allí el canalla Ronald Raldes es el hombre que está solo y espera.

Ganó Argentina y está bien desde el presente exitismo, pero jugó mal y preocupa desde la anhelada proyección. Llegar al Mundial para la selección es un camino de ida. Pero el Mundial no puede volver a ser un viaje de vuelta como fueron los últimos. Esta vez no. Hay jugadores y sobra técnica. Lo que quedó claro ayer es que lo que falta es táctica. Y allí el responsable es uno solo.
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Riquelme celebra el tercer gol de la selección argentina.

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