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domingo,
18 de
noviembre de
2007 |
Equipo sin trabajo
Argentina es una constelación de estrellas sin rigidez táctica
Sergio Faletto / Ovación
Los simplistas de la teoría se aferran a esa remanida expresión que dice “hay que juntar once que jueguen bien y listo”. Tal vez eso sirva para jugar a la pelota pero no al fútbol. Y el ejemplo más cabal es el que dio ayer la selección nacional, que con una diferencia abismal en jerarquía no pudo plasmar algo similar en el campo. Porque el fútbol no es “entren y jueguen”. Tampoco es una fórmula química difícil de descifrar como quieren hacer creer los tecnócratas de la redonda. Pero sí es trabajo, estrategia, planificación, prueba y error, idea central e ideas alternativas. Nada del otro mundo. Pero sí todo del mundo profesional.
Juntar en la ofensiva jugadores de la talla de Messi, Agüero y Tevez es un privilegio que pocos entrenadores pueden darse, pero esto será eficiente si ellos son articulados en base a un plan de juego, caso contrario, serán tres voluntades intentando sólo jugar como saben y pueden.
Quedó en evidencia la ausencia de los circuitos predeterminados que el primer tiempo casi termina consumiéndose en pelotazos, justo ayer donde no había un referente de área. Por ende, los caminos al gol tendrían que haber estados trazados por el piso, con toques cortos y con una rotación casi permanente. Estas ausencias de organización son disimuladas con capacidad individual, cuando enfrente hay adversarios como Bolivia, pero quedarán expuestas con rivales de jerarquía, como ocurrió ante Brasil en la Copa América.
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