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 domingo, 04 de noviembre de 2007  
Palabras y polvareda

Por Carlos Duclós / La Capital
¿Es cierto lo que decía Goethe, sobre que toda palabra dicha despierta ideas contrarias? Claro, esa es la naturaleza del hombre y por esa misma naturaleza se enriquece el emisor y el receptor. Por esa misma naturaleza, el ser humano crece y las sociedades se desarrollan. Sin embargo, cuando esa naturaleza se exacerba ya no hay evolución, sino involución en razón del fanatismo. El tal fanatismo determina la confrontación irreflexiva que desemboca en el enfrentamiento. Así, en ese marco, todos pierden.

Las palabras del futuro ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, parece que han levantado cierta polvareda en el ámbito judicial. Ha dicho Superti: “Nos interesa mucho preservar la independencia. Nosotros buscaremos generar un clima en el que el juez no se sienta condicionado por nadie. Que su estabilidad esté garantizada y que sea libre para decidir. Pero todos tendrán que entender que existe la división de poderes. Por ejemplo cuando definamos las reformas a los procedimientos de cada fuero serán bienvenidas las propuestas de los jueces. Pero la definición de los procedimientos y de las normas corresponderán a los que fueron votados: el gobernador y los legisladores”.

El pensamiento de Hermes Binner, en materia de política judicial se conocía, y en esta misma columna, en la edición del día 22 de octubre pasado se expresó: “¿Qué es lo que se propone el gobierno de Binner en materia judicial? Lograr que el ciudadano común pueda llegar fácilmente al servicio de justicia y que reciba un trato con un desenlace en las causas acorde a la dignidad de ser humano y ciudadano, en el marco de la equidad. Para ser más claros: El expediente debe ser reemplazado por la persona. La idea es humanizar al sistema judicial y que este sea un verdadero servicio social. Y esta humanización comprende, entre otras, la estricta división de poderes."



Cambio de modelo. Los hombres del Poder Judicial deberán comprender, y de hecho lo saben y lo aceptan, que nada seguirá como hasta ahora o, mejor dicho, no todo. Hasta donde se sabe, ni Binner ni su ministro de Justicia vienen a cambiar hombres, pero sí modelos. Si alguien espera acciones espectaculares como la que intentó el ex gobernador Carlos Reutemann, de la mano de su ministro de Gobierno, Jaime Belfer, como la de pedir la renuncia de algún ministro de la Corte (acción política que concluyó con un respaldo de la Corte Nacional a los jueces santafesinos y un revés político para aquel gobierno) espera en vano. Binner no viene por el cambio de personas, sino por el cambio de estructuras. El mismo Superti remarca algo plausible: “No quiero dar la impresión de que busco confrontar con alguien. No es mi intención”. Y en la misma nota que le hizo este diario, sostiene algo que debe ser rescatado y que en sucesivas oportunidades se expresó en estas reflexiones: “Distinguimos personas de modelos. Hay muy valioso material humano en la Justicia de Santa Fe. Pero es baja la calidad del modelo”. En efecto, no sólo hay jueces de talento reconocidos en el país y en el extranjero, sino que la Justicia santafesina no aloja en su seno actos de corrupción como los que se han observado en otras partes del país. Y no sólo se debe hablar de jueces cuando se alude a material humano, sino de abogados, de funcionarios y de empleados. Es cierto que hay fallas y que algunas cosas deberán ajustarse; es cierto que acaso no todo funcione como corresponde, pero denostar a los operadores judiciales tales como jueces, funcionarios y abogados indiscriminadamente, sin medir las consecuencias y, con mucha frecuencia, sin tener conocimiento de la realidad judicial, es una torpeza que no sólo atenta contra los hombres y la institución, sino contra la misma sociedad.

No sólo es menester hablar de jueces y funcionarios, sino también de abogados. La provincia cuenta con muchísimos profesionales no ya de honestidad y caballerosidad probadas, sino de verdaderos filósofos del derecho que han deslumbrado y siguen deslumbrando al país y al mundo con sus reflexiones. Sin embargo, pocas veces esto se expresa y es penoso, ciertamente, que se afrente con proverbial ligereza a los letrados sin separar la paja del trigo.



Diferencias dogmáticas. El gran problema que ha tenido la justicia santafesina ha sido, y seguramente sigue siendo, el enfrentamiento dogmático, el desencuentro por razones ideológicas. Y desde un punto de vista ciudadano, todo ello no significa nada, porque el ser humano común está parado en el punto exacto de la cuestión. Decía Maquiavelo que hay que mirar la realidad y no aquello que se imagina el hombre sobre ella.

La actual situación nacional y la circunstancia de muchos países en lo cultural y económico, determina dejar de lado paradigmas y enfrentamientos para encontrarse en un punto de solución de los problemas. Es lo que desea todo ciudadano. Y si ello no ocurre, estará garantizado el fracaso de todos.

Por eso los hombres del Poder Judicial santafesino deberán comprender lo natural, lo lógico e imparable: Todo nuevo gobierno, y en especial gobierno de signo político distinto al que sucede, desea aplicar su política y ello es lícito y necesario. Es además un compromiso que tiene el gobernante, por cuanto para eso fue elegido y legitimado en la función. Si no hubiera cambios, si no se produjeran transformaciones, el ciudadano que eligió a las nuevas autoridades caería en la cuenta de que fue engañado. Ello, no obstante, y al hablar de la política a aplicar para los diversos sectores sociales, no supone imponer, pues tal cosa determinaría más tarde o más temprano el fracaso del gobierno y la aflicción social. Hay quienes afirman que Binner ha señalado que consultará a los trabajadores del Estado y de sus empresas antes de adoptar decisiones. Ello no significa que no aplique sus políticas, en las que cree, sino que enriquezca las mismas con la visión de aquellos que deberán vivirla. Lo mismo ha señalado Antonio Bonfatti al hablar de la nueva reforma del Estado y la regionalización y lo mismo ha sostenido Superti al decir que “vamos a respetar las opiniones que provengan del Poder Judicial”. Las palabras son claras y en ellas no hay ni atisbo de inflexibilidad. La sociedad argentina necesita de sus líderes la buena confrontación para la construcción y no enfrentamiento para la destrucción. Si algún revuelo han provocado las palabras de Superti, este ha sido, seguramente, y como decía el florentino, por el temor a lo imaginado y no a lo que es real.
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