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 domingo, 04 de noviembre de 2007  
“Las palabras tienen sexo”
La voz femenina en los medios

Clarisa Ercolano / La Capital

Es difícil luchar contra lo invisible, pelear contra aquello que no se puede ver. Por eso, el grupo de estudiosas y periodistas nucleadas en Artemisa Comunicación decidieron dar a luz “Las palabras tienen sexo”, un libro que intenta poner en claro de qué manera los medios de comunicación abordan la temática de género. Que intenta saber por qué los crímenes siguen siendo “pasionales”, en los diarios el deporte es masculino aunque haya muy buenas mujeres en las diferentes ramas deportivas, por qué la economía es (en los medios) cosa de varones y sigue la lista.“Por eso veíamos este libro como imprescindible”, cuentan Sandra Chaher y Sonia Santoro, periodistas y compiladoras.

Más allá de indagar y mostrar con ejemplos las dificultades con que los medios de comunicación abordan ciertas temáticas que afectan la vida de mujeres y varones, la idea es también saber qué tipo de formación reciben periodistas y comunicadores. “Porque son ellos los que llenarán las páginas que leeremos a diario, editarán los noticieros que construirán nuestras imágenes de la realidad y pondrán en circulación ideas por la radio”, explican las periodistas en diálogo con Mujer.

Importantes académicas como Fernanda Gil Lozano, Diana Maffia, Soledad García Muñoz y Lea Fetcher ponen también en estas páginas conceptos, hipótesis y reflexiones, aprendizajes y bibliografías. Y adhieren a la idea de Chaher y Santoro para definir que las diferencias de género son sencillamente la forma en que la sociedad y la cultura condicionan en forma diferente a mujeres y varones.

“Según un relevamiento —que no pretendemos exhaustivo— podemos afirmar que no existe prácticamente ninguna materia en las carreras de periodismo y comunicación de los institutos privados y facultades del país que permita mirar la realidad desde un enfoque de género”, señalan. Y agregan que generalmente los temas de género siguen siendo tratados en las redacciones periodísticas como pertenecientes a las secciones de Sociedad o Información General, o simplemente destinados a los suplementos de los diarios.

“Casi cualquier noticia es factible de ser analizada desde una perspectiva de género que contemple cómo mujeres y varones son afectados en forma diferenciada por un mismo hecho o situación”, explican estas dos mujeres que además se desempeñan en el suplemento “Las 12”, editado por el diario Página 12.

En el libro el sumario es bien diverso y abordar todas las aristas posibles, desde derechos humanos y construcción de ciudadanía hasta reglas prácticas para no incurrir en errores. Y abunda la información que aclara, por ejemplo, que desde antes de la Revolución de Mayo ya había mujeres que trabajaban en periodismo.

La cronología arranca en los albores de la patria y llega hasta el diario La Opinión, que contaba con una sección específicamente destinada al público femenino y que era, en su momento, la única en un diario argentino.



Maneras de ver

El tiempo pasó, pero los estereotipos continúan. Según los últimos monitoreos de medios, generalmente auspiciados por organismos internacionales, la mujer encuadra siempre en dos grandes estructuras:

  • El tradicional, que venía reflejando la prensa masiva desde comienzos del siglo XX, vinculada fundamentalmente al ámbito de lo privado. Guardiana del fuego del hogar (como la antigua diosa Hestia, pero sin los atributos de sabiduría de la deidad greco romana) y depositaria del honor familiar.

  • Como causa de perdición de varones a los que se les permite un descontrol de los instintos que a ellas se les niega. “La mujer como depositaria de la perdición y corrupción social, tal como la versión bíblica de la caída del Paraíso”, señalan las autoras.

    Las últimas estadísticas también permitieron ver que el 78 por ciento de las noticias son reportadas y presentadas por hombres. La voz de la mujer se refleja principalmente como “experiencia personal” y pocas veces como experta o comentarista especializada y que el sexo femenino encuentra su mayor centralidad en las informaciones de violencia o crímenes.

    Y en un mundo de marcas e imposiciones de consumo, la mirada de la publicidad es otro capítulo que no podía quedar afuera. En las investigaciones realizadas durante las ultimas tres décadas el libro recuerda que las imágenes femeninas correspondían a madres abnegadas, amas de casa obsesionadas por la limpieza o mujeres jóvenes y sexies en búsqueda de belleza y príncipes azules.

    Las imágenes masculinas en cambio hablaban de hombres que saben comprar, invertir, decidir, pero también, aventureros, deportistas y exitosos en su carrera laboral, que los lleva inequívocamente a una posición de poder.


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